Las vacaciones del libertador de América

6 agosto, 2021

Simón Bolívar llegó por casualidad a la Ciudad de México. En 1799, el caudillo latinoamericano estuvo en la capital por algunos días. Sobre su estadía se han inventado leyendas, como amoríos y conspiraciones políticas. En el Centro Histórico se conserva el lugar donde se hospedó

@ignaciodealba

Simón Bolívar hizo una revolución continental. El venezolano liberó del yugo imperialista español a varios países de la región. Gracias a él, Bolivia —llamada así en honor al libertador—, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela declararon sus independencias. Sus batallas, más de cien, son una colección de imposibles. 

Hay tantas estatuas e historias de bronce sobre él, que el personaje se volvió aburrido. En México raramente es recordado. Y poco se sabe de su estancia en el país.

Simón Bolívar llegó a México por casualidad. El muchacho, de 16 años, quería llegar a España para estudiar. Salió del puerto de Guaira, Venezuela en el barco de guerra San Ildefonso. La embarcación arribó a Veracruz el primero de febrero de 1799, donde esperó caudales de oro y plata que transportaría hasta España. Pero tuvo que aguardar en las costas del Golfo por el bloqueo que mantenían varios navíos británicos sobre Cuba. 

Por la postergación de ese viaje indefinido, Bolívar decidió realizar una excursión por Xalapa, Puebla y finalmente la Ciudad de México. El joven, de familia acaudalada, traía cartas dirigidas a personajes importantes, como el oidor Guillermo de Aguirre y el rico Pedro Miguel de Echeverría.  

En la capital de la Nueva España Bolívar se hospedó en la casa de los marqueses Uluapa, ubicada en la esquina de las calles de Damas (hoy Bolívar) y Ortega (ahora Uruguay), en el Centro Histórico. De la casa original prácticamente no se conserva nada. Ahora varios locales ocupan el sitio, que ha sufrido demasiados cambios y divisiones. Hasta hace unos años había una placa que rememoraba la estadía del libertador. Ahora ni eso. 

En aquel entonces, la casa era propiedad de María Rodríguez de Velasco, cuya hermana, la Güera Rodríguez, organizaba tertulias y funciones. La Güera es uno de los personajes que más se han ficcionado en la historia de México. Se dice que ayudó a conspirar para lograr la Independencia. También se cuenta que «debutó» a Bolívar en el sexo. 

A pesar de que Bolívar estuvo apenas poco más de un mes en México, conoció al virrey de la Nueva España, Miguel de Aranza, con quien platicó de las revueltas de Caracas. El joven, dicen los díceres, defendió la “justa causa de América”, lo que provocó que el virrey le sugiriera dejar el territorio novohispano. 

Lo cierto es que el viaje de Bolívar a España se reanudó el 22 de marzo. Y el chico de clase acomodada se involucró en la causa libertaria de América.

Aunque nunca volvió a México, se mantuvo informado sobre el proceso de Independencia iniciado por Miguel Hidalgo.

 En 1815 Bolívar escribió en la Carta de Jamaica

“Los mexicanos serán libres, porque han abrazado el partido de la patria, con la resolución de vengar a sus pasados, o seguirlos al sepulcro. Ya ellos dicen con Raynal: llegó el tiempo, en fin, de pagar a los españoles suplicios con suplicios y de ahogar a esa raza de exterminadores en su sangre o en el mar”. 

Cuando los independentistas llegaron al poder en México reconocieron la obra de Bolívar. Iturbide le ofreció al libertador, en ese momento presidente de Colombia, “amistad eterna”.

Uno de los más entusiastas en reconocer la obra de Bolívar fue el diputado Fray Servando Teresa de Mier. En el Congreso Constituyente de 1824 Teresa de Mier propuso en el pleno una iniciativa para que a Simón Bolívar se le otorgara la ciudadanía mexicana; la resolución fue aceptada el 17 de marzo de 1824. 

El libertador fue notificado de su mexicanidad en 1825. 

Bolívar luchó sin tregua contra el imperio español durante 20 años. Logró la independencia de varios países, pero murió sin haber conseguido la unión que tanto deseaba, desilusionado, y convencido de que América es ingobernable.

Este hombre, que mancilló como nadie el imperio español, tiene sobre Paseo de la Reforma una estatua que fue regalada por el gobierno de venezolano a México en los años setentas. El sitio es ocupado por gente sin hogar y vagabundos. Bajo el caballo de bronce duermen los olvidados. 

Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).