7 abril, 2023
Después de 46 años, una nueva conferencia del agua de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) tuvo lugar. La ciudad de Nueva York hospedó la reunión, en la que los estados miembros de la ONU llegaron a acuerdos sobre el recurso hídrico.
Texto: David Tarazona / Mongabay
Fotos: Eduardo Franco, cortesía y especiales Mongabay
“Estamos agotando una fuente vital de la humanidad debido a un consumo excesivo y vampírico, a un uso insostenible, y a su evaporación por el calentamiento global. Hemos roto el ciclo del agua, destruido ecosistemas y contaminando las aguas subterráneas”. Estas fueron las palabras con las que Antonio Guterres, secretario general de la ONU, inauguró a fines de marzo la conferencia sobre el agua en Nueva York que convocó a más de 10 mil participantes de 170 países.
Durante tres días, entre el 22 y 24 de marzo, estados, compañías y organizaciones no gubernamentales fueron parte de los más de 700 acuerdos no vinculantes —denominados como la Agenda de Acción para el Agua— que fueron el resultado de la cumbre. La conferencia, que no se celebraba desde 1977, es decir, hace más de 40 años, abordó temas urgentes como el acceso al agua de la población mundial, el mejoramiento de las condiciones de saneamiento, así como la protección de los distintos ecosistemas de agua dulce.
En coordinación con la ONU Agua, la iniciativa conjunta de la Asamblea General del organismo internacional y el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas (UNDESA, por sus siglas en inglés), Países Bajos y Tayikistán fueron las naciones que lideraron la organización de la reunión. “La convocaron los Países Bajos, que viven bajo el nivel del mar, y Tayikistán, que es un país que enfrenta la escasez de agua”, dijo Mariana Gómez, parte del equipo de estrategias regionales de la Fundación Gaia Amazonas y una de las asistentes a la conferencia.
¿Cuáles fueron algunos de los acuerdos más importantes tomados por países de Latinoamérica? Colombia, México y Ecuador, por ejemplo, junto a un bloque de países africanos, asumieron un compromiso clave para la protección de sus fuentes de agua: restaurar 300 mil kilómetros de ríos y 350 millones de hectáreas de humedales. Ecuador, además, presentó su plan nacional de 65 millones de dólares para la creación de 21 áreas protegidas hídricas y para programas de irrigación.
Pero la conferencia no fue el primer paso en la agenda global para el cuidado del agua, el mundo ya tiene otros compromisos generados en el marco de la ONU. Son los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) firmados en 2015. Por ejemplo, en el punto seis, los ODS señalan que para 2030 todos los humanos deben contar con acceso a agua potable, así como con inodoros y saneamiento. También prometieron reducir la contaminación del agua, la protección de ecosistemas relacionados con el líquido y el fortalecimiento de la participación de las comunidades locales en el manejo hídrico. Pese a las promesas del punto seis de los ODS, al menos 2 mil millones de personas aún no tienen acceso a agua potable y al menos 40 % de la población mundial sufre de escasez del líquido.
¿Por qué la ONU convocó a 170 países a esta conferencia del agua en Nueva York? Esta reunión forma parte de una estrategia llamada Década de Acción del Agua, que busca dar relevancia a la protección y suministro del recurso hídrico en el mundo. Cuando se acabe el programa en 2028, la entidad hará una nueva conferencia para revisar los avances en el tema.
Mientras tanto, los compromisos resultantes de la conferencia —que terminó el 24 de marzo— incluyen el aporte de Estados Unidos de 49 mil millones de dólares en inversiones para servicios e infraestructura de saneamiento y de agua resilientes al cambio climático. Japón proveerá más de 3 mil millones de dólares en los próximos cinco años para programas de desarrollo de infraestructura de calidad relacionada con problemáticas de agua en la región Asia-Pacífico. Otros países también asumieron compromisos, así como bancos multilaterales y 50 empresas internacionales. Estas promesas, resultado de la conferencia, son lo que la ONU llama Agenda de Acción para el Agua.
De parte de la ONU, los pactos incluyen que los temas conversados tengan seguimiento en otras conferencias como la de los Objetivos de Desarrollo Sostenible durante la Asamblea General en septiembre de 2023, la Cumbre del Futuro en 2023 y la Conferencia Mundial Social en 2025. “En 2023, en la Conferencia del Agua, una comunidad global decidida se juntó para hacer la diferencia no sólo en cuanto al futuro del agua, sino del mundo”, dijo el señor Li Junhua, secretario de la conferencia y subsecretario de Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas (UNDESA).
Los resultados de parte de la ONU también incluyen la creación de la figura de un enviado especial para el agua, decisión que tuvo el respaldo de 149 países, y a quien buscarán nombrar antes de septiembre de 2023, cuando se realice la conferencia mundial de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Los enviados especiales de la ONU responden a la Secretaría General, hoy comandada por Antonio Guterrres, y son los impulsores del tema asignado dentro y fuera de la ONU, en este caso la protección y garantía del agua a nivel mundial. Francia, Suiza y Alemania se comprometieron a financiar las actividades de este nuevo enviado especial.
No obstante, estos compromisos no son vinculantes, sino voluntarios, a diferencia de los tratados internacionales sobre cambio climático como el Acuerdo de París o el Protocolo de Kioto. “Son compromisos de buena voluntad que necesitamos que en el futuro próximo se hagan vinculantes, que cuenten con un mecanismo de seguimiento y unos indicadores para medir el avance de los Estados en esta agenda”, explicó Yeny Rodríguez, abogada en la organización no gubernamental Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA).
En América Latina y el Caribe al menos 160 millones de personas no tienen acceso seguro al agua o lo tienen en condiciones precarias, según datos de la Corporación Andina de Fomento (CAF). Además, 17 millones no tienen acceso básico a este recurso hídrico. En las ciudades de la región, más de 300 millones de personas no tienen sistema de alcantarillado y aún más de 10 millones defecan al aire libre.
