En Nigeria hay unos 15 millones de viudas. Por desgracia, las viudas de este país de África occidental y cerca de 224 millones de habitantes se enfrentan a menudo a la negación de sus derechos humanos básicos debido a prácticas tradicionales y culturales arraigadas en creencias patriarcales
Texto: Promise Eze / IPS
Foto: IPS
SOKOTO, NIGERIA. – En febrero, Chichi Okonkwo no solo perdió a su marido, sino que fue despojada de todo lo que poseían juntos. Su marido resultó gravemente herido en un accidente de tráfico un mes antes. Fue trasladado de urgencia a un hospital de Enugu, en el sudeste de Nigeria, donde residían, pero sucumbió a sus heridas semanas después.
Para agravar su dolor, los hermanos varones de Okonkwo entraron por la fuerza en su casa de la ciudad pocas horas después de su fallecimiento y confiscaron los documentos de propiedad, el automóvil, el dinero, la ropa y el certificado de matrimonio con su marido.
Tras estos desgarradores sucesos, Okonkwo se quedó sola con sus seis hijos. El mayor de tan solo 18 años.
«Nos quitaron todo lo que mi marido y yo teníamos y nos desalojaron a la fuerza a mí y a mis hijos de nuestra casa», lamenta Okonkwo. «Alegaron despiadadamente que, como viuda, no tenía derecho a ninguna de las posesiones de mi difunto marido», explica.
Los hijos de Okonkwo están ahora sin escolarizar porque ella se ocupaba de la familia y del hogar y dependía de los ingresos de su marido, y no puede hacer frente a nada. Reveló que los hermanos de su difunto marido se apoderaron de su PIN bancario y la dejaron con apenas mil nairas (unos 2 dólares) de los dos millones de nairas (2 mil 600 dólares) que tenían en su cuenta.
Okonkwo dijo que los familiares de su marido dijeron que la arrastrarían a los tribunales para impugnar sus derechos, si demandaba algo, y ella no puede permitirse un abogado debido a su situación económica.
En Nigeria hay unos 15 millones de viudas.
Por desgracia, las viudas de este país de África occidental y cerca de 224 millones de habitantes se enfrentan a menudo a la negación de sus derechos humanos básicos debido a prácticas tradicionales y culturales arraigadas en creencias patriarcales.
Según el Banco Mundial, en gran parte de África, el matrimonio es la única base para el acceso de la mujer a los derechos sociales y económicos, y estos se pierden con el divorcio o la viudedad.
En un país como Nigeria, donde los hombres dominan los sistemas económico y político, a menudo se espera que las mujeres sean sumisas. Los retos a los que se enfrentan las mujeres se amplifican especialmente cuando enviudan, creando un subgrupo doblemente marginado. Además, esta posición vulnerable a veces expone a las viudas a rituales deshumanizadores y prácticas muy dañinas.
Entre estas prácticas injustas se encuentran los ritos de luto que implican que las viudas duerman con los cadáveres de sus maridos fallecidos, el afeitado de la cabeza de las viudas, la reclusión, el uso de ropa blanca o negra y la obligación de dormir y sentarse en el suelo o en una estera.
Además, algunas viudas son coaccionadas para que se casen con otros miembros de la familia del marido fallecido.
Las leyes sí conceden a las mujeres el derecho a heredar los bienes de sus maridos, pero muchas de ellas siguen sin poder reclamar la parte que les corresponde de la tierra y la propiedad.
Los esfuerzos para combatir estas prácticas, como la Ley de Prohibición de la Violencia contra las Personas (VAPP) promulgada en 2015, se han enfrentado a dificultades en su aplicación por los 36 estados del extenso territorio.
Según esa ley, los infractores se exponen a una multa equivalente a 648 dólares, o a dos años de prisión. Pero las detenciones y el procesamiento de los infractores son escasos. Y ha persistido la violencia de género, que incluye la violencia contra las viudas.
La aplicación de las leyes contra los agresores a los derechos de las viudas se ha visto obstaculizada por normas religiosas y culturales que promueven el silencio y la supresión de los casos de victimización. Las víctimas suelen sufrir amenazas o presiones de familiares, la comunidad o líderes religiosos cuando intentan denunciar los incidentes a la policía.
Al igual que Okonkwo, la vida de Sarah Temidayo dio un giro trágico cuando en 2019 perdió a su marido desde hacía cuatro años por un cáncer de pulmón.
