6 noviembre, 2023
Por tercera ocasión en dos semanas, la Avenida Reforma de la Ciudad de México se llenó de banderas palestinas y gente reclamando al gobierno de México que rompa relaciones con Israel
Texto: Daniela Pastrana
Fotos. Arturo Contreras, Daliri Oropeza, Daniela Pastrana y Daniela Rea
CIUDAD DE MÉXICO.- A las 6.47 de la tarde, la voz en el micrófono pide un minuto de silencio por todas los 9 mil 700 gazatíes que han sido asesinados por Israel en los últimos 30 días. Entre ellos hay más de 4 mil niños, cuyas imágenes se colocan en una ofrenda en la puerta del Palacio Nacional.
Tendidos en el asfalto caliente del Zócalo capitalino, esperamos en silencio los 60 segundos mirando un cielo claro, sin estrellas, como suele ser la noche de la ciudad de México, con algunas nubes dispersas. Del otro lado del mundo, en la larga noche de Gaza, los bombardeos del gobierno que encabeza Benajamín Netanyahu no paran. Ni siquiera por la visita de Antony Blinken al Medio Oriente.
El secretario de Estado estadounidense llegó este domingo a la Cisjordania ocupada, con un mensaje para el presidente palestino Mahmud Abás: que Washington busca salidas humanitarias para los civiles en Gaza, víctimas de la feroz venganza israelí por el ataque del 7 de octubre, cometido por el grupo radical Hamás en 27 puntos del país.
El máximo diplomático del gobierno de Joe Biden viajó a la ciudad de Ramala bajo estrictas medidas de seguridad. Fue el tercer día de su gira diplomática por la región, con la propuesta de implementar pausas intermitentes en la ofensiva israelí a Gaza. Luego de Cisjordania, Blinken voló a Bagdad para conversar con el primer ministro iraquí Mohammed Shia al Sudani, en busca de distensar la tensión en toda la región.
Netanyahu ha rechazado la propuesta de hacer pausas en los combates. Y en vez de ello, las fuerzas israelíes detuvieron este domingo a varios dirigentes y activistas palestinos. Entre ellos, el líder del movimiento Fatah, Rafat Alian, detenido en Anata, en la ciudad ocupada de Jerusalén, y la activista palestina Ahed Tamimi, considerada un símbolo de la resistencia y quien fue detenida junto con su padre y su hermano en su casa en Nabi Saleh, en Ramallah, en la Cisjordania ocupada.
A más de 12 mil kilómetros de distancia, en la capital de México, miles de personas han salido a marchar, por tercera vez en dos semanas, contra el genocidio palestino cometido por Israel.
No hay edades para el juicio: «Netanyahu, asesino de los niños palestinos».
El reclamo se extiende al gobierno de Estados Unidos, que ha mantenido durante décadas su apoyo a Israel, a pesar de los crímenes de guerra documentados ampliamente por las organizaciones humanitarias y las agencias de las Naciones Unidas.
Solo en esta última avanzada, la Unicef ha dicho que Gaza es un cementerio de niños y hace unos días, el director de la Oficina del Alto Comisionadode la ONU en Nueva York renunció con una carta en la que afirma que se trata de un «genocidio de manual».
«Fuera yanquis de América Latina / Fuera sionistas de Palestina», gritan los manifestantes al pasar por la Embajada de Estados Unidos.
«¿Dónde están, donde están, las sanciones a Israel?», preguntan, en relación con la costumbre de Estados Unidos de promover bloqueos económicos y sanciones unilaterales a los gobiernos de países que, desde su perspectiva, violan derechos humanos.
«Los niños de Gaza no son una amenaza», repiten una y otra vez.
Dos horas y media después de que salió de la Columna de la Independencia, la marcha llega al Zócalo. Las consignas y las batucadas, que retumbaban en su paso por la calle de Tacuba, se ven opacadas por la verbena de calaveras que el gobierno de la Ciudad de México ha instalado con motivo del tradicional Día de Muertos,
Pero la marcha no se detiene. Las flores y las velas llegan hasta la puerta del Palacio Nacional, donde vive el presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien los manifestantes le exigen una postura más dura frente a la barbarie de Israel.
«A romper, a romper, relaciones con Israel», gritan a coro.
De entre las consignas, ya de despedida, se escucha un último grito desesperado: «¡Amlo, carajo, rompe con Netayahu!»
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