24 febrero, 2023
Magda y Karla, integrantes de la organización Okupa obtienen su libertad después de 315 días presas en el centro femenil de reinserción social Santa Martha Acatitla.
Texto y fotos: Isabel Briseño
CIUDAD DE MÉXICO.- Tras un largo proceso que apostó al desgaste de la familia, 10 meses después Magda Soberanes y Karla Tello lograron su libertad este viernes 24 de febrero.
Las mujeres que habitaron en la Okupa (edificio de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que estuvo tomado durante más de año y medio), fueron detenidas en abril del año pasado y privadas de su libertad acusadas de delitos de robo agravado, daño a la propiedad y delitos contra la salud.
Una disculpa pública ofrecida a la profesora María Eugenia Reyes por los hechos ocurridos el 13 de abril del 2022, así como la reparación integral del daño, les abrió la posibilidad de la prisión condicional. La cual permite al condenado cumplir el resto de su castigo en libertad, aunque para ello debe cumplir con regímenes de presentación, entre otros aspectos.
La defensa de Karla y Magda, Grupo de Acción por los Derechos Humanos y la Justicia Social, decidió no elegir el proceso abreviado que implicaba aceptar los cargos imputados en la carpeta de investigación por daños a la salud en su modalidad de posesión simple de mariguana.
«No pueden aceptar un delito que las autoridades les fabricaron», indicó el hermano de Magda.
El 21 de febrero, luego de 10 meses, decenas de mujeres feministas y de diversas colectivas realizaron actividades político-culturales afuera del penal por la liberación de las jóvenes. Su intención: recibir ese día a sus compañeras y llenarlas de arte, amor y fuego.
Desde afuera se abrazaban en un profundo grito para hacerles saber a Magda y Karla que las esperaban: “Hermanas, aquí está su manada”, «Presas políticas, libertad», «Ahora que estamos juntas, ahora que sí nos ven, abajo el patriarcado, se va a caer».
Al otro lado del muro algunas manos se asomaron. De ellas no se veía nada. El corazón se parte. Un pañuelo morado se agitó tras la fortaleza. Quienes estaban afuera les gritaron a todo pulmón. La piel se eriza y el corazón se encoge.
Con la emoción a flor de piel se prende la hoguera. El freestyle se desata.
Presas políticas en libertad, canta mapacha la buena muchacha que baila guaracha: “si no te cuida el Estado te cuido yo que te amo, que te amo”, enfatiza la mujer de jeans, lentes y gorra.
Son las 3 de la tarde y la hora de visita a las internas termina. Los familiares detienen su paso y desde afuera elevan sus manos y envían besos. Se ponen en puntillas, como intentando alcanzar el cielo, quieren que las logren mirar desde adentro.
“Te amo mamá. Nos vemos pronto. Aguanta. Te amo. Te amo. Ya me voy. Cuídate. Te amo”, les gritan quienes intentan irse a pesar de haber dejado el corazón adentro.
El fuego y el festival continúan. La espera intriga. De la audiencia solicitada desde las 9 de la mañana, la cual cambiaría las medidas cautelares permitiéndoles continuar su proceso en libertad, no hay noticias.
La esperanza disminuye al caer la noche. Sobre Santa Martha se posa un hermoso lienzo con pinceladas de los últimos rayos de luz. Los familiares añoraban abrazar a Karla y Magda pero anuncian que hoy, no será. Las autoridades decidieron posponer la audiencia y con ello hacerles la espera más tortuosa.
La familia anunció con gran desilusión el miércoles 22 desde las instalaciones de Santa Martha, que el juez decidió negar el cambio de medidas cautelares.
Emilio Soberanes, hermano de Magda, informó que solicitarían una nueva audiencia con otro juez.
El viernes 24 de febrero se anunció que la hora de la nueva audiencia para pedir la liberación de las jóvenes sería al mediodía.
Una hora más tarde, la defensa legal de Magda y Karla informó con gran emoción: “Derivado de la audiencia que se tuvo hoy, se ha ordenado la libertad inmediata de Karla Tello y Magdalena Soberanes”.
Alrededor de las 4:30 de la tarde, Karla y Magda cruzaron los torniquetes de la prisión femenil.
Su manada morada las recibió con flores, confeti, sonrisas, festejos, abrazos, gritos, pero sobre todo, con todo el amor que les guardaron.
Frente a las feministas y su familia, Magda y Karla brindaron unas palabras en donde hablaron sobre el hostigamiento y la tortura que vivieron al interior del penal por parte de las autoridades y de algunas internas.
“A veces sentíamos que el cuerpo ya no nos daba más para levantarnos un día, pero los 5 minutos en los que hablábamos con nuestras familias, nos dieron fuerza para seguir resistiendo”.
Ya a un costado de los muros tras los que estuvieron por casi un año, se tomaron unos minutos para agradecer y despedirse de cada una de las compañeras con quienes compartieron la prisión.
“Resistimos y existimos. Sé que desde allá arriba nos pueden ver, las estamos viendo. Mucha fuerza y libertad para todas pronto”.
Luego de quemar la ropa beige que usaron al interior del centro penal femenil, el festejo continuó. Unas cumbias, bailes, abrazos, amor, fotos, y más amor, les limpiaron las lágrimas que llegaban a salir de los ojos de las jóvenes.
El momento de irse les costó pero era necesario. Del otro lado se quedaron sus hermanas pero también los 315 días que ya no recuperarán.
Ahora su corazón se vuelve a incendiar, porque como dicen, son mujeres rebeldes que no se dejaron doblegar ante nadie.
Las rejas ya no las detienen.
Nunca me ha gustado que las historias felices se acaben por eso las preservo con mi cámara, y las historias dolorosas las registro para buscarles una respuesta.
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