Las mariachis vuelven a cantar

18 junio, 2021

Seis mujeres mariachis sobreviven a la pandemia. Cambiaron los instrumentos por el trabajo ambulante, conduciendo un taxi, dando clases de zumba o vendiendo artículos de navidad.  Esperan al fin puedan recuperar su trabajo y cantarle a México de  frente al público

Texto: Patricia González Mijares

Fotos: María Ruiz

CIUDAD DE MÉXICO.- El grupo femenil de mariachi Xóchitl ha sabido dar la batalla a la pandemia. Antes del confinamiento, las artistas trabajaban en eventos privados: fiestas de cumpleaños, quince años, conciertos, hoteles y foros. Han transcurrido 15 meses, y  apenas empiezan a tener sus primeros eventos. En enero de este año comenzaron a reunirse una vez por semana, lo que les ha devuelto alegría  pero no los ingresos. 

“Nosotros en nuestro trabajo siempre andamos en la calle”, comenta Ramona Madera Gálvez; compositora, directora y promotora del grupo: “sí nos guardamos en el semáforo rojo,  pero seguimos reuniéndonos para ensayar, esto nos ayuda a no perder el ritmo de las canciones, porque la verdad es que parece que no, pero sí se te olvida, y debes ejercitar los dedos en la guitarra y la embocadura para continuar tocando la trompeta”. 

El grupo

Ramona Madera Gálvez, Concepción Madera Gálvez, Nadia Robles, Marisol Pérez, Jazmín Serrato y Jenny Jiménez integran el mariachi femenil Xóchitl. Siendo éste uno de los grupos pioneros del mariachi femenil de la ciudad de México,  se  ha mantenido unido desde hace más de treinta años. Primero estaban: Ramona, Conchita, Jenny y otras mujeres. Luego llegaron las hermanas menores de Ramona, después las sobrinas, y  ahora una nieta que está empezando a tocar y conocer el repertorio. Jenny y Jazmín colegas y amigas de Ramona, son consideradas como parte de esta gran  familia.  

Jenny da clases de violín,  y cuando se le acabaron sus ahorros trabajó como vendedora ambulante:  “aprendí el violín muy joven en una escuela regional que estaba por Garibaldi. Toqué en varias orquestas, actualmente doy clases también, pero cuando se me acabaron los ahorros decidí vender plantas; agarré mi sombrilla, puse mi puesto, y me salí a vender, sin pedirle permiso a nadie”. 

Ramona sobrevivió de sus ahorros, de la renta de un par de cuartos y de trabajar su taxi: “tengo un taxi con su chofer, pero ya no me podía entregar las cuotas que me acostumbraba dar, así que me puse a trabajarlo. Saco quinientos pesos al día que me sirven para muy poco, pues con el mariachi ganamos mucho más. Actualmente sigo con mi taxi, cuando empiecen los eventos, lo iré dejando”.

Ramona posa en el taxi que maneja…

Nadia,  sobrina de Ramona,  toca guitarra y canta.  Dice sentirse integrada al grupo por haber nacido en el seno de una familia de mariachis.  Dese muy joven empezó a recibir sus primeras clases de guitarra con Ramona, y así fue incorporándose al mariachi. El año pasado, que no pudieron trabajar, y  todavía parte de este año, continúo impartiendo clases de zumba, sin el permiso de las autoridades:  “perdí muchas alumnos, pero otros siguieron, y con esos me quedé”. Por clase cobra entre 30 y 40 pesos, y eso es más de lo que pagan en el programa de Ponte Pila de Pilares al que ya no se inscribió,  y en que le pagaban la clase a 20 pesos por alumno. “Mi esposo se quedó sin trabajo, y  yo sin mariachi, la zumba nos sacó adelante. Sí es muy cansado dar cuatro clases al día,  hacer de comer y atender a los hijos  pero la verdad ha valido la pena. No se compara con lo que ganamos en los eventos”.

Por su parte, Marisol, nuera de Ramona solucionó el problema vendiendo árboles de navidad en diciembre del año pasado: “llevábamos los arbolitos afuera de las delegaciones, ahí los encargaban, y los entregábamos a domicilio. 

