Los huaraches de Elon Musk

16 agosto, 2024

El respaldo del dueño de X, Tesla y SpaceX a la campaña de Donald Trump no es gratuito. Elon Musk invierte en el magnate para impedir regulaciones a internet que afecten a sus negocios

Por Alberto Nájar / X: @anajarnajar

El 8 de enero de 2021 Twitter anunció la suspensión de la cuenta que Donald Trump tiene esa red social “debido al riesgo de mayor incitación a la violencia”.

En esos días el magnate se negaba a aceptar el resultado de la reciente elección presidencial que perdió frente a Joe Biden.

Dos días antes miles de seguidores de Trump asaltaron el Capitolio, sede de la Casa de Representantes y que representó el mayor ataque a la democracia estadounidense en la historia de ese país.

Para el presidente estadounidense la cuenta en Twitter era una de sus principales herramientas políticas. De hecho, una parte de su victoria electoral en 2016 se debió a su activismo en internet.

El castigo de Twitter al empresario –quien luego recuperó su cuenta- ayudó a controlar el caos político que vivía Estados Unidos por esos días. 

Tres años después Donald Trump busca la reelección con un discurso similar al que motivó su salida de internet. Pero la historia es diferente.

Jack Dorsey no es el presidente de Twitter sino Elon Musk, a quien se acusa de haber financiado el golpe de estado que derrocó a Evo Morales del gobierno de Bolivia en 2019.

Al magnate no lo marginan de la red social, al contrario: ahora recibe un trato VIP.

Hace unos días el magnate abrió el espacio de X, como ha llamado a la red social, para una entrevista con el ahora candidato del Partido Republicano a la reelección.

La conversación no tuvo mayor trascendencia, en parte porque su alcance en el ciberespacio fue menor al esperado, pero también porque Trump no aportó nada nuevo.

Pero lo importante no son las diatribas del magnate, sino la completa apertura que ha encontrado en uno de los espacios más usados en el mundo.

Musk se declaró seguidor del republicano “al 100%” como publicó días después del atentado que sufrió en Pensilvania.

La entrevista en vivo es parte de ese respaldo, como también la difusión de propaganda o críticas los adversarios políticos del republicano.

Lo más grave es lo no público, la posibilidad de que se alteren los algoritmos de búsqueda y selección de contenido para favorecer al polémico magnate.

Sucedió hace unos años con Facebook, cuando en 2016 la red social fue acusada de influir en la contienda electoral de Estados Unidos que ganó Donald Trump.

Si bien existen mayores mecanismos internacionales para evitar que eso suceda, la experiencia demuestra que no necesariamente son efectivos.

Musk tiene incentivos para estirar la liga. Uno de ellos es su perfil racista, conservador y promotor de la depredación capitalista, sin importar el costo social.

Otro es la posición de Joe Biden sobre un mayor control de las redes sociales en Estados Unidos.

El presidente estadounidense ha propuesto adoptar legislaciones similares a las de la Unión Europea, que obligan a los consorcios de internet a rendir cuentas sobre el uso de sus algoritmos, la publicidad y restringir el contenido que promueva violencia y odio, entre otros.

Trump, en cambio, es un abierto partidario de los monopolios y de grandes consorcios que dominan el ciberespacio.

En 2017, durante su gobierno, la Comisión Federal de Telecomunicaciones de Estados Unidos revocó una normativa aprobada dos años antes que protegía la neutralidad de la red, y aseguraba un acceso igualitario a internet para todos los individuos y las compañías.

La reglamentación, aprobada en el período de Barack Obama, impedía a los proveedores de servicios de banda ancha de ese país bloquear, ralentizar o dar prioridad a ciertos contenidos disponibles en línea.

Es decir, prohibía a gigantes como Google, Facebook o Twitter manipular los motores de búsqueda para favorecer a sus socios, publicistas, gobiernos o personajes con suficiente dinero para comprar sus servicios.

La norma fue restablecida este año, como parte de la estrategia de Biden hacia el ciberespacio. Por eso el abierto del dueño de X, Tesla y el consorcio aeroespacial SpaceX. 

Elon Musk no da paso sin huarache, y en el actual proceso electoral de Estados Unidos ha encontrado en Donald Trump una horma a su medida.

Nada raro en el inescrupuloso millonario, dispuesto a sacar el mayor provecho posible sin importar que con ello afecte la vida de millones de personas.

Igualito que Trump. Para decirlo a la mexicana: Dios los cría y ellos se juntan…

Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service.
Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.