5 junio, 2019
La amenaza del presidente de Estados Unidos para sancionar con aranceles a México no es una finta más del magnate. Detrás de la intentona hay algunas razones que inquietan a la Casa Blanca. El costo sería muy elevado. Convencer a Trump es un reto a la habilidad política de López Obrador
Realmente fue una sorpresa. Al llegar al balcón reservado para los periodistas encontré un auditorio casi vacío, apenas con un legislador en tribuna y algunos ayudantes.
Era el recinto principal de la Cámara de Representantes en Washington, DC, durante los días finales de la aprobación definitiva del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Un legislador entró y se instaló en su curul. Y entonces, a una señal de los ayudantes del Capitolio, empezó a hablar, pausadamente al inicio pero luego su discurso subió de tono.
Parecía realmente molesto. Movía las manos, agitaba papeles, volteaba a su alrededor. Pero no había nadie. Sólo una cámara de televisión que transmitía el “debate” por el canal legislativo.
Unos minutos después terminó su mensaje. Para ese momento otra cámara ya enfocaba a un nuevo representante.
La escena se repitió: a una señal de los ayudantes el nuevo legislador empezó a rebatir a su antecesor quien ya volvía al restaurante a continuar su almuerzo.
Parecía el set de una comedia, y ciertamente lo era. Porque esos días de noviembre de 1993 se suponía que en el Capitolio se libraba una intensa batalla para modificar el acuerdo comercial firmado meses antes por el expresidente George Bush.
Pero el debate estaba en otro lado, entre los enviados de los gobiernos de México y Estados Unidos. Y sobre todo, de los representantes empresariales de los dos países.
Lo que sucedía en el recinto del Capitolio era una escena para la televisión, una forma de convencer a los electores que sus representantes se partían el lomo para defender los intereses del pueblo estadounidense.
Recuerdo la anécdota ahora que otro paladín del rating y el Twitter amenaza con imponer aranceles a las exportaciones mexicanas, si el gobierno de Andrés Manuel López Obrador no detiene el flujo de migrantes irregulares y drogas.
El presidente Donald Trump dijo que a partir de este lunes 10 de junio impondrá un arancel de 5% a las mercancías de México, cantidad que aumentará progresivamente hasta llegar a 25 puntos en octubre.
El anuncio encendió la alerta roja en el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien de inmediato envió a la capital estadounidense al canciller Marcelo Ebrard y al secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, para tratar de parar la intentona del magnate.
Una guerra comercial, insiste López Obrador, no le conviene a nadie, y en eso coinciden empresarios y senadores del Partido Republicano, que amenazaron con vetar la implementación de los aranceles.
¿Se puede salir con la suya el “Hombre Naranja”, como algunos llaman a Trump?
Sí, aunque el costo sería muy alto no sólo en términos económicos, sino también en el respaldo que podría perder en los estados con mayor intercambio comercial con México.
Porque de progresar la sanción el gobierno mexicano está obligado a implementar medidas de reciprocidad, es decir, aplicar aranceles a las exportaciones de Estados Unidos.
Y eso no le conviene a estados como Texas, o Nuevo México, por ejemplo, que son los mayores proveedores de carne de cerdo a nuestro país. Los ganaderos de allí dependen de los consumidores mexicanos.
O el caso de Misuri, Kansas, Iowa o Nebraska que envían prácticamente toda su producción de maíz amarillo al vecino país.
A esto debe sumarse el aumento de precios en las mercancías que consumen los estadounidenses. Cálculos de la Cámara Americana de Comercio revelan, por ejemplo, un impacto inmediato de 5 mil 500 millones de dólares sólo en Texas, por ejemplo.
De aplicarse por completo el arancel, es decir al 25%, el costo para el mercado estadounidense sería de al menos 100 mil millones de dólares.
Una buena cantidad de dinero que pagarían los estados que más dependen del comercio con México, y que para Trump representan un virtual granero de votos para su causa.
¿Lo pondrá en riesgo? Quién sabe. La lógica dice que no debería tomar la apuesta, pero el magnate funciona muy distinto al sentido común.
En todo caso lo que debería hacer la delegación mexicana es encarecer el costo de la medida como, se supone, ya lo están planeando.
Es un camino conocido. A principios de 2018 la Casa Blanca impuso aranceles a las exportaciones mexicanas de acero y aluminio. En represalia México sancionó las compras de maíz y soya.
La presión de los agricultores ayudó a solucionar el problema. Una estrategia similar puede aplicarse ahora, con el añadido de que, tras las negociaciones del T-MEC (las siglas del nuevo TLC) el gobierno de López Obrador tiene más claro cuáles son los condados que más necesitan el comercio con México.
La idea debería ser, entonces, presionar en el sitio adecuado. Y para eso se requiere, además de la elocuencia de los miembros de la delegación en Washington, el respaldo de los empresarios en este lado de la frontera.
Hasta ahora, al menos en el discurso, existe la disposición en las cúpulas del sector privado de apoyar al presidente López Obrador. A las palabras deberían sumarse acciones concretas.
De cualquier manera la intentona de los aranceles representa la primera gran crisis para el gobierno de AMLO.
No sólo por el volumen de dólares en juego –el año pasado las exportaciones a Estados Unidos fueron de 380,000 millones- sino porque, sorprendentemente, esta vez “El Hombre Naranja” tiene algo de razón.
El número de migrantes irregulares que cruzan diariamente a Estados Unidos es el más alto de la década. Casi todos son centroamericanos que cruzaron México sin problemas.
Además de la cantidad, para la Casa Blanca existe un elemento que encendió sus alertas: a diferencia de la migración de otros años cuando las personas cruzaban como podían la frontera, ahora lo hacen de manera organizada, en grandes grupos.
La semana pasada, por ejemplo, unos mil 500 pasaron por un hueco de la cerca entre Ciudad Juárez y El Paso, Texas. Tardaron 10 minutos según reportó la Patrulla Fronteriza.
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Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service.
Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.
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