Su dolor se vio agravado por las acciones de los familiares de su marido, que invadieron su casa en la ciudad de Lagos apenas unas horas después de su fallecimiento, con la intención de reclamar todo lo que le pertenecía.
Llegaron incluso a quitarle el traje de novia que conservaba, los certificados y la ropa de su hija, que entonces tenía cinco años. Devastada y sin recursos, ella buscó justicia a través del sistema legal, pero sus esfuerzos no han dado resultado.
«No cogí ni un alfiler de mi casa. Tuve que empezar mi vida de nuevo”, dice.
Por desgracia, la pesadilla no terminó ahí para Temidayo.
Fue sometida a constantes amenazas por parte de la madre de su marido, que seguía atormentándola y acusándola de haber matado a su hijo mediante brujería. Estas amenazas alcanzaron un clímax aterrador cuando unos asesinos la atacaron en una parada de autobús en marzo de 2021.
Consiguió sobrevivir, aunque con seis balas alojadas en la pierna. A pesar de denunciar los hechos a la policía, no se llevó a cabo ninguna investigación, por lo que se sintió abandonada por el sistema que debía protegerla.
Ifeoma Oguejiofor, abogada del sureste de Nigeria, explicó que las viudas tienen dificultades para obtener justicia debido a la falta de personal en los tribunales, que puede retrasar la resolución de los casos.
Además, la carga económica que supone contratar a un abogado se convierte en un obstáculo importante para muchas viudas, lo que dificulta el acceso a una representación legal adecuada para llevar sus casos hasta lograr una sentencia.
«Hay una diferencia significativa entre las leyes escritas en los textos y la búsqueda real de la justicia. Según la ley, el cónyuge superviviente, ya sea en un matrimonio tradicional, en un largo periodo de cohabitación o en un matrimonio registrado conforme a la ley, tiene derecho a heredar los bienes de su cónyuge fallecido”, explicó.
Pero, en la práctica, añadió, “conseguir justicia a través del sistema legal suele ser un proceso prolongado y costoso, sobre todo para las viudas que ya han perdido una parte sustancial de sus bienes a manos de los parientes de su marido».
“Ya es hora de que el gobierno, los gobernantes tradicionales y los clérigos religiosos hagan cumplir las leyes que protegen a las viudas en Nigeria. Ninguna mujer debe ser discriminada por haber perdido a su marido”, afirmó Hope Nwakwesi, fundadora de Almanah Hope Foundation, una organización no gubernamental dedicada a apoyar a las viudas nigerianas.
Nwakwesi es ella misma una viuda que perdió a su marido policía en 1994 y tuvo que soportar ritos culturales angustiosos, como raparse el cabello y llevar un vestido de luto durante un año.
También tuvo que hacer frente a muchas penurias, ya que sus familiares se apoderaron por la fuerza de sus propiedades, y fue expulsada de su lugar de trabajo y de su casa en el cuartel de la policía. A pesar de buscar ayuda, muchos, incluidos los agentes de policía que se ofrecieron a ayudarla, exigieron favores sexuales a cambio.
Ahora, Nwakwesi aboga por un proyecto de ley en el parlamento de Nigeria. Ese proyecto pretende erradicar las prácticas culturales represivas contra las viudas y salvaguardar sus derechos humanos fundamentales.
«Mi objetivo es conseguir que el Senado apruebe y convierta en ley el proyecto por el que estoy luchando. La actual Ley de Prohibición de la Violencia contra las Personas es demasiado vaga y carece de cláusulas específicas para proteger los derechos de las viudas”, explicó.
Subrayó que “una vez que el nuevo proyecto se convierta en ley, quienes discriminen a las viudas serán detenidos y procesados por las fuerzas del orden».
Abiola Akiyode-Afolabi, activista por los derechos civiles y directora fundadora del Centro de Investigación y Documentación de Mujeres Defensoras, remarcó que “para que el gobierno proteja eficazmente a las viudas, debe revisar y actualizar las leyes vigentes relacionadas con los derechos de las viudas para garantizar que son exhaustivas, aplicables y acordes con las normas internacionales de derechos humanos”.
“No basta con tener leyes; el gobierno debe garantizar su aplicación efectiva en todos los niveles del sistema de justicia. Para ello es necesario formar y sensibilizar a los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, a los jueces y a los profesionales del derecho sobre los derechos de las viudas y la importancia de protegerlos”, concluyó.
Este trabajo fue publicado inicialmente en IPS. Aquí puedes consultar la versión original.
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