Los mejores cuentos de Sosa Villada son aquellos mayormente impregnados de erotismo, de aquello desconocido que se sabe por rumores
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Soy una tonta por quererte (Tusquets, 2021) es la más reciente publicación de la argentina Camila Sosa Villada, constituido por nueve cuentos en los que aparecen una travesti dedicada al teatro pese a la afronta de sus padres, un niño abusado sexualmente que se convertirá en futura prostituta, una travesti trabajadora sexual que relata el encuentro con jóvenes atléticos y adinerados, a quienes les robará dinero para cocinar exquisitos postres para sus amigas; un par de travestis mexicanas que llegan a ser grandes amigas de Billie Holiday y comparten con la cantante pieles que ella les regaló y momentos de fuga en redadas policiacas; una niña a la que su abuela le esboza las maravillas de poseer una piel morena, para después apuntar con un rifle a los sujetos que están por llegar en una camioneta; una novia de alquiler que prestará sus servicios a jóvenes homosexuales guapos y ricos, quienes deberán comprobar su heterosexualidad en reuniones sociales; una travesti acogida por monjas; al final, un cuento malogrado, aburrido, de una mujer con su familia (marido e hijo) en donde se mezclan actualidad y futurismo.
Tal vez este último, “Seis tetas”, sea el cuento menos logrado de Soy una tonta por quererte, en el que abundan diálogos innecesarios, un hilo conductor aburrido y una historia que se hace pesada por plana, aunque es el único que se viste de ciencia ficción. La ciencia ficción, se deduce, no es el campo de Sosa Villada, pero puede notarse, por otro lado, la experimentación, una experimentación que no resultó ser exitosa.
El penúltimo cuento, sobre Juan de la Vega Galindo (Cotita de la Encarnación), un personaje mexicano que existió en la Nueva España, es uno de los mejores cuentos de este libro, Sosa Villada aprovecha y exprime el erotismo. Sin duda sus cuentos eróticos son los mejores, como en “La noche no permitirá que amanezca”, “Mujer pantalla” y la misma “Cotita de la Encarnación”, en donde menciona: “Les enseñé a desear, a respirarme cerca y decirme cosas bonitas mezcladas con porquerías. Los acostumbré a la suciedad del amor, a su olor a caca, a los picores y goteos, a las pústulas, las ampollas y las fiebres, a la costra y a la roncha, a los ardores, a los cardenales que quedan después de pelearse cuerpo a cuerpo con otro. Los acostumbré a la sangre y al aliento limpio de beber tanta agua y mascar tanta menta, a lubricar con el moco de las pencas, a comer frutas mientras con nuestro fornicio faltábamos el respeto al dizque dios y al dizque rey. Les enseñé a perder la vergüenza”.
Un buen libro de cuentos —algunos—, pero no lo mejor de Sosa Villada. Sin duda, lo mejor de su narrativa se encuentra en Las malas (Tusquets, 2019), y de poesía, en La novia de Sandro (Tusquets, 2015), este último, si bien está catalogado como poesía, también puede ser visto desde la narrativa, pues incluye textos en prosa que son, por mucho, mejores a varios de los cuentos incluidos en Soy una tonta por quererte.
Definitivamente a Sosa Villada le van mejor los cuentos breves, así sean considerados poemas, prosa poética, como en los incluidos en La novia de Sandro, y de extensión corta, que hubiera esperado en Soy una tonta por quererte.
Sus cuentos largos tienden a la distracción innecesaria —a los datos de sobra que bien pueden retirarse, podarse— alejándola de la elemental contundencia que requiere el cuento, y si se hace un cuento largo, debe haber un ritmo constante que aleje del aburrimiento y mantenga el interés, y ese deber esta en función de la creatividad, no es una obligación. Esa licencia, la de ahondar y abundar en descripciones y diálogos, bien puede pertenecer a la novela, que requiere de mayor extensión, y en donde Sosa Villada lo manipula esplendorosamente en Las malas, pero los datos de sobra en un cuento suelen aburrir al lector, se aleja de la contundencia y brevedad, como sucedió con este libro. Más fatídico aún cuando los diálogos y las descripciones son planas, como en el cuento arriba mencionado, “Seis tetas”. Hay una sensación de obligatoriedad, más que de disfrute por la lectura, un síntoma no deseable para el lector.
Los dos únicos cuentos largos, en los que la extensión no opacó a la historia, son, el cuento que lleva el título del libro, y “Cotita de la Encarnación”, donde la escritora trasladó su narrativa a otros tiempos, a otros espacios.
Repito, los mejores cuentos de Sosa Villada son aquellos mayormente impregnados de erotismo, de aquello desconocido que se sabe por rumores, que son los tres ya mencionados; “La merienda” también es un buen cuento, en el que se nota la diferencia de la voz narrativa, que en muchos otros de estos relatos pudiera llegar a ser muy parecida.
Si no se ha leído a Camila Sosa Villada, recomiendo empezar por Las malas o por La novia de Sandro, libros en donde no hay decepciones, sino satisfacción por un excelente manejo de la palabra.
Évolet Aceves escribe poesía, cuento, novela, ensayo, crónica y entrevistas a personajes del mundo cultural. Además de escritora, es psicóloga, periodista cultural y fotógrafa. Estudió en México y Polonia. Autora de Tapizado corazón de orquídeas negras (Tusquets, 2023), forma parte de la antología Monstrua (UNAM, 2022). Desde 2022 escribe su columna Jardín de Espejos en Pie de Página. Ha colaborado en revistas, semanarios y suplementos culturales, como: Pie de Página, Nexos, Replicante, La Lengua de Sor Juana, Praxis, El Cultural (La Razón), Este País, entre otros. Fue galardonada en el Certamen de ensayo Jesús Reyes Heroles (Universidad Veracruzana y Revista Praxis, 2021). Ha realizado dos exposiciones fotográficas individuales. Trabajó en Capgemini, Amazon y Microsoft. Actualmente estudia un posgrado en la Universidad de Nuevo México (Albuquerque, Estados Unidos), donde radica. Esteta y transfeminista.
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