Los deseos de unos Reyes Magos jóvenes

5 enero, 2020

Los reyes magos que participan en las romerías de la CDMX siguen practicando el "blackface" una práctica racista que data de varios años atrás y que, muchas veces por ignorancia, permanece en la cultura mexicana.

En la romería navideña de la alcaldía Cuauhtémoc, un grupo de jóvenes se ponen barbas y largos vestuarios para convertirse en Reyes Magos y escuchar los deseos de los niños. Algunos son tan jóvenes que podrían ser quienes reciban los regalos. Trabajan para una longeva organización de fotógrafos que luchan por mantener viva una tradición heredada por sus padres

Texto y fotos: María Ruiz

Cae la tarde en la Romería Navideña de la alcaldía Cuauhtémoc y en los escenarios todavía no están ni Melchor, ni Gaspar ni Baltázar. En su lugar hay varios grupos de jóvenes y adolescentes que entre bromas, y una que otra botana, preparan los escenarios para los niños que los lleguen a visitar.

Esos mismos adolescentes se pintan las caras, y se cambian con túnicas y esponjadas barbas para convertirse en Reyes Magos.

“Aquí tenemos un patrón que nos trae a varios chavos y nos acomodan en cada stand. Venimos por dinero para ganarnos feria honradamente como nos gusta. Yo puedo llegar cada temporada y me dan trabajo”.

Kerim Ismael Vicente es un adolescente de 17 años, que viene de Ecatepec, Además de ser Rey Mago trabaja en un taller mecánico. Cuenta que por problemas económicos no puede estudiar, pero quiere retomar sus estudios.

 “Ahorita que estoy de Rey Mago se me olvida todo lo que traigo adentro de mí”.

-¿Qué le pedirías a los reyes magos?

-Tranquilidad, tengo problemas familiares; que se arreglaran. Ser feliz con mi familia y no tener problema con ellos.

Cuando Kerim se convierte en Melchor, los niños le piden que les ayude con su tarea. O teléfonos celulares. Pero recalca que lo que piden más son juguetes: “carritos, muñecas, peluches, bebecitos chicos”.

Junto a otros 90 adolescentes, Kerim Vicente trabaja para la Organización de Fotógrafos de Cinco Minutos e Instantáneas del Distrito Federal, la cual existe desde hace más de medio siglo.

La mayoría de los fotógrafos que hoy conforman la organización comenzaron a trabajar en las Romerías Navideñas cuando eran niños. Le ayudaron a sus padres en ese entonces y con el tiempo se volvieron los dueños del negocio y amigos de toda la vida.

“Yo tenía 9 años cuando empecé a trabajar aquí. Me enteré (que no existían los reyes) porque vi prácticamente como iban entrando mis papás con los juguetes, pero aquí sentí bonito por la ilusión e inocencia de los niños”, recuerda Helio Reyes,  fotógrafo y encargado de un escenario.

Al igual que Reyes, el señor  Efraín Hernández comenzó a trabajar con su padre a los 9 años.

“Fue una bonita impresión, sobre todo en la Alameda, estando entre árboles, en escenarios pequeños porque todos los días los montábamos y guardabamos”, recuerda el señor Hernández, designado como vocero para esta edición. 

Ahora el negocio es distinto. La Romería, después de varias mudanzas de sitio, se asentó en los alrededores de la Alcaldía/Delegación Cuauhtémoc. Además los puestos ya no son pequeños ni transportables, son enormes y cuentan con figuras gigantes de nacimientos o personajes animados de películas infantiles. Y otro detalle, las fotos son digitales.

Gibran, 25 años.
Fernando de Coatepec, 15 años.
Juan Carlos de Tecama, 16 años.
Alan de Ojo de Agua, 19 años.

Efraín Hernández explica por qué la mayoría de los Reyes Magos son jóvenes:

“Los jóvenes son a los que les gusta esto. Ya a las personas más adultas como que no les gustó, prefirieron retirarse porque no estuvieron dispuestos a atender bien a los niños”., En cambio los jóvenes, explica, son más receptivos en la forma en qué deben tratar bien a los niños”.

Algunos, cuenta el fotógrafo, llevan casi dos años pero al menos una tercera parte son nuevos y entre ellos van incorporando a sus amigos.

Hernández cuenta que como muchos de los jóvenes son nuevos no les permiten dar entrevistas, sin embargo muchos de ellos están ávidos por contar sus historias y salir en fotografías.

Uno de ellos es Juan Carlos, de 21 años, conocido también como Vikingo Junior. Cuando no es Rey Mago es Santa Claus o uno más de los integrantes de una de las dinastías de la lucha libre mexicana.

A Juan Carlos le gusta resaltar y salir de lo común, por ello todos los días acude al puesto de pintacaritas más cercano a su escenario y le pide a la chica que le pinte unos ojos en sus párpados, así cierra los párpados y parece que tiene los ojos abiertos. Con eso divierte a los niños. 

Juan Carlos tiene una petición especial para los Reyes Magos: volver a ver a sus tíos. 

«Uno falleció hace 10 (años); otro, hace cinco. Yo les pediría verlos de nuevo, que me los regresaran otra vez».

Esteban también es Rey Mago. Con lo que junte de este trabajo se va a comprar un banco, tintas, un pedal y una fuente, todo esto porque está por poner su estudio de tatuajes por el Mexibus Ojo de Agua, cerca de Ciudad Azteca. También planea hacer una marca de tenis y ropa y regresar a estudiar. Para este joven de 21 años, ser Rey Mago le brindará la oportunidad de continuar con sus sueños.

Foránea siempre, lo suyo es lo audiovisual y el periodismo es la vía por donde conoce y cuestiona al mundo.