30 agosto, 2025
Como parte de un acto de memoria colectiva, sobrevivientes de la guerra sucia colocaron un sitio de memoria por las y los caídos en la lucha, en el actual Archivo General de la Nación, antes Palacio Negro de Lecumberri
Texto y fotos: Camilo Ocampo
CIUDAD DE MÉXICO. – En 1900, durante el régimen de Porfirio Díaz en el entonces llamado Distrito Federal, se edificó una penitenciaría que destaca por su diseño, pensado en la autodisciplina y la constante observación invisible: una cárcel panóptica por donde pasaron criminales y asesinos, pero también estaban “los otros presos”, detenidos por insurrectos, activistas u opositores al gobierno.
El Palacio Negro o Penitenciaría de Lecumberri fue el espacio en el que los movimientos insurgentes del país eran reprimidos. Las historias que se cuentan de los pasillos dan vida a una época de casi 100 años en la que las injusticias y las violaciones a derechos humanos fueron una constante para materializar una dictadura como la de Victoriano Huerta o fortalecer la represión priista.
Con el fusilamiento de José María Pino Suárez y Francisco I. Madero el 22 de febrero de 1913 a la entrada de la cárcel, y la caída del primer gobierno postrevolucionario, comenzó a ser utilizado como sitio de contrainsurgencia.
La lista de las personas que fueron torturadas y asesinadas al interior del centro de reclusión es larga: guerrilleros, estudiantes, líderes sindicales, periodistas, artistas y todo lo que representara una oposición política.
En ese sitio estuvo preso el muralista David Alfaro Siqueiros junto con el periodista Filomeno Mata, director del periódico Liberación, acusados de disolución social, todo por apoyar el movimiento obrero y sindical.
Varios líderes como Demetrio Vallejo, Othón Salazar, Valentín Campa también pisaron ese lugar. Los presos políticos eran torturados y vejados por “los monos”, como se les conocía a los custodios, los principales responsables de reprimir a los presos.
La cárcel dejó de funcionar en 1976, debido al gran número de presos y la corrupción que existía al interior. Sin embargo, las historias quedan en la mente de quienes estuvieron recluidos; hoy son personas mayores, hombres y mujeres que luchan por construir un espacio de memoria en donde estuvieron tras las rejas.
Algunas de esas personas se reúnen, con esfuerzo para caminar y levantarse, militantes de las antiguas guerrillas clandestinas, urbanas y rurales, para realizar un acto político y un homenaje a las personas caídas durante la guerra sucia.
Enrique Téllez, militante de la Liga Comunista 23 de Septiembre, menciona:
“La constitución como un sitio de memoria de lo que fue la Cárcel de Lecumberri, particularmente del Torreón, donde de manera especial se vigilaba a los prisioneros políticos, es una de las muestras de que, no obstante el terror gubernamental ejercido en Lecumberri, la lucha del pueblo mexicano no fue derrotada, sino que logró imponerse contra un gobierno de derecha que ejercía de manera fascista el poder”.
Junto a él está su compañero Alfredo Tecla, otro sobreviviente del Palacio Negro, con su guitarra y, después de interpretar “Yo te nombro libertad”, habla expresamente sobre su paso en la penitenciaria:
“Yo recuerdo mucho un caso: algunos compas se iban a fugar de la cárcel, nadie sabía nada, pero la policía lo impidió, les disparó y los dejó muertos en el piso, mientras les advertía a los demás presos que ese sería su destino si intentaban hacer lo mismo”.
También recuerda las torturas psicológicas y físicas de las que eran objeto.
Téllez además recalca: “Este homenaje no agota, sino que es una parte de una acción nacional a los caídos en la lucha, que continuaremos este año con un evento el 10 de diciembre en Tlatelolco, donde continuaremos recordando a quienes empujaron el engranaje de la historia para que el pueblo de México tuviera un futuro diferente; en ese caso, los desaparecidos por motivos políticos o los caídos en combate, quienes murieron como parte de las ejecuciones extrajudiciales cometidas por el gobierno mexicano de ese periodo”.
En medio del evento de memoria, el exguerrillero finalizó:
“Nosotros podemos ser cómplices activos o pasivos del silencio que durante muchos años se tejió en contra de quienes levantaban la voz, o se puede ser parte de quienes de alguna manera contribuyen a recuperar y preservar la memoria histórica de nuestro pueblo”.
Además, hicieron un llamado a la presidenta Claudia Sheinbaum para continuar con la reparación y justicia por la que tantos años han luchado quienes tomaron las armas bajo la consigna de que otro mundo es posible.
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