19 octubre, 2023
Ante el aumento permanente de la migración, el presidente López Obrador ha invitado sus homólogos a una cumbre que lleva a cabo el domingo en Palenque. Solo una postura común puede obligar los EEUU a cambiar su política restrictiva migratoria
Texto:Wolf-Dieter Vogel
Foto: Pedro Anza / Archivo Cuartoscuro
Autoridades de migración desbordadas, accidentes mortales y crisis humanitarias en las fronteras: para México cada vez es más difícil hacer frente a la creciente migración. Miles de personas llegan a diario desde Guatemala al sur del país. Decenas de miles están varadas en el norte con la esperanza de llegar a Estados Unidos. Viven en campos de refugiados, casas desocupadas o en la calle. Otros ni siquiera llegan al Río Bravo. Sólo a principios de este mes, dos graves accidentes en Oaxaca y Chiapas cobraron la vida de 28 migrantes procedentes de Cuba, Venezuela y Haití.
En vista de estas condiciones, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha invitado a sus homólogos latinoamericanos a una cumbre el próximo domingo 22 de octubre. En ella debatirán cómo frenar el flujo de migrantes hacia Estados Unidos. «No podemos mirar con los brazos cruzados, el flujo migratorio está creciendo fuertemente», dijo López Obrador.
Al evento se espera la asistencia de representantes de alto nivel de numerosos países: Guatemala, El Salvador, Honduras, Costa Rica, Panamá, Belice, Colombia, Ecuador, Venezuela, Cuba y Haití. El presidente venezolano, Nicolás Maduro, ya ha confirmado su presencia, ademá, López Obrador cuenta con el Jefe del Estado colombiano, Gustavo Petro.
“Son los países que tiene más injerencia en todo lo relacionado con la migración, ya sea porque son los habitantes de esos países los que están migrando, o son países por donde pasan los migrantes”, explico el presidente.
La reunión se celebrará en Palenque, Chiapas, y va a durar dos horas y media (no mucho para un problema tan profundo). Además, incluirá una visita en la zona arqueológica.
En América Latina, cada vez más personas se ponen en marcha para huir de la pobreza, la violencia y la persecución.
Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), 400 mil migrantes han emprendido ya este año la peligrosa ruta a través de la selva del Darién, que separa Colombia de Panamá. En 2021, la cifra era de 133 mil. Dos tercios de ellos proceden de Venezuela, de donde hasta ahora, según la ONU, ya huyeron 7.7 millones de personas. Pero también muchos migrantes procedentes de Haití, Cuba y países sudamericanos. Todos se dirigen al norte a través de la selva.
Esta es la única ruta terrestre desde el continente austral, y frecuentemente hay migrantes que mueren en el trayecto a causa de los peligros naturales y los asaltos del crimen. Según la OIM, entre 2018 y 2023 han muerto o desaparecido 258 personas en esta selva.
Aunque las cifras tristes en Europa son mucho más altas, el Darién recuerda al mar mediterráneo, donde cada año miles de migrantes y refugiados pasan en un viaje mortal para llegar al territorio de la Unión Europea. Con razón, la directora de la OIM, Amy Pope, pide al respecto del Darién, que se garanticen rutas seguras para las personas «sin tener que atravesar la extraordinariamente peligrosa selva para ello».
Con los migrantes que se unen en Centroamérica, un total de 6 mil personas diarias llegan a la frontera mexicana para seguir con su camino peligroso en el país: los asaltos del crimen organizado, los riesgos que implican los viajes con tráileres, o el tren “la Bestia”; más las actividades de la policía migratoria en México, y las fuerzas de seguridad. Aún así, cada vez más migrantes llegan a la frontera estadounidense. Pero sus esperanzas de que la entrada fuera más fácil con el presidente demócrata Joe Biden se desvanecieron.
Aunque hizo levantar el Título 42, un requisito restrictivo de la pandemia de su antecesor Donald Trump, lo reemplazó con el Título 8, una ley de larga data que ha incluido una nueva regla que endurece las condiciones para permitir la entrada de migrantes sin papeles. Entonces, las autoridades estadounidenses siguen deportando en una manera masiva a México a quienes entran ilegalmente.
Solo en septiembre detuvieron a 200 mil migrantes. En agosto fueron 230 mil. Hace poco, el gobierno de Washington reactivó también la deportación de venezolanas y venezolanos. Además, la situación está empeorando con la derogación de 26 leyes en EEUU, lo que permitirá construir un muro de 32 kilómetros en el estado de Texas.
Eso es una razón más que se acumula a las muchas que ya existían para que López Obrador convocara la cumbre del domingo. Los lentos controles en Texas, provocados por maniobras del gobernador republicano Greg Abbott en contra del demócrata Biden, ya restringieron el movimiento transfronterizo de mercancías, pero sobre todo, la situación humanitaria en el lado mexicano sigue empeorando.
López Obrador rechazó que se instalen en México espacios de acogida para que migrantes esperen visas temporales en EEUU. Lo que dice parece un poco confundido, porque ya tiene mucho que migrantes y refugiados están esperando en terreno mexicano su permiso a entrar al país del norte.
López Obrador sugirió que los campos se instalen en los países de origen. “Que no tengan que llegar a México y cruzar a México”, dijo.
Ante la situación tan difícil en el país, la exigencia es comprensible, recuerda a una decisión de la Unión Europea muy polémica en junio, cuando la UE permitió juicios rápidos afuera de la UE para evitar que los refugiados llegaran al territorio de la alianza europea.
Eso está socavando el derecho de asilo, según afirmaciones de expertos europeos en el tema de migración. A Túnez, la UE ofreció 127 millones de euros para que ayuden en la contención de migrantes que quieren llegar a Europa.
El dinero será para el arreglo de barcos de la vigilancia costera tunecina con la meta de evitar que la gente salga en sus lanchas en el mar mediterráneo a Italia. Además, con este fondo se financiaría la deportación de migrantes de Túnez. ¿Será que un programa parecido en América Latina sobre todo ayudaría a EEUU a cerrar sus fronteras?
López Obrador quiere discutir en la cumbre sobre las opciones de crear mejores condiciones de vida para la población pobre en los países de origen. «¿Cómo garantizamos que haya empleo y prosperidad en nuestros países para aliviar el flujo migratorio?», predicó a sus colegas. Es probable que los jefes de Estado estén de acuerdo en esto, porque debería ser la meta de cada gobierno. La cuestión será si realmente arman proyectos que puedan promover esta propuesta. Si es así, sin embargo, tales proyectos sólo conducirán al éxito a largo plazo en el mejor de los casos.
La migración no se va a poder contener ni a corto ni a medio plazo. Por eso, lo más necesaria es lo que la directora de la OIM, Amy Pope, dice: “Hay que buscar caminos seguros para los que se mueven”. Eso es una tarea que todos los gobiernos tienen que asumir. Además, lo que realmente será decisivo en este momento es que estos gobiernos adoptaran una postura común frente a la restrictiva política de inmigración estadounidense.
Esto podría reforzar la posición negociadora de López Obrador cuando hable del tema con Biden, como está previsto en noviembre. Así habría una chance para México para que deje de ceder ante a las presiones de Washington y subordinarse a los intereses estadounidenses en política migratoria.
Es decir, podría ayudar a terminar que el gobierno mexicano sigua mandando la Guardia Nacional y otras fuerzas de seguridad en contra de gente, que nada más busca una vida económicamente mejor, o un refugio ante la persecución y la violencia.
Es periodista de convicción. Le encanta viajar y aprender de los distintos mundos que encuentra, aunque eso le hace más complicada la vida.
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