Esta película chilena es un hito del cine latinoamericano, en ella se relata la legendaria vida del patriota Manuel Rodríguez. El filme, proyectado por primera vez en 1925, está hecho con ingeniosos efectos especiales y se logró conservar a pesar de los avatares del tiempo. Es un testimonio de dos tiempos: las premisas del cine en el continente y el relato de un personaje singular
Por José Ignacio De Alba / X: @ignaciodealba
En Chile se considera la película más importante de la historia fílmica del país. La cinta retrata la vida de clandestinidad de Manuel Rodríguez, el hombre más buscado de la Capitanía General de Chile. Este personaje que inició su carrera como militar fue vital en la lucha contra la corona española en el Periodo de Reconquista (1814-1818). Gracias a sus embustes se logró mantener viva la resistencia.
Manuel Rodríguez es prácticamente un personaje mítico en Chile, sobre él se han escrito y cantado leyendas. Con la llegada del cine, el multifacético Pedro Sienna, se encargó de llevarlo a la pantalla. Sienna fungió como director, escribió parte del guión y también se encargó de darle vida al personaje.
A pesar de la veneración al personaje histórico, Sienna no se engolosina de patriotismo y decide darle a la película un ritmo divertido, con humor incluso en escenas de mucho sustrato histórico. La fotografía es sensible, los vestuarios y paisajes simples y cuidados. Los diálogos son tan poquitos que la película es accesible a personas analfabetas. A principios de siglo la tasa de alfabetización en la región era muy baja.
La película enmaraña muy bien episodios de acción, hay tomas con jinetes a galope y en plena batalla, hay tiroteos y duelos con esgrima. De pronto podría parecer un western, aunque tiene su barniz romántico; y vaya que Manuel Rodríguez daba para este género de aventuras. Pero ante todo, es una película pedagógica sobre el héroe de la patria.
Manuel Rodríguez cruzó los Andes en varias ocasiones para mantener comunicación con el general San Martín y mantener articulada la lucha contra la Corona española. Se sabe que los amoríos de Rodríguez también participaron en una red clandestina de información entre los rebeldes y en tramas de espionaje. Este singular héroe americano era asiduo a utilizar disfraces para cometer sus embustes.
Rodríguez también utilizó pseudónimos en sus cartas ilegales, como El Alemán, Chanaca, Kipper, El Español y Chispa. Sus personajes alcanzaron también sus relaciones epistolares. En la película de Sienna se retratan algunos episodios donde Rodríguez utilizó sus habilidades de escapista para burlar a los realistas e incluso para asistir a reuniones y a la casa del gobernador para robar documentos.
La cinta es una recopilación de aventuras y personajes, sobre los increíbles viajes y la integración de campesinos a la guerrilla, es una apología del humor popular y lo “criollo”, sobre el poder español.
Esta película de Sienna es de las pocas cinta que logró sobrevivir al deterioro del nitrato, el soporte con que se almacenaban las películas durante el periodo del cine mudo. En los años cuarenta El Húsar de la Muerte logró ser restaurada, incluso se le musicalizó.
La película tuvo, desde su primera proyección, en Santiago, Chile, muy buena recepción.
Manuel Rodríguez murió a los 33 años de edad, después de tener encontronazos con otras facciones revolucionarias. Previo a su fusilamiento en la película, una leyenda advierte: “Razones de alta política determinaron su prisión y su sacrificio”. Lo que a mi gusto es de una tremenda comicidad involuntaria.
En cambio, Sienna tuvo una larga vida. Se dedicó al cine hasta que decidió que los suyo eran las artes “puras”. Cultivó la poesía y el teatro, donde no tuvo tanta suerte. Este hombre, también digno personaje de una película, se identificó con movimientos de izquierda, incluso apoyó las candidaturas de Salvador Allende a la presidencia, aunque murió en 1972, meses antes del golpe militar.
El 13 de julio de 1998, el Ministerio de Educación, declaró la cinta Monumento Histórico “(…) por su atractiva temática e impecable ejecución, la película en mención tuvo durante su estreno un gran éxito, el que fue reeditado en su reestreno en 1941, convirtiéndose en la película más importante de nuestra historia fílmica (…)”. El único filme chileno con este reconocimiento.
Película completa aquí.
Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).
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