Los viajes del “Calendario Azteca”

10 septiembre, 2021

No hay ícono que represente mejor el pasado prehispánico de México-Tenochtitlán que el llamado “Calendario Azteca” o Piedra del Sol, tampoco hay un símbolo que sea tan poco legible para nuestros días. Por su bella elaboración es sello distintivo en monedas, afiches y souvenirs

@ignaciodealba

El segundo conde de Revillagigedo, Juan Vicente de Gumes Pacheco y Padilla, ordenó que las calles cercanas a la Plaza Mayor fueran emparejadas y empedradas. También mandó hacer tarjeas para conducir las aguas por canales subterráneos. En las excavaciones de la obra se encontró un labrado en piedra de Coatlicue, la madre de los dioses mexicas. 

El hallazgo hecho en agosto de 1790 escandalizó y sorprendió a la sociedad novohispana. El imponente ídolo tiene una falda con cascabeles de víbora, cabezas de serpiente, con sus colmillos retractiles, además de manos y corazones humanos, a manera de collar. Para ese momento, los dioses mexicas ya no eran destruidos por las autoridades virreinales, y existía un creciente interés por la historia de los desplazados habitantes de la capital. Por eso, la Coatlicue fue resguardada. 

Meses después, en diciembre, se encontró a muy poca profundidad un enorme disco de piedra. La parte de arriba era plana, pero cuando los excavadores y otros trabajadores lograron voltear el monolito de 24 mil kilogramos encontraron que estaba laboriosamente tallada. 

La piedra fue colocada de la Catedral Metropolitana, pero quedó sin resguardo, por lo que “no se pudo preservar de que la gente rústica y pueril la desperfeccionarse”. Antonio de León y Gama se dedicó entonces a realizar una copia de la piedra y realizó un importante estudio del descubrimiento, por si el disco era destruido. 

De León y Gama quedó sorprendido por el profundo conocimiento de las “ciencias matemáticas” que tenían los antiguos mexicanos. El hombre abundó en la exactitud geométrica, los conocimientos astronómicos y de medición del tiempo que quedaron grabados en el disco. Aún hoy, la llamada Piedra del Sol sigue provocando fascinación entre los investigadores. 

Cuando fue la invasión norteamericana, en 1846, la Piedra del Sol fue utilizada por los soldados estadounidenses como blanco. De hecho, el Quinto Sol tiene aún algunas perforaciones de las balas. Hasta 1885, la gran piedra fue movida al Museo Nacional y finalmente, en 1964, al Museo Nacional de Antropología e Historia. 

Ahora se sabe que el disco alguna vez estuvo pintado de rojo y amarillo. El monolito estaba recostado de forma horizontal, de forma en que las inscripciones dieran cara al sol, para mantener la conexión celeste. Además, es una obra donde están grabadas las edades solares. Según el mundo mexica, la humanidad ha vivido bajo cinco soles, después de cada uno los humanos han perecido por una catástrofe. El último es el Quinto Sol, Nahui Ollin (cuatro movimiento). Este ciclo solar acabará después de un gran terremoto.

Según el geólogo mexicano Ezequiel Ordoñez, el monolito está hecho de basalto olivino. Normalmente este tipo de piedras se forma de las lavas que corren por corrientes inferiores, como las acumuladas en las riberas del sur del Valle de México. Así que es muy probable que la Piedra del Sol provenga de un sitio cercano al Pedregal de San Ángel. 

En la piedra está grabada la fecha en que fue terminada: matlactlihuan y ceacatl (13 caña). Es decir, 1479. En el centro está el Quinto Sol. La deidad porta un atavío de guerrero triunfante, con corona, nariguera, plumas de águila, arrugas (sabiduría) y de su boca sobresale a manera de lengua un cuchillo de pedernal —utilizado para sacrificios —.

En el disco están representadas las otras cuatro edades del mundo, colocadas en la parte superior e inferior del Quinto sol. La lectura es de derecha a izquierda, así que del lado superior derecho está el primer sol: Nahui Océlotl (cuatro jaguar); de lado izquierdo superior, el segundo sol: Nahui Ehécatl (cuatro viento); debajo de este se encuentra el tercer sol: Nahui Quiyáhuitl (cuatro lluvia); el cuarto sol lleva el nombre de Nahui Atl (cuatro agua).

En muchos pueblos indígenas el número veinte representa la «completitud». Con los mexicas no es distinto. La línea que encierra los soles representa los veinte días, cada uno de ellos lleva una figura. El círculo más grande son dos serpientes, con cabezas humanas. Hay muchas interpretaciones sobre su significado, algunos piensan que se trata de una representación de Quetzalcóatl y del Quinto Sol.

En el Museo Nacional de Antropología e Historia es la pieza más visitada. Los paseantes se toman la tradicional foto con el monolito. A pesar de sus misteriosos significados, en México se le ha llamado llanamente “Calendario Azteca”. Con él se hacen bordados en sarapes de Saltillo, tatuajes, monedas (de 10 pesos), joyería, amuletos souvenirs y productos al por mayor. La Piedra del Sol es enigma y símbolo, extraño artilugio de la mexicanidad

Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).