Con el objetivo de resolver estos retos, algunos gobiernos de la región asumieron nuevos compromisos. Quizás el mayor fue el anuncio realizado por una coalición de gobiernos denominado el Desafío del Agua Dulce, que tiene por objetivo restaurar 300 mil kilómetros de ríos y 350 millones de hectáreas de humedales (una superficie mayor a la India) de aquí a 2030, el mismo año en el que se deben alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La iniciativa dice que se debe actuar ahora pues, en los últimos 50 años, el planeta ha perdido un tercio de los humedales con una velocidad superior a la del deterioro de los bosques. El nuevo programa es liderado por los gobiernos de Colombia, República Democrática del Congo, Ecuador, Gabón, México y Zambia.
Colombia tiene varios retos por delante, si se considera que 6.6 de cada 100 mil niños mueren por enfermedades diarreicas posiblemente causadas por el consumo de aguas sin tratar y 1.4 millones de colombianos defecan a campo abierto, de acuerdo con datos del Programa Conjunto de Monitoreo (JMP). Por esta razón, no sólo es clave la protección del agua, sino también invertir en el desarrollo de infraestructura para satisfacer las necesidades básicas de la población.
“La salud de los ecosistemas de agua dulce es fundamental para la seguridad hídrica y alimentaria, al tiempo que permite hacer frente a las crisis del cambio climático y de la naturaleza, e impulsar el desarrollo sostenible”, dijo desde Nueva York Martha Delgado Peralta, subsecretaria para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos del gobierno de México.
En la conferencia, el gobierno de Ecuador compartió también su plan nacional de 65 millones de dólares para irrigación y la creación de 21 áreas protegidas hídricas, de las cuales la mayoría son páramos, bosques y un 10 %, cuerpos de agua.
Bolivia también estuvo presente. El presidente de este país, Luis Arce, llamó la atención sobre la necesidad de proteger el agua, pues está en crisis “producto de nuestras formas y sistemas irracionales de consumo”, señaló. También dijo que la distribución del recurso hídrico no escapa a los “problemas de pobreza, desigualdad y justicia”. La viceprimera ministra de Cuba, Inés María Chapman Waugh, pidió más financiación internacional y socialización de tecnologías sostenibles para el manejo del agua.
La conferencia se centró principalmente en la discusión sobre el acceso al servicio de agua potable y saneamiento. Pero también hubo eventos paralelos convocados por organizaciones de la sociedad civil, agrupaciones indígenas y ambientalistas, entre otras.
Para Claudia Velarde, coordinadora del Programa de Ecosistemas de la organización AIDA, la conferencia fue útil en el sentido que incorporó la voz de las mujeres defensoras del agua. Esto da cuenta que toda la Agenda de Acción para el Agua debe ser implementada con enfoque de género, en cada uno de sus componentes. “Es necesario entender que las mujeres son quienes habitualmente lideran las luchas en defensa del agua, especialmente en poblaciones indígenas y campesinas, por eso, son quienes están más expuestas a riesgos y amenazas contra su vida. Pese a lo anterior, su voz es invisibilizada y no son convocadas a los espacios de toma de decisiones ambientales”.
Mariana Gómez dijo que es difícil lograr una buena representación de la sociedad civil en estos espacios. “En la conferencia la participación de la sociedad civil no tuvo un rol central. Es un evento prácticamente intergubernamental, no es fácil participar ni que haya multiplicidad de voces”.
Los líderes indígenas, por ejemplo, pese a su relevancia en la conservación de los ecosistemas de agua, tuvieron una participación minoritaria, según la líder indígena del pueblo uitoto Lena Estrada. “Es muy difícil que los líderes indígenas podamos asistir. Hizo falta mayor participación dentro de los escenarios”, le dijo a Mongabay Latam Estrada, representante de los Pueblos Indígenas ante el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Además, resaltó la importancia de que los sistemas de conocimiento indígenas sean considerados en las discusiones fundamentales y en las políticas públicas sobre el agua.
“Que la conferencia sea en Estados Unidos, donde se requiere visa, dificulta la participación. Durante nuestro evento sobre la importancia de la Amazonía para la agenda global del agua, el público señaló que este es el primer evento en el que habían visto que participara una mujer indígena, en referencia a la líder shuar arutam del Ecuador Josefina Tunki”, precisó Gómez.
Precisamente, la organización de Gómez, Gaia Amazonas, realizó un evento paralelo a la conferencia sobre los “ríos voladores” —como el Amazonas— que están bajo el cuidado de los pueblos indígenas. Los “ríos voladores” son aquellos que al evaporarse se transforman en lluvias que son fundamentales para las comunidades humanas y los ecosistemas. “La conexión entre agua y bosques es clave. Los árboles amazónicos absorben la humedad y la transpiran a la atmósfera. El bosque crea sus propias nubes, para su propia lluvia, pero los vientos también empujan la humedad y esas nubes hacia los Andes. La capturan los páramos, llega a los ríos y así, a las ciudades”, explicó Gómez. La líder indígena Lena Estrada está de acuerdo en que es necesario reforzar la discusión sobre el ciclo del agua, incluidos temas como los ríos voladores o la relevancia de los polos del planeta.
“La importancia del ciclo del agua —concluyó Gómez— ejemplificada en los ríos voladores, fue un tema parte de la conferencia, pero no fue central. Sin embargo, una de las conclusiones que se resaltó en el cierre del evento es que el ciclo del agua debe ser considerado un bien común de la humanidad”.
Este trabajo se publicó inicialmente en MONGABAY. Aquí puedes consultar la publicación original.
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