Antes de ser un área Natural Protegida estas islas fueron un lugar visitado por balleneros y comerciantes de aceite de tortuga. Entre facinerosos este sitio fue lugar de una invasión estadounidense y desde hace cincuenta años se convirtió en un lugar de protección de especies únicas.
@ignaciodealba
Thomás de Berlanga viajaba rumbo Panamá en 1553 con la idea de informar al rey de España sobre las tierras incas, recién conquistadas. Cuando su embarcación se encontraba en las costas de lo que hoy es Colombia le sobrevino “una gran calma”; el viento desapareció y las corrientes arrastraron su embarcación hasta perderla. El 10 de marzo, casi al borde de la muerte por falta de agua, tocaron tierra: habían descubierto las Galápagos.
La impresión que causaron las islas volcánicas quedó registrada: “lo más de ella está lleno de piedras muy grandes que parece que en algún tiempo llovió Dios, piedras, y la tierra que hay es como escoria sequísima”.
Berlanga también advirtió sobre la increíble vida animal: “e salidos no hallaron mas que lobos marinos, e tortugas e Galápagos tan grandes, que llevan cada uno un ombre encima, e muchas higuanas, galápagos, muchas aves de las de España, pero tan bobas que no sabían huir, e muchas tomaban a mano”.
El sitio resultó tan extraño para los primeros navegantes que llegaron a las islas, que recibió por muchos años el nombre de “Encantadas”. El mote aún hoy podría ser válido. Las islas suelen desaparecer entre bancos de niebla.
Pero más allá de ese encuentro fortuito, las islas permanecieron deshabitadas durante años. Hasta que los piratas dedicados a saquear las riquezas transportadas en barcos de potencias enemigas encontraron un refugio en ese sitio. Las islas resultaron también excelentes para el abastecimiento.
El bucanero William Ambrose Cowley relató sobre las islas: “nos alejamos hacia el oeste para tratar de encontrar las islas que los españoles llaman Galápagos o Encantadas […]. Hay aquí abundantes provisiones como pescado, tortugas de mar y tierra que por lo menos pesan 200 libras que son un excelente alimento […]. Hay abundancia de aves […] Hay agua dulce, hay madera”.
Las Galápagos eran un sitio remoto, pero resultó un lugar ideal para aprovisionamiento de barcos. Las tortugas gigantes, por ejemplo, podían ser almacenadas en las bóvedas durante meses antes de ser comidas por la tripulación. También se introdujeron cabras en las islas, con la idea de que se reprodujeran y pudieran abastecer a los barcos que llegaran después. Hoy, estas cabras no han podido ser erradicadas y continúan compitiendo con especies locales.
En el siglo XVII, las islas dejaron de ser solo un sitio de aprovisionamiento y se convirtieron en un lugar atractivo para barcos balleneros. La búsqueda de aceites también atrajo a los cazadores a tierra, quienes lucraron con las tortugas y pieles de leones marinos. La devastación de este sitio que se mantuvo despoblado comenzó entonces.
En 1832 el gobierno de Ecuador tomó posesión de las islas. Se agenció las Galápagos, aunque estuvieran a mil kilómetros de la costa. José Villamil se encargó de la integración del lugar remoto, pero también el hombre ideó en las islas todo un proyecto republicano.
El poblamiento no tuvo éxito, la dureza del paisaje se sobrepuso a la utopía.
Las islas se reclamaron para sí mismas.
Tres años después de que las Galápagos se convirtieron en posesión de Ecuador, una nave inglesa cambió su itinerario para reabastecerse en las islas. A bordo del HMS Beagle iba Darwin, quien aprovechó la parada técnica para estudiar la fauna local. La escala no prevista se convirtió en un momento fundamental para el naturalista, quien la pudo desarrollar a partir de la observación y comparación de especies la teoría de la evolución.
Consumir tortugas gigantes era tan común en las islas que el propio Darwin las probó. En su diario de viaje escribió que este animal era la más recurrida fuente de proteína animal de la gente que vivía en el lugar. Sobre el sabor, el naturalista escribió: «La pechuga asada con piel (como los gauchos preparan la carne con cuero) es muy buena y las tortugas jóvenes son excelentes para la sopa, pero por lo demás, la carne es indiferente para mi gusto».
Después de cinco semanas, Darwin y la embarcación donde viajaba siguieron su camino, ahora con tres tortugas a bordo. Años después el joven naturalista revolucionaría la ciencia, con la teoría que desarrolló en las islas.
Sobre las islas, la vida se volvió severa con el paso del tiempo. El gobierno ecuatoriano decidió mandar a las colonias a los peores criminales de la tierra continental. También un empresario instaló la Hacienda el Progreso, donde se produjo caña, en un cuasi campo de concentración.
Las Galápagos también jugaron un papel durante la Segunda Guerra Mundial. Después de los ataques de Pearl Harbor, en Hawái, el gobierno de Estados Unidos buscó ganar influencia sobre el Pacífico, así que ocupó militarmente las islas. Tropas estadunidenses dinamitaron el territorio para adecuar un aeropuerto. Sobre el lugar aterrizaron aviones de guerra y se colocó equipo de vigilancia. La ocupación ha sido un episodio poco documentado.
Fue hasta 1978 que el Parque Nacional Galápagos fue declarado Patrimonio Natural de la Humanidad, siendo uno de los pocos sitios que cumplen con todos los criterios establecidos por la organización para su inclusión en esta prestigiosa lista.
Ahora, las islas viven entre la conservación y el turismo. Ahí, la sobrevivencia de especies pende de un hilo.
Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).
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