El pleito de Carlos Loret y el presidente Andrés Manuel López Obrador encubre la raíz de la violencia contra periodistas en México. El debate politiquero abre la puerta a las siguientes agresiones
Twitter: @anajarnajar
El mensaje supera la definición de cinismo.
Durante un foro en la plataforma Space de Twitter la diputada Margarita Zavala se mostró solidaria con la periodista Carmen Aristegui.
El encuentro virtual se llamó “Todos somos Loret” y fue una respuesta a la decisión del presidente Andrés Manuel López Obrador de revelar los supuestos ingresos anuales del polémico comunicador.
Zavala presumió en Twitter su participación. “Hoy intervine para denunciar los atentados a la libertad de expresión a quienes disienten”, escribió.
Horas antes su marido Felipe Calderón había publicado algo similar. “Solidaridad con Carlos Loret. No es su libertad, sus derechos e inclusive su vida la que el presidente ataca y amenaza” dijo.
“Es la libertad, la vida y los derechos de los periodistas y de todos los mexicanos los que están en riesgo”.
Los mensajes causaron polémica. La usuaria Marisa Soviética (@MargmGudi) recordó en Twitter a Zavala que es “de memoria muy corta y de lengua muy larga”.
Y Calderón acumuló una larga lista de críticas por lo que pareció una súbita -y conveniente- pérdida de memoria:
Durante el período que ocupó el gobierno de México la periodista Carmen Aristegui fue echada de su espacio en MVS Radio, después de que preguntó sobre una eventual adicción al alcohol del mandatario.
El profundo cinismo de estos incongruentes personajes muestra la forma como se ha utilizado políticamente la violencia contra periodistas en México.
En lo que va de este año, al menos tres colegas han sido asesinados por una probable relación con su actividad periodística: Margarito Martínez y Lourdes Maldonado en Tijuana, Baja California, así como Heber López Vázquez en Salina Cruz, Oaxaca.
Coincidentemente, el mismo día que ocurrió este crimen Andrés Manuel López Obrador difundió en su conferencia de prensa matutina los datos sobre el presunto salario de Loret de Mola en 2021.
De acuerdo con el presidente el polémico comunicador obtuvo ingresos por 35 millones de pesos a través de distintas fuentes: Televisa, Latinus, W Radio y el diario The Washington Post.
La revelación enfureció a los comunicadores más críticos del presidente, y desató varias campañas de odio en redes sociales de internet.
Algunos inclusive acusaron a López Obrador de promover agresiones a periodistas con las críticas que suele hacer en sus conferencias de prensa matutinas.
Parte de la tormenta fue el encuentro en Space, donde los moderadores censuraron comentarios críticos a Loret y privilegiaron la versión de promotores de la violencia como la esposa de Calderón.
Fue una tormenta de élites que opacó el fondo del problema: las agresiones a periodistas no cesan. Y la mayoría de los ataques ocurren fuera de Ciudad de México.
De hecho, ni uno solo de los 147 periodistas asesinados laboraba en la capital del país. La violencia proviene fundamentalmente de autoridades locales en varios niveles.
Es el caso de Heber López. Uno de los presuntos autores de su asesinato es hermano de una agente municipal de Salina Cruz a quien el periodista había criticado en varias ocasiones.
Hasta ahora la conversación se ha concentrado en el pleito de Loret de Mola y el presidente. Inclusive algunas de las protestas por los asesinatos de colegas se han contaminado por el debate político.
En la Cámara de Diputados, por ejemplo, un grupo de reporteros dio la espalda a la tribuna cuando participaba el diputado Hamlet García Almaguer, de Morena.
Varios de los comunicadores que participaron presumieron en Twitter que fue una movilización contra “el maltrato” del grupo mayoritario en la Cámara.
Lo mismo ocurrió en el Senado, donde varios comunicadores abandonaron una conferencia de prensa convocada por legisladores de Morena.
Y en Querétaro reporteros locales increparon a diputados de ese mismo partido en protesta, juraron, por las críticas del presidente en las conferencias de prensa mañaneras.
Los indignados periodistas olvidaron que la violencia ha ocurrido durante gobiernos de todos los partidos políticos.
De hecho, las primeras agresiones empezaron cuando el Partido Acción Nacional (PAN) gobernaba el país. Un ejemplo es Alfredo Jiménez Mota, reportero de El Imparcial de Hermosillo desaparecido en 2005.
En ese tiempo el presidente de México era Vicente Fox. En el período de su sucesor, Calderón Hinojosa, fue detenido injustamente el periodista Jesús Lemus quien publicó una serie de historias donde se vinculaba a una hermana del impresentable personaje con Servando Gómez, La Tuta, uno de los líderes del cartel de narcotráfico conocido como Los Caballeros Templarios.
Es correcto exigir al presidente que asuma la responsabilidad que toca a su gobierno y adopte las medidas necesarias para terminar con la raíz del problema: la impunidad que supera el 98 por ciento de las agresiones.
También es conveniente recordar que la palabra de un político tan poderoso como López Obrador tiene peso, especialmente para sus seguidores.
No han sido pocos los casos en que periodistas que le formulan preguntas incómodas en las conferencias de prensa matutinas reciben ataques y amenazas en redes sociales de internet.
Pero al mismo tiempo es urgente alejar el tema de la politiquería. Concentrar las protestas en López Obrador y olvidar la responsabilidad de autoridades locales sólo abona a que la violencia se perpetúe.
Aceptar o promover que políticos agresores utilicen el tema para su beneficio es abrir la puerta al siguiente crimen.
Los periodistas no son botín electorero. Las víctimas de la violencia que padecen no son sólo sus familias, el gremio o los medios donde colaboran.
Esas agresiones afectan a la sociedad entera. Hace mucho se decidió, y no en México, que entre los responsables de garantizar el derecho a la información se encuentran los periodistas.
Una sociedad que sabe, que pregunta, resuelve sobre los temas que le competen y combate la opacidad es un espacio libre y democrático.
Lo contrario es oscuridad, violencia. Cada agresión a un periodista y la falta de castigo vulnera un trozo mayor de la paz tan necesaria y ausente en este país roto.
Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service.
Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.
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