De lo mejor de la España republicana, internacionalista y solidaria llega Canal Red a México. De conocer este proyecto y las trayectorias de quienes lo conforman —un equipo internacional y muy latinoamericano— toda persona decente de nuestro país y región sonreirá con su arribo
Por Étienne von Bertrab / X: @etiennista
En mi reciente visita a México (resido fuera) me percaté de lo mal informada que siguen muchas personas en torno a lo que ocurre en el país y sobre lo que significa la Cuarta Transformación para el resto del mundo decente, es decir, para la mayoría de quienes habitamos este planeta y buscamos sociedades justas y solidarias, respeto a la vida toda, democracias reales y un mundo sin genocidios y sin militarismo de verdad, ese que se arma para matar y destruir a otros en lugar de, por ejemplo, construir ferrocarriles y llevar servicios bancarios a quienes los necesitan. En casa, con mi querida madre, ya mayor, pude asomarme a lo que diariamente escucha en la radio y lee (cada vez menos, por su vista) en el periódico. Ella, que junto con mi padre nos inculcó la conciencia social, lleva años confundida frente a la figura de López Obrador y el proyecto que inició y ahora encabeza Claudia Sheinbaum. Sin acceso a medios electrónicos alternativos, sin saberlo se encuentra atrapada, expuesta día con día al incesante bombardeo mediático de los medios convencionales y a la infamia de gran parte de la comentocracia. En otros casos las barreras no son las de una persona mayor a la que se le dificulta comprensiblemente la tecnología, sino inercias en el consumo de ciertos medios y el peso de los entornos sociales y profesionales. Me di cuenta de que una parte importante de mis encuentros con gente querida fue dedicado a aclarar cosas sobre el país en el que por ahora no vivo pero ellos sí, y proveer información o puntos de vista distintos a los que leen y escuchan. Y no es que me considere la persona más informada o mucho menos, tampoco mi caso es excepcional. Se trata de una situación generalizada a la cual subyace un problema sistémico.
La concentración mediática es un fenómeno global, muy notable en América Latina y escalofriante en México. Un informe de la organización Reporteros Sin Fronteras alertaba en 2018 de la exorbitante acumulación de poder financiero de los grandes empresarios mediáticos del país, misma que contrasta brutalmente con la precariedad de reporteros y trabajadores. Dicho informe pone el foco en la propiedad de los medios, de ahí el nombre de la metodología con la que estudian la situación del derecho a la información en distintas partes del mundo (Media Ownership Monitor). El informe destaca que en el país tan solo once familias controlan (esto en 2018) más de la mitad de los medios más importantes y con las mayores audiencias, y que además, recibían (entonces) la mitad del presupuesto de publicidad oficial. Televisoras, radiodifusoras, sitios en línea y periódicos impresos forman parte de corporativos que forjaron sus fortunas el siglo pasado, y a estas alturas a nadie habría de sorprendernos que estos medios reproducen los enfoques noticiosos de las élites económicas, ligadas tradicionalmente al poder político pero que hoy día son en su mayoría hostiles a la transformación en curso en México.
Sin embargo, es mucho lo que ha ocurrido en México en los últimos años en materia de comunicación política y medios alternativos. Primero que nada están las mañaneras, iniciadas por López Obrador y continuadas, a su manera, por Claudia Sheinbaum. Por otro lado es cada vez más la gente que se informa (o complementa su dosis informativa) a través de canales en Internet donde por supuesto hay de todo, pero no son pocos los programas y conductoras/es que enaltecen el periodismo y subsanan nuestro derecho a la información. Está también, por supuesto, esta casa, Pie de Página. Por otro lado, mucho ocurre en la nueva administración en los medios públicos a nivel nacional, así como en los de la Ciudad de México. Por poner un ejemplo esta semana inició Sin Muros, un programa de Canal Once sobre la relación México-Estados Unidos orientado a la población migrante, gran acierto frente al amenazante periodo de Trump y su matrimonio con el poderoso (y sí, fascista) Elon Musk.
Ahora sí a lo que anuncia el título de este texto. Me declaro admirador de Canal Red y de todos quienes conforman su programa original (La Base) así como de quienes participan en los ya varios programas de Canal Red y Canal Red Latinoamérica. Diario Red, su complemento impreso, es también excepcional. El aprecio viene desde que iniciaron hace tres años el “puto pódcast”, como con humor se dirigían a La Base sus fundadores Pablo Iglesias, Manu Levin y Sara Serrano, equipo inicial al que luego se sumó Inna Afinogenova. Quienes leen este texto y aún no conocen La Base tienen que hacerlo (clic aquí).
Canal Red es un medio abiertamente de izquierda. Algunas personas no estarán acostumbradas a que un medio manifieste abiertamente su ideología o punto de partida, y es que nos hace falta mucha educación crítica sobre los medios. No hay medios neutrales (tampoco periodistas) y la gran parte de éstos, sobre todos los corporativos, están más comprometidos con quienes detentan el poder económico y sus intereses que con sus audiencias y respectivas sociedades. Lo que sí hay son personas que siendo periodistas de formación o no ejercen el buen periodismo y buscan ante todo la verdad, y los que no, los que hacen su trabajo con rigor y los que no; es decir, los comprometidos deontológicamente con este noble oficio y los que no.
El periodismo de Canal Red es militante porque no se puede militar en la nada, o más bien esto conduce a la anti-política, misma que luego llena la derecha cada vez más ultra.
Canal Red no es nueva para América Latina. Tienen programas enfocados en la región con corresponsales y aliados en México, Argentina, Uruguay y Colombia entre otros países y su principal audiencia está en nuestro continente. Pero la apertura de una redacción en América Latina con periodistas y medioactivistas mexicanos y latinoamericanos trabajando desde México, no pasará desapercibida. La derecha y los grandes medios regurgitarán las historias de la influencia rusa (por la entrevista de Afinogenova a AMLO y posteriormente a Sheinbaum) y seguramente muchos de los bulos con los que Pablo Iglesias y otros dirigentes de Podemos fueron atacados en España desde que el movimiento 15M avivó la esperanza en ese país. Hay otros que, incómodos con su abierta militancia verán al proyecto con suspicacia o lo criticarán con cinismo. Pero hoy más que nunca militar es fundamental para rescatar al mundo de las guerras, el colapso climático y las brutales desigualdades, y para construir un mundo mejor. Ahora bien, cualquier intento de describir La Base y Canal Red y explicar sus métodos y virtudes quedaría corto y sería además propaganda pura de convencimiento. Quienes no los conozcan háganlo y júzguenlos por su rigor y compromiso con la verdad. Quienes sí, y los aprecian, sepan que abrieron una campañapara financiar su arranque en México. Apoyémosles.
Profesor de ecología política en University College London. Estudia la producción de la (in)justicia ambiental en América Latina. Cofundador y director de Albora: Geografía de la Esperanza en México.
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