¿En qué condiciones laborales se encuentran quienes trabajan en el sector audiovisual y cinematográfico?. Se presenta la primera investigación sobre violencias de género y desigualdades en la industria cinematográfica
Texto y fotos: Isabel Briseño
CIUDAD DE MÉXICO.- El 46 por ciento de la gente de entre 25 y 44 años que trabaja en la industria fílmica experimenta inestabilidad emocional, depresión y sobre todo una inestabilidad económica por no tener prestaciones sociales.
El dato anterior es resultado de la investigación presentada en el libro “Trabajar en la industria fílmica: experiencia laboral y costos subjetivos” pone el ojo sobre las condiciones laborales que viven las y los trabajadores de la industria cinematográfica.
“El libro es producto de muchos años de estar batallando con las violencias de género en los medios audiovisuales”, dice Cristhian Calonico, Director de PROCINE CDMX e investigador del libro.
La iniciativa de la investigación surgió con El Fideicomiso para la Promoción y Desarrollo del Cine Mexicano en la Ciudad de México (PROCINECMX) y la Universidad Autónoma de Querétaro, en colaboración con La Gremia – Red de mujeres en el cine y la TV, después de experimentar y recibir diversos casos sobre violencia de género en los espacios de trabajo.
A través de encuestas realizadas en la Ciudad de México, se obtuvieron resultados que permiten conocer más a fondo, cómo funciona el medio audiovisual laboralmente en este país.
“Lo que no se nombra no existe, y si no hablamos sobre las violencias que existen en la industria cinematográfica, no hay manera de componer, de arreglar”, dice Patricia Arriaga, escritora, directora y productora mexicana.
La creadora de Bizbirije y el Diván de Valentina, cuenta que después de leer el libro experimentó una profunda tristeza por dos temas. El primero, lo descorazonante que resulta la industria fílmica para trabajar, particularmente en personas menores de 45 años.
“A la gente más joven le parece una experiencia traumática trabajar en la industria fílmica audiovisual”
Y por otro, otra cosa preocupante también es la que tiene que ver con los temas laborales, que se resume en una sola palabra: injusticia, o sea la precariedad, la incertidumbre, los bajos salarios, el clasismo, el racismo, la explotación.
El costo humano que deja la producción de los productos audiovisuales es alto para las mujeres y para las disidencias: 46 por ciento de las mujeres experimentan depresión o frustración, al realizar su trabajo contra un 24 por ciento de hombres. El 87 por ciento de las mujeres piensan que no hay empatía y solidaridad entre las y los compañeros de trabajo. 55 por ciento de las mujeres han pensado en abandonar el medio a diferencia de un 38 por ciento de los hombres y el 90 por ciento no binario transgénero.
“El libro habla sobre cómo se ha normalizado la violencia laboral en particular respecto a la brecha salarial entre hombres y mujeres y sobre la violencia sistémica. La manera en que la industria tiene más ganancias, es gracias a las y los trabajadores precarizados”, señala Arriaga.
La directora con amplia trayectoria pone un ejemplo: el esquema de subcontratación de Netflix en México que no genera ninguna responsabilidad en nadie y como es que nadie vela por los derechos de los trabajadores que laboran dentro de un modelo económico en donde ahora todo es outsourcing.
La misma Patricia Arriaga trabajó 18 años en canal 11 como prestadora de servicios sin ninguna prestación.
¿Qué se puede hacer con el diagnóstico presentado en el libro?
Arriaga habla sobre la conciencia de clase:
“Nos sentimos muy acá por trabajar en la industria del cine pero somos prestadores de servicios. Aunque nos paguen mucho dinero, somos trabajadores a destajo, somos jornaleras y jornaleros”
Patricia indica que al no asumirse como trabajadores de la industria cinematográfica, fílmica o audiovisual, no se puede demandar el respeto que merece cada trabajador, es decir, dignificar el trabajo.
El libro también menciona que hay que presionar por políticas públicas y que existan protocolos, pero no existen herramientas para hacer que eso se pueda exigir. Patricia cree entonces que es fundamental la creación de un sindicato.
Arriaga forma parte de “UNICA” el sindicato de Unión Nacional de la Industria Cinematográfica y Audiovisual que tiene por objetivo unir absolutamente a todos los gremios de la industria para poder defender sus derechos laborales.
Durante la presentación del libro realizada en los estudios Churubusco, la periodista Daniela Pastrana reflexionó sobre cómo es que esa precariedad laboral se extiende también sobre el gremio periodístico y respecto a la necesidad de que también se abra una discusión al respecto entre las y los periodistas.
“En la medida en la que por un lado se va precarizando el trabajo, por otro lado se va monopolizando el relato de lo que se nos está contando como parte de nuestra realidad y de pronto nos damos cuenta que estas profesiones a las que nos dedicamos, les han arrebatado la función social”, dijo la directora de Pie de Página.
La fundadora de la Red de Periodistas de a Pie, lamentó la inexistente vida sindical en el periodismo.
“En la medida en la que tuviéramos conciencia de que somos trabajadores y de que tenemos derechos y de que cada vez que perdemos un derecho alguien tiene una ganancia, seríamos conscientes de que no solo se afecta nuestra propia vida, sino también la vida de una sociedad”, explicó Pastrana.
Para la periodista, es importante primero tomar conciencia, segundo organizarse para entonces ver cómo van a ser las luchas y las resistencias para cambiar la realidad.
la investigadora y productora Jacaranda Correa, quien también participó en la presentación del libro hace énfasis en un dato del anuario del IMCINE que dice que de las mil 846 personas que trabajan en la industria audiovisual, el 61% son hombres y el 36% mujeres y solo el 3% personas no binarias transgénero o con otra identidad sexo genérica.
De acuerdo con la investigadora, esta inequidad en la brecha de género provoca desigualdad que a su vez, abre la puerta a diversos tipos de violencias, como la desigualdad en los puestos de trabajo y en los salarios.
Correa compartió también que es alarmante que durante la investigación no se pudieron establecer los tabuladores de salarios porque la gente tuvo miedo de compartir esa información por temor a algún tipo de represalia.
La periodista, recalcó la importancia de la conciencia de clase para no caer en conceptos engañosos que pareciera que dan autonomía pero que en realidad implican un doble o triple esfuerzo.
Jacaranda puso como ejemplo el capítulo que se llama el artista y el emprendedor, en donde dice que el trabajador independiente debe de dar cuenta desde esta óptica de una disposición para ser auto empleable, de su autonomía y flexibilidad, de sus actitudes emprendedoras, de su inventiva y de su capacidad creativa y resiliente.
“Se adorna la figura de las y los trabajadores independientes, no solo se les niegan los derechos, sino que se resalta el principio de autonomía como una expresión de la emancipación de las personas, la libertad y la flexibilidad, se asume que las y los trabajadores poseen un amplio margen de libertad ya sea para negociar los contenidos de sus contratos o las condiciones para emprender sus proyectos individuales, pero no hay nada más falso”, dice la periodista.
Finalmente la conductora del programa Debate 22, celebró la posibilidad de que los trabajadores puedan organizarse para la defensa de los derechos laborales.
“No hay manera de avanzar y de pelear y de negociar nuestros contratos y nuestra forma de trabajar, si no es uniéndonos y trabajando en conjunto a través de la asociación gremial”, apuntó Correa.
Nunca me ha gustado que las historias felices se acaben por eso las preservo con mi cámara, y las historias dolorosas las registro para buscarles una respuesta.
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