La última película de Rubaiyat Hossain, Made in Bangladesh, demuestra que la lucha unificada en contra de las precarias condiciones de trabajo siempre rinde frutos. Esta es una crónica contra la explotación laboral y las burocracias gubernamentales
Texto: Andrea Sarmiento Pastrana
Foto: Tomada del trailer oficial
CIUDAD DE MÉXICO. – Made in Bangladesh es el último proyecto de la directora Rubaiyat Hossain que nos expone la historia de Shimu, una trabajadora textil que ante la explotación laboral, plantea entre sus amigas y compañeras la iniciativa de formar un sindicato, enfrentando las consecuencias que esto conlleva estando dentro de una sociedad que no piensa ni en las mujeres ni en el sector trabajador.
Dicha idea viene luego de un incendio en la fábrica donde trabaja, en el cual perdió la vida una de sus compañeras. Entonces se encuentra con Nasima, quien la entrevista y le platica de unas reuniones para trabajadoras donde pueden darle asesoría legal sobre la exigencia de sus derechos. Shimu asiste junto con sus amigas y ahí descubren que el incendio fue un caso de negligencia, que sus condiciones de trabajo así como el trato que reciben van en contra de la ley y que sí pueden hacer algo para cambiarlo de acuerdo con la constitución.
Las chicas no tenían idea de que tenían derechos laborales; habían normalizado que no les pagaran sus horas extra, recibir un salario que no les sirve para sustentarse y que si presentaban alguna queja podrían ser despedidas injustificadamente, que sus jefes (todos hombres) tenían la facilidad de gritarles y agredirles cuando quisieran.
Al averiguar que pueden hacer algo al respecto, Shimu es la que encabeza la organización, la cual no es nada sencilla pues una cosa es lo que dice el papel y otra es lo que ocurre en la realidad.
Uno de sus principales problemas es que están acostumbradas a la cultura del silencio, a callar ante las injusticias y aceptarlas sin cuestionar. Esto complica el proceso de recaudación de firmas (el primer paso para formar el sindicato), debido a que muchas compañeras se niegan a participar pensando que no tiene sentido y que solo les generará más problemas. Aparte, independientemente de lo que crean, tienen mucho miedo a rebelarse ya que saben que sus jefes harán todo lo posible por detener su lucha y están conscientes de que oponerse a ellos les puede costar su trabajo de por vida. Lo que tienen que aprender es que la clave para cumplir su objetivo es la perseverancia.
Ningún cambio es fortuito y en toda lucha es necesario hacer sacrificios. Si estudiamos cualquier hecho histórico veremos que todo movimiento revolucionario trae muertes, persecuciones o despidos de por medio, pues siempre hay un sector autoritario que busca mantener su dominio sobre los otros. En este caso, son las chicas contra sus jefes explotadores, que van detrás de toda trabajadora que muestre señales de apoyar al sindicato.
Shimu entiende esto y es por ello que alza la voz y nunca baja la cabeza ante estas opresiones, lo que sirve como inspiración para el resto; además, se mantiene de pie porque sabe que la lucha no es solo para ella, quien puede tener ciertas facilidades para dejar de trabajar, es también por todas sus compañeras. Ella sabe que si abandona la idea estaría dejando atrás a todas aquellas que no tienen otra opción más que seguir en la fábrica y es este compañerismo el que alienta a las trabajadoras, dándoles esperanza y coraje para exigir un trato digno sin importar lo que puedan llegar a perder.
Pero durante el desarrollo se topan con otro obstáculo para hacer valer la justicia de hoy en día: la burocracia.
En teoría, este proceso debería ser sencillo luego de haber juntado los papeles y las firmas, no obstante, no cuentan con que al llegar a las oficinas para presentar su iniciativa las autoridades ralentizarán la formación del sindicato. Este es uno de los principales fallos en la lucha por los derechos humanos, que las vías legales presentan muchas trabas ante las víctimas; las exigencias se congelan cuando la única respuesta recibida es deme sus papeles y lo checamos sin volver a notificar absolutamente nada y al preguntar cómo va todo solo te dicen que está en proceso sin dar alguna información o bien, te dicen que la persona encargada es alguien con quien no se puede hablar en ningún momento.
Son organizaciones que no ven que las personas detrás de las peticiones tienen una urgencia por resolver su problema. No les importa las exigencias de Shimu, no piensan que su solicitud viene de parte de miles de trabajadoras explotadas día con día y que incluso una ya perdió la vida, únicamente las ven como un archivo más y las tratan como tal.
Por eso es fundamental ejercer la mayor presión que sea posible, de otra manera, la demanda será ignorada durante un largo tiempo, así como todas las que reciben a diario.
Aún así, las chicas sabían que el sindicato sería la única forma de ser escuchadas y a su vez, el simple hecho de organizarse ya es un gran paso para la reivindicación de sus derechos, haciendo entender a sus jefes que ya no van a permitir sus abusos tan fácilmente.
Por otra parte, de no haber intentado tomar acción legal nadie las habría volteado a ver y es por eso que se empeñan tanto en el sindicato a pesar de que este sea un camino tedioso. Viven en una sociedad que invisibiliza al sector trabajador y sobre todo, al femenino; desde las autoridades hasta sus familias y esposos les habrían reprimido cualquier otro intento de justicia por otros medios.
Finalmente, la historia de Shimu y sus amigas es la misma que la de miles de personas a las que no se les escucha, pero que no les queda de otra más que seguir batallando contra un sistema que prioriza a quienes tienen más oportunidad económica.
Made in Bangladesh demuestra el impacto que puede tener la educación, así como la importancia de que la gente conozca sus derechos y que sepa que siempre los puede hacer valer. Es la muestra también de que no solo es necesario que las leyes existan, también lo es monitorear cómo se ejercen. Estas mujeres que requirieron de mucha valentía y paciencia para desafiar a quienes las oprimen, descubrieron que la búsqueda de justicia es un camino largo y complicado, pero indispensable al final de cuentas.
Esta película está disponible en la Cineteca Nacional.
Me gusta escribir lo que pienso y siempre busco formas de cambiar el mundo; siempre analizo y observo mi entorno y no puedo estar en un lugar por mucho tiempo
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