Algunas madres y padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa se han ido sin saber qué pasó con sus hijos. El Estado mexicano le debe una explicación a la humanidad por todos estos atropellos
Twitter: @KauSirenio
El día que la policía municipal de Iguala detuvo y desapareció a los 43 estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa y asesinó a tres de ellos, todo era un caos y no había información clara de los hechos. Así que los normalistas se reunieron en el comedor del internado en asamblea extraordinaria para definir su postura ante los medios de comunicación.
Mientras los muchachos discutían e informaban a la base de lo que sucedía en Iguala, la cancha techada de la escuela empezó a poblarse por los padres de familias de las comunidades más cercanas de Tixtla. En ese grupo se encontraba don Bernardo Campos Santos. Con su inseparable sombrero de palma daba vueltas en los pasillos de la Normal.
Más tarde, los integrantes del comité estudiantil daban los primeros detalles de los hechos: “La policía municipal reprimió a los compañeros que salieron de Ayotzinapa a Iguala a botear y tomar unos camiones que utilizaríamos a la marcha nacional el 2 de octubre, en la Ciudad de México”.
Tío Venado, como conocen a don Bernardo, papá de José Ángel Campos Cantor, esperaba atento la información que venía a cuentagotas por parte de los estudiantes esa noche:
“Los compañeros que se fueron en dos autobuses salieron a las seis de la tarde, iban 80, entre pelones (nuevo ingreso) y parte del comité de lucha y orden y disciplina”.
Esa noche y en el transcurso de la semana me encontré con los padres de familia; entre ellos: doña Minerva Bello Guerrero, madre de Everardo Rodríguez Bello; Tomás Ramírez Jiménez, padre de Julio César Ramírez Nava, y don Saúl Bruno Rosario, padre de Saúl, a partir de ese día ellos se convirtieron en mi familia, y si no me equivoco la de muchos mexicanos.
Cuando terminó la reunión antes de la medianoche, los normalistas acordaron que los exvoceros formaran una comisión de acompañamiento para mantener el control entre la base estudiantil, por lo menos esa noche. Otros se organizaron en comisiones especiales para ir a Iguala. En el primer grupo de padres de familia iba Tío Venado.
A partir de ese día empezó el caminar de los padres de los 43 estudiantes normalistas desaparecidos por el Estado mexicano que no han cesado en reclamar justicia sin que su voz tenga eco. En ese peregrinar los padres encontraron la injusticia.
La tía Minerva Bello Guerrero, madre de Everardo Rodríguez Bello; y los tíos Tomás Ramírez Jiménez, padre de Julio César Ramírez Nava, y don Saúl Bruno Rosario, padre de Saúl, se fueron sin saber qué pasó con sus hijos. El Estado mexicano le debe una explicación a la humanidad por todos estos atropellos.
¡Por que vivos se los llevaron, vivos los queremos!
Periodista ñuu savi originario de la Costa Chica de Guerrero. Fue reportero del periódico El Sur de Acapulco y La Jornada Guerrero, locutor de programa bilingüe Tatyi Savi (voz de la lluvia) en Radio y Televisión de Guerrero y Radio Universidad Autónoma de Guerrero XEUAG en lengua tu’un savi. Actualmente es reportero del semanario Trinchera.
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