Lomas Taurinas, antes de Colosio

8 junio, 2019

La colonia en la que hace 25 años mataron a Luis Donaldo Colosio se encuentra en una hondonada rodeada por barrancas colmadas de casitas que están en construcción desde esos años. En una de ellas vive Agustín Pérez. A sus 89 años, el hombre jura que ha fundado unas 88 colonias en Tijuana

@ignaciodealba

“¿Usted sabe cuál era el único político que iba a cambiar todo?” me pregunta Julio Pereira, y antes de que se me ocurra una respuesta se contesta solo: “el que mataron”. En otro contexto su frase pudo ser un chiste, pero me lo dice muy en serio: estamos frente a la estatua de Luis Donaldo Colosio en la colonia Lomas Taurinas, el monumento está en el lugar exacto donde ocurrió el crimen del candidato priísta.

Pereira asegura que él estuvo en el evento donde Colosio fue asesinado. “Nomás de acordarme se me enchina el cuero machín” me dice el hombre, cuando habla del 23 de marzo de 1994. Es uno (de muchos) de los habitantes de Lomas Taurinas que aseguraron haber asistido al mitin; unos juran haber tocado al candidato.

Lomas Taurinas está a pocos kilómetros de la frontera con Estados Unidos, muy cerca al aeropuerto de Tijuana. Contrario a lo que promete su nombre, la colonia se encuentra en una hondonada rodeada por barrancas colmadas de casitas que están en construcción desde que Colosio era candidato. En el fondo del terreno está la casa de Agustín Pérez, quien asegura haber tomado del brazo al candidato asesinado.

Pérez es, además, el fundador de la colonia Lomas Taurinas. A sus 89 años, el hombre jura que ha fundado unas 88 colonias en Tijuana. Él se describe como un incansable luchador social, sus críticos lo tildan de invasor. En lo que todos están de acuerdo es que es un auténtico priísta, recientemente convertido al lopezobradorismo.

Entre las más recientes creaciones de Pérez y su organización (Coalición de Colonias Populares) está la colonia Enrique Peña Nieto, con su respectivo jardín llamado Angélica Rivera. El hombre me platica que está llevando a cabo la construcción del barrio Andrés Manuel López Obrador, también con una pequeña plazoleta en nombre de Beatriz Gutierrez Muller. Pérez no sucumbió a la tentación y también nombró una calle con su nombre. Pero la llamada “reina” de sus creaciones es Lomas Taurinas y sus 6 secciones fundada en 1971.

Lomas Taurinas no tuvo nombre ni gente en los años sesenta. El lugar fue un apacible corral de puercos y donde algunas vacas errantes llegaban a pastar. La propiedad del terreno silvestre estaba dividido entre dos adinerados propietarios, el español amante de la tauromaquia, Francisco Ros Oviedo, y el mexicano Tomás Aquino.

Pérez explica que pocos meses antes de que el entonces gobernador de Baja California, Raúl Sánchez, saliera del cargo, tuvo la siguiente conversación telefónica. “Ya investigaron y que los tome usted, nomás no diga que se lo dijo el señor gobernador”. La lealtad al priísmo por parte de su coalición fue bien recompensada: en un principio Pérez sólo planeaba instalar 400 familias en el sitio arrebatado, pero a la mera hora metió mil 500.

“Ya con el aval del señor gobernador, con perdón, sanamente ya nadie me podía fregar”, resume ahora.

Lomas Taurinas mantuvo el nombre con que el español y antiguo propietario había nombrado una parte del terreno donde pretendió hacer una colonia llamada Fraccionamiento Taurino. Fueron los nuevos habitantes los que adoptaron el nombre que ahora tiene la colonia en donde actualmente viven unas 2 mil familias.

Su lealtad al priísmo se mantuvo muchos años y se conservaba en 1994. Pérez cuenta que fue el asesor de Colosio, Jaime Martínez Veloz, quien propuso que Lomas Taurinas formara parte de la gira de campaña del candidato. Recientemente Martínez Veloz se afilió a Morena y luego de que no fue nombrado como candidato a la gubernatura se cambió al Partido de la Revolución Democrática y perdió las elecciones.

En 1994, Lomas Taurinas resultó ser ideal para la gira de Luis Donaldo Colosio y cerca de 4 mil colonos acudieron al evento. El propio Pérez recibió al candidato. A las 5 de la tarde, cuando ocurrió el asesinato, los vecinos de la colonia huyeron despavoridos o intentaron linchar a Mario Aburto.   

Meses después del magnicidio los gobierno estatal y federal levantaron un monumento en el baldío donde murió Colosio. Lo llamaron “Plaza de la Unidad y la Esperanza”, también se construyó un centro comunitario y una biblioteca con el nombre de la esposa del candidato, Diana Laura Riojas.

Uno llega a la biblioteca de Lomas Taurinas y pregunta por libros de historia de la colonia y la amable bibliotecaria conduce a una sección destinada al magnicidio: “es todo lo que tenemos sobre el caso”, asegura.  Porque Lomas Taurinas es, esencialmente, el lugar donde Luis Donaldo Colosio fue asesinado. La bibliotecaria se lamenta de que no haya más información sobre otros acontecimientos en la colonia.

En un riachuelo que corre por el fondo de la barranca pasan los desechos del aeropuerto de Tijuana, la policía rara vez pasa por las calles y las familias crecen más rápido que las casas. Los perros callejeros y la basura son barridos cada 23 de marzo, cuando funcionarios y priístas llevan coronas de flores a la estatua de Colosio.

La colonia popular es habitada por obreros de maquiladoras, empleadas y amas de casa. Hay una gran población flotante de personas que intentan llegar a Estados Unidos o que fueron deportadas. Gente de toda la República y extranjeros llegan a vivir aquí.

Algunos turistas toman fotografías, sin bajarse del taxi, del lugar donde Colosio fue asesinado. Este lugar es un sitio peligroso y marginado de Tijuana. Si la muerte de Luis Donaldo Colosio cambió la historia de México, los asesinatos que ocurren a menudo en Lomas Taurinas no cambian nada.

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Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).