Estos son los sitios más importantes donde ocurrieron las primeras Olimpiadas en Latinoamérica. Desde la llegada del fuego olímpico a bordo del buque Durango, hasta la apoteósica medalla de oro de Felipe El tibio Muñoz en la Alberca Olímpica
Twitter: @ignaciodealba
Una mujer con túnica la hizo de sacerdotisa de Hera cuando prendió la antorcha olímpica, con ayuda de espejos cóncavos logró el fuego en Élide, Grecia. Luego el flete se hizo corriendo, nadando y en distintos botes. Pero fue el cañonero Durango la última embarcación en transportar la flama, después de un largo peregrinaje, por disque lugares históricos. Una parte de la ruta siguió el camino que recorrió Cristóbal Colón, desde Italia hasta Bahamas.
En la bocana del Puerto de Veracruz el fuego olímpico fue recibido con concierto de marimbas chiapanecas. Luego la antorcha fue llevada por centenares de corredores hasta el altiplano del Valle de México. Cada pueblo ofreció un poquito de folclor ante las cámaras. La última escala se hizo en Teotihuacán, donde México dispuso un performance histórico dancístico a los visitantes extranjeros.
Con música autóctona de chirimías, caracolas y teponaxtles se anunció la llegada del fuego olímpico a Ciudad Universitaria. Por primera vez en la historia de las olimpiadas una mujer, la atleta Enriqueta Basilio, llevó el fuego hasta el pebetero del estadio. El 12 de octubre de 1968.
En México se construyeron y se adaptaron instalaciones para que se pudieran llevar a cabo los Juegos Olímpicos. Visto a la distancia parece que México gozaba de cierta holgura, no se escatimó en nada. La paz social era otro boleto, contradictoriamente el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz decidió que el mensaje predominante para el evento fuera el de la paz, incluso la iconografía hizo referencia a la paloma blanca.
Al frente del comité organizador estuvo el expresidente Adolfo López Mateos, pero después de enfermar lo relevó Pedro Ramírez Vázquez. El arquitecto logró que el evento deportivo se convirtiera también en una oportunidad artística. Un ejemplo de ello es el recorrido escultórico de la “Ruta de la Amistad”.
El conjunto escultórico abarca 17 kilómetros al sur de la capital, entre Periférico e Insurgentes. Las 19 obras fueron hechas por artistas de los cinco continentes. Las esculturas aún existen, aunque su la mala conservación las coloca en espacios marginales dentro de la ciudad. Ahí están las obras “Señales” de la mexicana Ángela Gurría y “Hombre Corriendo” de Germán Cueto.
Hay algunos recintos de los Juegos Olímpicos que per se son obras de arte, como el Palacio de los Deportes –en un inicio bautizado como Juan Escutia-. La construcción tiene un enorme domo de cobre con un conjunto de formas cónicas, el diseño estuvo a cargo del arquitecto Félix Candela. Hasta la fecha la construcción es una de las más emblemáticas de la Ciudad de México. Con los años el sitio se concesionó y se utiliza para conciertos, aunque la composición del lugar provoca que haya ecos en las presentaciones musicales. En la capital, el recinto fue rebautizado como “el palacio de los rebotes”.
Otro de los sitios emblemáticos es la Alberca Olímpica, que tiene un gigante techo colgante sin columnas. Lo que permite visibilidad desde cualquier lugar de las gradas; además, en los costados se construyeron ventanales en lugar de muros para llenar la construcción de luz natural. Aquí se logró una de las grandes hazañas del deporte mexicano.
El El tibio Muñoz dio, quizá, la victoria más dulce durante los juegos olímpicos. El tibio dio la primera medalla de oro al equipo mexicano después de ganarle al equipo soviético y al estadounidense en los 200 metros en nado de pecho. La imagen del emotivo momento se sintetiza cuando nadador fue levantado en hombros, cual torero, y fue llevado alrededor de la alberca. El chico lloró en pódium. Con los años se convirtió en funcionario priista, como la mayoría de los otros ocho medallistas mexicanos.
Los competidores se quedaron en la Villa Olímpica –también llamada Libertador Miguel Hidalgo-. En el sitio el gobierno mexicano concentró a los deportistas, el paisaje está rodeado de piedra volcánica. Durante la construcción del lugar se encontraron vestigios arqueológicos de los cuicuilcas. Una parte de ellos destruidos por la maquinaria pesada dedicada a la edificación de la villa. En total se construyeron 29 edificios, con gimnasio, alberca y pistas de atletismo.
Algunos atletas se instalaron en el Centro Deportivo Olímpico, en la alcaldía Miguel Hidalgo, el sitio sigue funcionando como centro de preparación para deportistas de alto rendimiento. Los jueces y otros miembros del Comité Olímpico Internacional se hospedaron en la Villa Olímpica Niño Artillero Mendoza, ubicado en Coapa, ahora conjunto residencial.
Otra legendaria construcción hecha para la ocasión fue la pista de canotaje y remo Virgilio Uribe. En Xochimilco, se diseñó el conjunto deportivo que hasta la fecha sigue siendo el más importante en su tipo. También se utilizaron otras instalaciones como el Estadio Azteca, la Arena México, el Frontón México, el estadio de Ciudad Universitaria, Ciudad Deportiva Magdalena Contreras, Campo Marte, el Auditorio Nacional y la lejana Ciudad Satélite (utilizada para ruta de ciclismo).
El dinero invertido por el gobierno mexicano para consolidar su imagen al exterior le sirvió de muy poco. Díez días antes de la inauguración de los XIX Juegos Olímpicos el gobierno de Díaz Ordaz masacró estudiantes que protestaban a un costado de la Secretaría de Relaciones Exteriores, en la Plaza de las Tres Culturas. La paloma blanca de los Juegos Olímpicos quedó manchada de rojo. El 68 es recordado, sobre todo, como una gesta política por el reconocimiento de las libertades políticas.
Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).
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