“La verdad –dice Ramona- el encierro estuvo pesado pero nunca  perdimos el ánimo.  Una de mis hermanas menores, no aguantó.  Coincidió con una invitación a un evento en Estados Unidos, sacó su visa y se fue, y ya  se quedó a trabajar allá, está contenta. Me invitó pero la verdad es que yo no me quise ir, aquí está el grupo,  y pues si ya aguantamos, ahora ya vamos a poder trabajar, ya estamos en semáforo verde, sólo es que a la gente se le quite el miedo y hagan fiesta.  En mayo tuvimos dos eventos, y muy poquitos en junio. Yo tengo una cabañita en Tres Marías y ahí me voy a  descansar y a componer. Escribí una canción del coronavirus que subimos a Facebook  para animar a la gente, le puse: “Coronavirus vete a la China”. ( ríe).

Ramona compone desde joven. Recuerda que tocó puertas en disqueras y en televisión. “He compuesto un montón de canciones, una de ellas pegó, pero dicen que es de autor desconocido. La llevé a una disquera, pero no me hicieron caso, y  se empezó  a conocer, y  se hizo famosa, se llama: Osito polar. La han cantando hasta 100 grupos. Me dan muy poquitas regalías pero ni modo.  Además  lo nuestro es cantar en vivo, con la gente y lo extrañamos”.

A lo largo de su historia las mujeres del Mariachi Xochitl han diseñado sus
vestuarios. El que utilizan actualmente cuenta con hilos dorados, verdes,
blancos y un moño rosa donde se puede leer el nombre de su agrupación.

Los orígenes 

Ramona fue  la quinta hija de una familia de doce hermanos que radicaba en Nogales. Su padrastro, le enseñó a tocar el guitarrón, pero quedó incapacitado a causa de una embolia, dejando a su familia sin sostén. Entonces, un cuñado de su padrastro preparó a Ramona en la guitarra  y a su hermana Conchita en la  vihuela.  

“Empezamos a trabajar con un amigo de mi padrastro del grupo de mariachis. No podíamos trabajar con el mariachi de mi padrastro pues ellos tenían mucha experiencia, y nosotros apenas empezábamos. Yo tenía 14, y Concha 12.  Sabíamos algunos ritmos y tonos,  y fuimos aprendiendo sobre la marcha. Recuerdo que nos pagaban dos dólares por canción, y nos daban muchas propinas. La misma gente de Nogales nos ayudaba. Nos decían las niñas, y les gustaba que cantáramos en dueto, y esto,  sin  haber tomado clases  de vocalización”, recuerda Ramona.

Entonces los duetos era una novedad y luego los grupos de mariachis comenzaron a sentir envidia y las denunciaron. Publicaron una nota en el periódico denunciando trabajo infantil y la patrulla las llevaba a casa cuando las veía tocando.

“Nosotros no hicimos caso, teníamos la necesidad, y seguimos.  Después dijeron que el adulto que nos llevaba lo iban a meter a la cárcel. Bajo esta amenaza, él ya nos dejó. Así que íbamos a los bares y a los restaurantes, y seguimos trabajando un tiempo”.

Luego se sumó al grupo otro señor con su acordeón, pero lo encarcelaron, y las hermanas se volvieron a quedar solas. 

Ramona cuenta con un acervo fotográfico histórico de todos los conciertos y
viajes.

“Hasta que mi mamá consiguió un amparo, y pudimos seguir trabajando un par de años.  Ella no nos podía mantener pues tenía que cuidar a mis hermanos pequeños, ya de doce, quedábamos seis en casa”. 

 Así pasaron algunos años, hasta que les  llegó una invitación a una gira de una caravana de artistas que iba de la ciudad de México a Nogales. Ramona ya tenía 17 años.  De ahí les enrolló una señora que decía que tenía un grupo, lo cual no fue cierto, pero les permitió quedarse en su casa. 

Las hermanas fueron al centro a buscar trabajo y así se fueron independizando.  

Nacen las mariachis

“En un grupo había una cantante que tocaba la trompeta, pero no se sabía muchas canciones, que sustituimos por otros instrumentos, eso hizo que se  enojara, y nos corrió.

