Esta historia relata los límites del autocuidado y la construcción de comunidad. De reflexionar sobre la complejidad de las interacciones humanas.
Texto: Andrea Sarmiento Pastrana
CIUDAD DE MÉXICO. – Los espíritus de la isla es la historia de Pádraic y Colm, dos hombres que habitan en un pequeño pueblo en Irlanda durante la primera mitad del Siglo XX y que han sido amigos de toda la vida. Un día Colm decide que ya no quiere juntarse con Pádraic y le pide, cordialmente, que no vuelva a hablarle. Ahí es donde empieza el conflicto.
La película protagonizada por Colin Farrell y Brendan Gleeson compite en nueve categorías diferentes en los Premios de la Academia de 2023, entre ellas Mejor película y Mejor director.
Martin McDonagh, el director, nos presenta ambos puntos de vista de un dilema sobre las relaciones humanas. Por un lado, el de un hombre a quien su mejor y único amigo le dice que su personalidad ya no le resulta interesante, que la convivencia con él le impide avanzar en sus intereses personales; por el otro, tenemos a quien decide alejarse de alguien que ya no le aporta nada y de una relación que ya no le genera ninguna felicidad.
Si los analizamos por separado, los dos tienen justa razón para sentirse como lo hacen. Es normal que Pádraic se sienta traicionado, también que busque recuperar la única amistad cercana que ha logrado formar; es entendible que se deprima y se desespere, pues el otro se alejó por un rasgo de su personalidad (es aburrido), no por algo que haya hecho. En contraparte, Colm está en todo su derecho de distanciarse de alguien con quien ya no se siente cómodo, y nadie debe sentirse obligado a quedarse donde no quiere estar.
El problema no es lo que piensan, sino cómo lo expresan. Los dos hombres actúan priorizándose a sí mismos, lo cual es sano hasta que se cruza la delgada línea entre ponerse a uno primero y lastimar al de al lado.
La película nos enseña la importancia de soltar. Comprender que no todas las personas que queremos estarán ahí para siempre; los romances, las amistades e incluso la familia pueden alejarse eventualmente. No tenemos que dar a las personas por sentado, porque las personas con quienes convivimos ahora pueden ya no estar en un futuro a nuestro lado. Es así como funciona la sociedad.
Esto es algo que a Pádraic le cuesta asimilar, principalmente porque Colm es su único amigo; durante todo el filme hace hasta lo imposible para recuperar el afecto de su compañero.
Puede ser difícil captar que hay círculos en los que no encajamos. A veces nos presionamos tratando de permanecer con gente a la que idealizamos y nos cuesta ver que nuestras personalidades pueden no ser tan compatibles como pensamos. Por ello es importante aprender a estar solo; darnos el tiempo de aceptarnos y autoconocernos para poder establecer el tipo de relaciones que realmente buscamos y no acostumbrarnos a conformarnos con lo que llegue. Tanto en relaciones amorosas como amistosas sucede lo mismo, tendemos a mantenernos con alguien por la pura idea de estar en una relación, más que por la otra persona.
Esto es lo que ocurre en Los espíritus de la isla, Pádraic se aferra a la ilusión de tener un amigo cercano, sin importarle que el otro le repita múltiples veces que ya no quiere juntarse con él.
A medida que el filme avanza vamos conociendo el interior de cada personaje, vemos que realmente ambos hombres se encuentran en una situación emocional similar. Colm y Pádraic accionan desde la soledad, desde la angustia por el futuro y desde la depresión que les genera vivir en un lugar tan pequeño, con poca gente y sin cosas que hacer.
El filme muestra a una sociedad triste, donde reinan los chismes y las agresiones, cosa que no ayuda a nuestros personajes para salir adelante. El problema crece como bola de nieve; lo que comienza como un pequeño malentendido evoluciona en forma de violencia y acoso.
Pero lo que la cinta nos plantea no es únicamente que aprendamos a vivir con la soledad, también es importante que formemos lazos de confianza con otras personas. Los humanos somos seres sociales, que buscamos distintas formas de comunicarnos y relacionarnos.
Por ello requerimos hallar gente que nos complemente y no quedarnos con la primera persona que encontramos solo para no sentirnos solos, más bien, hay que buscar a quienes nos aceptan tal como somos y aprender a soltar los ciclos que ya concluyeron.
Los espíritus en la isla refleja la complejidad en las interacciones humanas. Enseña la trascendencia de nuestros actos sobre quienes nos estiman y nos permite reflexionar las actitudes que tenemos, a veces sin darnos cuenta, que lastiman al resto más de lo que pensamos.
Me gusta escribir lo que pienso y siempre busco formas de cambiar el mundo; siempre analizo y observo mi entorno y no puedo estar en un lugar por mucho tiempo
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