28 julio, 2023
Los OVNIs están de moda otra vez, esta vez por las revelaciones de exmilitares sobre la presunta existencia de artefactos y restos biológicos no humanos en las bodegas del gobierno de Estados Unidos. Las confesiones dieron vuelo al sospechosismo internacional
Tw: @anajarnajar
Se llama Paradise Ranch, pero los pilotos le conocen como Groom Lake, el nombre que aparece en los mapas de aviación civil.
Es un lago salado prehistórico, de unos 24 kilómetros cuadrados ubicado en la zona desértica de Nevada, Estados Unidos.
En el siglo XIX grupos de gambusinos encontraron en sus inmediaciones yacimientos de plomo y plata que se agotaron en unos cuantos años.
Todavía quedan restos de las antiguas minas, a unos kilómetros del lecho seco del lago, de superficie casi totalmente plana y de arena rocosa, amarilla y café.
Un sitio árido, agreste y de clima agresivo que, paradójicamente, es uno de los lugares más visitados por los estadounidenses.
Más aún en la última semana. Porque en el Rancho Paraíso o Lago Groom se encuentra la base aérea más famosa de Estados Unidos: el Área 51.
Desde hace más de medio siglo el lugar ha sido centro del sospechosismo internacional.
La leyenda cuenta que allí se guardan naves y seres extraterrestres recolectados por el gobierno estadounidense desde hace varias décadas.
La mayor parte de las teorías se refieren a la nave espacial que supuestamente se estrelló en 1947 en Roswell, Nuevo México.
En ese lugar el granjero Mac Brazel denunció ante el sheriff local que un objeto metálico extraño había caído en el terreno trasero de su casa.
El policía reportó el incidente al Ejército que envió a un coronel de la Fuerza Aérea para verificar.
Pero antes que él, llegaron reporteros del diario local, Roswell Daily Record quienes hablaron con el ranchero, la policía y tomaron fotos de los trozos metálicos caídos del cielo.
Cuando el militar vio el barullo que se había creado decidió llevarse los restos a su cuartel, en Forth Worth, Texas. Días después se identificó el hallazgo como parte de un supuesto globo meteorológico.
Demasiado tarde. El periódico ya había publicado que la Fuerza Aérea “capturó un platillo volador en un rancho de la región de Roswell”.
Así empezó la leyenda. Las autoridades desmintieron que se hubiera estrellado un OVNI, e inclusive el creador de los globos como el que cayó en Roswell identificó los restos.
Eran, dijo, partes del artefacto que había diseñado y que tiempo después no era un globo meteorológico, sino de espionaje.
Pero nada frenó el sospechosismo. Tiempo después surgió la versión de que los objetos encontrados en el rancho de Brazel fueron enviados al Área 51, donde supuestamente permanecen desde entonces.
La historia se recordó estos días, después que un exfuncionario de inteligencia reconoció en la Cámara de Representantes que el gobierno estadounidense tiene en su poder aparatos y restos biológicos “no humanos”.
La audiencia donde participó el militar en retiro fue ante la Subcomisión de Supervisión del Capitolio encargada de investigar los fenómenos aéreos no identificados.
Es la forma como el gobierno estadounidense suele referirse a los Objetos Voladores no Identificados, los OVNIs.
El testimonio del mayor retirado David Grusch causó escándalo. La mayoría de los medios del mundo occidental publicaron la historia, mientras que en las redes sociales de internet el tema fue uno de los más vistos y repetidos durante varios días.
En la conversación se rescataron viejas historias. Las reflexiones sobre la coincidencia en los elementos físicos, químicos y eventualmente biológicos revivieron las tesis sobre la eventual formación de vida similar a la terrestre en otras latitudes del universo.
También se destacaron videos y fotografías de supuestos OVNIs, y como suele ocurrir en circunstancias parecidas aparecieron, súbitamente, decenas de testimonios sobre nuevos avistamientos, desde Colima hasta España o Argentina.
Uno de los temas más recurrentes fue la misteriosa base Área 51. Decenas de viejos testimonios, imágenes e historias fueron rescatadas.
Una de éstas fue la filmación en blanco y negro de una supuesta autopsia practicada a dos seres extraterrestres, y que se habría hecho en el Área 51.
Pocos recordaron el origen verdadero de la instalación, creada a mediados de los años 50 -en plena Guerra Fría- como un laboratorio donde la Fuerza Aérea probó varias armas para un posible enfrentamiento con los rusos.
Fue allí donde se puso a prueba el avión espía U-2, o las aeronaves de reconocimiento A-12 OXCART y el SR71 Blackbird.
Las aeronaves tenían capacidad de volar a más de 20 mil metros de altura, casi en la estratósfera, y alcanzar velocidades superiores a dos mil kilómetros por hora.
A pesar de eso tenían la capacidad de tomar fotografías de alta precisión. Los aviones hicieron cientos de vuelos y fotografiaron el territorio de países como la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), China o Cuba.
Las operaciones se llevaron a cabo con el máximo secreto. De hecho, algunas investigaciones periodísticas y testimonios de quienes trabajaron en el sitio revelan que, por ejemplo, los pilotos sabían de sus misiones minutos antes de despegar.
No conocían la identidad de sus compañeros, a quienes se identificaban con números o claves.
Por supuesto que no podían hablar de sus actividades con nadie ajeno a las Fuerzas Armadas o los servicios de inteligencia.
Un expiloto reveló, por ejemplo, que durante varios años dijo a su familia que se dedicaba a vender licuadoras.
Además, el gobierno estadounidense negó sistemáticamente la existencia de la base.
Todo eso alimentó leyendas y teorías sospechosistas, que no se despejaron ni siquiera en 2013, cuando se desclasificaron documentos secretos sobre el Área 51.
Ahora la historia tiene un nuevo aire con las confesiones de exmilitares en el Capitolio.
Las especulaciones seguirán por algunos días, y como en otros momentos encontrarán de nuevo su cauce, al menos hasta la próxima revelación o informe.
Quizá la mejor ganancia de este nuevo episodio es la enorme cantidad de videos y mensajes en redes sociodigitales.
Los memes, sin embargo, no opacan la oportunidad de recordar una vieja canción cubana de cha-cha-chá, que paradójicamente empezó a interpretarse en medio de una oleada de avistamientos de objetos voladores no identificados sobre territorio cubano.
No eran OVNIs sino aviones espía estadounidenses, pero en las calles de La Habana fue una oportunidad -como ahora en México- para bailar y cantar esa canción de vacilón:
“Los marcianos llegaron ya, y llegaron bailando ricachá, rica chá rica chá, así llaman en Marte al cha-cha-chá”.
Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service.
Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.
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