“Era de noche, y  recuerdo que andábamos en la calle 20 de noviembre, afuera de los aparadores. Las chicas estaban cabizbajas, y yo les dije que por que no hacíamos un grupo nuevo, y  de ahí nació el grupo femenil de mariachi Xóchitl, el nombre lo escogimos por votación popular”.

La primera  gira fue a Perote, Veracruz en una plaza de Toros,  después en los portales y cantando en  palenques. Fue una experiencia que las fogueó. Se fue consolidando el grupo hasta le fecha. 

Sólo se interrumpió tres años cuando Ramona se casó y tuve hijos.  

“Mi esposo no era músico, trabajaba en los portales de  Veracruz. A pesar de su juventud, era dueño de un bar en los portales del puerto. Después de que nos casamos, tuvimos muchos problemas porque, a pesar de que nos conocimos en este ambiente, se sentía muy inseguro.   Yo estaba muy joven, tenía 22. Y cuando  trabajábamos, y terminábamos de cantar, la gente se me acercaba, y eso no le gustaba. Lo invité de representante para integrarlo a mi vida, pero salió peor. En un momento dado, me preguntó que eligiera entre él, o la música. Y le dije: pues con la pena, pero prefiero la música”. 

Llegar a Garibaldi a tocar no fue fácil, no era fácil que integraran mujeres al grupo de mariachis de hombres. 

“Sí hay machismo, pienso que antes era mucho peor”, dice Ramona, quien se queja de la violencia y acoso en la plaza turística.

“Lo que yo quería era tener un grupo de espectáculo, y  con los años lo logramos. Llegamos a trabajar en los grandes hoteles de la ciudad como: el hotel  Nikko, El Camino Real, El Presidente, el Crown Plaza ( hoy fiesta Americana). Hace muchos años, trabajamos con Jesús Martínez Rentería “Palillo”, cuando tenía el teatro Carpa México. Andábamos de aquí para allá, y con el tiempo ya no teníamos la necesidad de buscar trabajo”. 

Después tocaron en el Tenampa, al grabar un video para el programa de Rodrigo Cadena.

Los años de auge

Durante los años ochenta y noventa, el grupo femenil de mariachi  Xóchitl tuvo un auge importante, estuvieron en giras en Estados Unidos donde hacían Tecno banda en  bailes que estaban atiborrados de mexicanos, hondureños, salvadoreños, y costarricenses, eran pocos los gringos que se aparecían por ahí, cuenta Ramona. 

Tocaron en Chicago, Los Ángeles, Carolina del norte y Nueva York, entre otras ciudades. También fueron a  Colombia y España, cuando Ramona alternaba su trabajo de mariachi con su trabajo en el Hipódromo de la Américas en el que, entre muchos candidatos, fue elegida para tocar la trompeta en el cambio de carreras. Fue la primera mujer trompetista en tener este puesto en la re inauguración del Hipódromo de las Américas en el 2000.

“Nos hemos encontrado a muchos mariachis muy envidiosos  por el camino, que nos decían que nos fuéramos a hacer tortillas al metate. No sé si pensaron que somos del tiempo de la revolución  o qué.  Ya no somos las mujeres sumisas que hacen de comer y cuidan chamacos”.

La necesidad que aventó a las niñas Madera  Gálvez a salir de su casa y conquistar la calle  con  su música, es la que las sigue impulsando a crecer profesionalmente. Lograron seguir su sueños, sostenerse, y seguir alegrando las fiestas y los eventos por donde pasan. El  solidario grupo sigue en pie, a pesar de los  altibajos, las separaciones,  las crisis, y una pandemia  que no las detuvo. 

Hoy Ramona invita a la gente a seguir con ánimo su vida a pesar de los obstáculos, y con mucho cariño dedica esta canción a los lectores de Pie de Página.                                                                    

Estudió Comunicación. Le gusta escuchar historias, contarlas y hacer fotos. Realizó el corto documental “Llaneras” en el 2007. Ha colaborado en revistas de turismo, cultura y derechos humanos.

Foránea siempre, lo suyo es lo audiovisual y el periodismo es la vía por donde conoce y cuestiona al mundo.