Las jornaleras al centro: comunicación política y exigencia de justicia

20 diciembre, 2025

Jornaleras agrícolas de Guerrero irrumpen en el debate público para denunciar su precariedad y exigir derechos, transformando su exclusión histórica en agencia política mediante un acto de comunicación que interpela directamente al Estado, la agroindustria y la sociedad

Por Oxfam México*

El pasado 4 de agosto de 2025, en la Ciudad de México, cuatro mujeres jornaleras agrícolas originarias de la
Montaña de Guerrero se colocaron al centro del debate público, no solo para denunciar las condiciones de
precariedad laboral que viven miles de trabajadoras como ellas, sino para exigir directamente al Estado, a las
empresas agroindustriales y a la sociedad el reconocimiento y garantía plena de sus derechos laborales y
humanos.

Estas trabajadoras y sus familias, que han sostenido históricamente el sistema agroalimentario
mexicano desde la marginalidad, la informalidad y el olvido institucional, alzaron la voz con firmeza en una
conferencia de prensa organizada por la Alianza Campo Justo. Esta acción, lejos de ser testimonial, representó un
ejercicio de comunicación política desde la base, una estrategia clara de interpelación directa a los actores de
poder.

De la exclusión a la agencia: las jornaleras como sujetas políticas

Durante décadas, las jornaleras han sido invisibles para el Estado mexicano. Su presencia ha sido difusa en los
programas sociales y apenas referida en las estadísticas oficiales. Sin embargo, al inicio del actual sexenio, la
presidenta Claudia Sheinbaum las reconoció como una de las poblaciones prioritarias de su gobierno, marcando
un giro discursivo que ahora debe traducirse en acciones concretas.

En este contexto, la conferencia de prensa no solo visibilizó su situación, sino que reveló la potencia de su
articulación colectiva. Las voceras compartieron su experiencia en los campos de cultivo, sus historias de vida y su
agenda de demandas, mostrando que no son solo víctimas de un sistema desigual, sino actoras claves en la
transformación de este. Este proceso de construcción de agencia, acompañado por la Alianza Campo Justo, fue el
resultado de un trabajo colectivo de base que busca cambiar no solo las condiciones materiales, sino también las
narrativas que las han relegado.

La comunicación política como estrategia desde las bases

La voz pública de las jornaleras es una irrupción política que crea condiciones para avanzar en reformas,
inversiones y transformaciones que han sido postergadas por décadas.

Este tipo de comunicación desde las bases es esencial para construir una nueva conversación social que no parte
de los diagnósticos oficiales, sino de las vivencias concretas de las personas trabajadoras. Cuando las jornaleras
toman la palabra, no solo narran su realidad: desafían las jerarquías del discurso, interpelan a quienes han
decidido históricamente por ellas y marcan un nuevo terreno de disputa política.

De la narrativa al cambio sistémico: interpelar a todos los actores

La fuerza de este acto no radica únicamente en su potencia simbólica, sino en su intención estratégica. Al tomar la
palabra, las jornaleras están exigiendo su lugar en la mesa donde se toman las decisiones sobre su destino laboral
y la subsistencia de sus familias.

Desde una lectura de análisis de poder, el acto comunicativo del 4 de agosto interpeló a cuatro actores
fundamentales:

  • Al Estado mexicano, en sus distintos niveles, llamado a garantizar condiciones dignas de trabajo, seguridad social y protección frente a abusos.
  • A los gobiernos locales, tanto de entidades expulsoras como receptoras de personas jornaleras, como responsables de generar políticas con enfoque territorial y de movilidad laboral.
  • A la agroindustria, que debe transitar hacia prácticas empresariales responsables y con debida diligencia en derechos humanos.
  • A la sociedad y personas consumidoras, invitadas a cuestionar los mecanismos de producción de alimentos y exigir cadenas de valor más justas.


Este momento histórico marca un punto de inflexión en la forma de percibir y escuchar a las jornaleras agrícolas.
Más allá de un acto aislado, representa el comienzo de una ruta comunicativa con el potencial de atravesar y
transformar estructuras políticas, sociales y culturales profundamente arraigadas.

Repensar la comunicación: desigualdad, interculturalidad y el derecho a la palabra

La acción de las mujeres jornaleras evidencia una fractura en el modelo tradicional de comunicación política. Este
modelo, diseñado desde los centros de poder, presupone un interlocutor homogéneo: un ciudadano que habla
español, que sabe leer y escribir, que tiene acceso a medios masivos y comprende los códigos del discurso
institucional. Sin embargo, esta visión excluye sistemáticamente a quienes, como muchas de las trabajadoras del
campo, pertenecen a pueblos originarios, hablan lenguas distintas al castellano, y cuyas formas de saber y
transmitir conocimiento no pasan por la lectoescritura.

La concentración del poder económico y político va de la mano con la captura de la narrativa pública y la
comunicación se convierte en un privilegio, no en un derecho. Los actores políticos tradicionales diseñan mensajes
verticales que informan o persuaden, pero rara vez escuchan. En esta lógica, las comunidades indígenas y
campesinas no son vistas como interlocutoras válidas, sino como poblaciones objetivo de programas sociales,
receptoras pasivas de decisiones tomadas sin su consentimiento. Sus demandas, expresadas en sus propias
lenguas y lógicas culturales, a menudo no son traducidas ni comprendidas por un sistema que solo valida el
lenguaje técnico y burocrático.

Romper con esta exclusión requiere un enfoque de comunicación intercultural que vaya más allá de la simple
traducción. Implica reconocer que existen diversas formas de construir conocimiento, de debatir y de exigir
derechos. La palabra hablada, la asamblea comunitaria o el testimonio directo tienen la misma legitimidad política
que un documento oficial o un comunicado de prensa.

Cuando las jornaleras narran sus vivencias, no están simplemente contando una historia; están produciendo un
conocimiento político encarnado que desafía las frías estadísticas oficiales sobre pobreza y productividad.

Por ello, una verdadera estrategia de cambio sistémico debe enfocarse en desmantelar estas barreras
comunicativas. No se trata de «darles voz», una expresión que perpetúa una visión paternalista, sino de crear las
condiciones para que sus voces —que siempre han estado ahí— sean escuchadas y tengan consecuencias
políticas reales.

El discurso que las mujeres jornaleras pronunciaron el 4 de agosto ya no puede olvidarse. Su acto es un llamado a
construir una nueva cultura de derechos, una conversación nacional donde las jornaleras cuentan no solo como
receptoras de programas, sino como protagonistas del cambio y constructoras de un futuro más justo.

*Integrante de Alianza Campo Justo.

Portal periodístico independiente, conformado por una red de periodistas nacionales e internacionales expertos en temas sociales y de derechos humanos.