Durante una semana ha llovido torrencialmente en Tabasco. Con el cambio climático las lluvias e inundaciones cada vez son más severas. Además hay otro factor que agrava las cosas: la corrupción
Texto: Carlos Marí
Fotos: Especial.
VILLAHERMOSA, TABASCO.- Desde que ocurrieron inundaciones por cinco años consecutivos entre el 2007 y 2011, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) advirtió que, con el cambio climático, las lluvias torrenciales serían más frecuentes, puntuales e intensas. El fenómeno ocasionado por los errores del hombre en la naturaleza no dejó pasar más tiempo; este 2020 castiga al llamado edén con dos crecientes en menos de un mes.
Es una historia de inundaciones que empieza ya a repetirse ante una misma generación de cientos de miles de habitantes, que una y otra vez son damnificados por desbordamiento de ríos, lagunas o bien, por el colapso del drenaje de las calles. La diferencia es que, ahora, hay además la pandemia de covid-19, aun cuando amainó, mantiene un promedio de 80 a 90 contagios diarios.
La imagen de colonos de rancherías o fraccionamientos de clase media sacando sus pertenencias de sus casas en hombros ya es cotidiana en la periferia de Villahermosa, y en los municipios, carreteras inundadas, gente huyendo de la creciente con sus animales de traspatio en cayucos; plantaciones de plátano y ganado siniestrado. Todo esto es el crisol de la realidad tabasqueña durante la última semana, en la que no ha dejado de llover por el paso de los frentes fríos número 9 y 11.
Como en aquella inundación histórica del 2007, en este 2020, la noche del pasado viernes 6 de noviembre, bajo una pertinaz lluvia arrojada por el frente frío número 11, habitantes de Las Gaviotas se encontraban desesperados ayudando a militares a levantar hileras de costaleras sobre el malecón Leandro Rovirosa para evitar que esa colonia, ubicada frente al centro de esta ciudad, sucumba ante la creciente del río Grijalva.
Ahora, como ocurrió en la inundación de 2010, el presagio que alarmó más a la población de la capital fue que Tapijulapa, un pueblo mágico enclavado en la región de La Sierra, se inundó súbitamente. El agua llegó a dos metros de tirante, debido a los desbordamientos de los ríos Amatán y Oxolotán, cuyos cauces vienen aguas arriba del estado de Chiapas. En cuestión de horas, ese torrente impactaría los afluentes aledaños a la capital.
Por lo pronto, la noche del viernes, esa agua desembocó en la cabecera municipal de Jalapa, donde el tirante de agua alcanzó hasta un metro de altura en sus calles. Cientos de habitantes de una decena de comunidades aledañas fueron evacuados por elementos de la Marina.
Hasta el momento, hay 80 mil tabasqueños afectados y dos fallecidos por las lluvias arrojadas desde el jueves 30 de octubre. En su mayoría pertenecen al municipio de Centro, que comprende una veintena de colonias de la periferia de la ciudad de Villahermosa; y en ese orden: los habitantes de Jalapa, Teapa, Tacotalpa. Pero el riesgo es que este fin de semana, aun cuando no arrecien las lluvias, la cifra de damnificados aumente.
Se trata de dos frentes de riesgo: las lluvias acumuladas en la sierra de Chiapas y la de Tabasco desataron avenidas de agua sobre los ríos Oxolotán, Pichucalco, Teapa y de La Sierra, cuyos cauces desembocan hacia los ríos Grijalva y Viejo Mezcalapa. Estos últimos podrían desbordarse en la periferia de la ciudad capital. En segundo orden, se encuentra el desfogue de la presa Peñitas hacia la región de La Chontalpa, sobre comunidades rurales de los municipios de Nacajuca, Jalpa y Cunduacán.
Ante ese escenario, este viernes 6 de noviembre, el gobernador Adán Augusto López reconoció que la emergencia que vive Tabasco por las inundaciones está en el “punto más crítico” y además que las próximas 24 horas serán determinantes para evacuar comunidades en riesgo por el desfogue de la presa.
El mandatario tabasqueño ventiló que por instrucciones del presidente Andrés Manuel López Obrador, arribaron a Tabasco, mandos militares y de la armada, como otros funcionarios de su gabinete para apoyarlo, con la encomienda de auxiliar a los tabasqueños y salvaguardar su integridad física.
Se trata del titular de la Secretaría de Marina Armada de México, José Rafael Ojeda Durán; la directora de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), Blanca Jiménez Cisneros; y la coordinadora nacional de Protección Civil, Laura Velázquez Alzúa.
El operativo conjunto entre autoridades federales y estatales, en el que participan más de 2 mil militares, prevé evacuar comunidades indígenas del municipio de Nacajuca, que se encuentran en las zonas más bajas de la entidad.
El mandatario estatal todavía hace unos días enfiló sus reclamos a la CFE, en virtud de los aumentos súbitos en la hidroeléctrica, cuando alcanzó una descarga de 950 metros cúbicos. Pero este viernes admitió ante autoridades federales, un aumento de desfogue a un nivel de mil 500 metros cúbicos por segundo, debido a que el ingreso que tiene el embalse de Peñitas, es de los 2 mil 100 metros cúbicos por segundo.
Tabasco no es sólo el estado donde más llueve de todo el país, con un promedio anual superior a los 2 mil 800 milímetros; también es una planicie que recibe, a través de una decena de ríos, los escurrimientos de las lluvias de Chiapas y hasta de Guatemala, pero una parte de ese volumen que va hacia las regiones de la Chontalpa y Centro está represado en el Sistemas de Presas del Alto Grijalva y otra, que se ramifica en la zona de la Sierra y Centro, está sin control.
La gravedad de la llamada temporada de lluvias o de creciente es cuando suceden dos fenómenos meteorológicos consecutivos o simultáneos, como lo que se atraviesa ahora, que ocasiona que los cuerpos de agua estén saturados cuando arriba el siguiente evento y acentúa el riesgo.
Primero, el paso frente frío número 4 y el desfogue de la presa Peñitas, localizada en el norte de Chiapas, arrojaron un saldo de cuatro muertos y 623 mil 624 tabasqueños afectados en 14 municipios. De ellos, 38 mil 160 fueron indemnizados con 10 mil pesos por la Secretaría del Bienestar.
Tres semanas después, dos frentes fríos, el 9 y el 11, han desatado inundaciones por varios frentes del territorio tabasqueño: en la región de La Sierra, La Chontalpa y la del Centro, donde se localiza Villahermosa.
Entre el jueves 29 y el viernes 30 de octubre, el frente frío número 9 dejó caer lo que se le llama una lluvia puntual, en Villahermosa, es decir, que fue en la capital donde se concentró el temporal.
En la capital tabasqueña, llovió 20 horas, al grado que con un registro histórico de 350 milímetros, la estación de autobuses de primera clases y un supermercado se inundó con más de metro de tirante de agua, a como ocurrió en 1980 y en el 2007, aunque en ese año fue por el mal tiempo que se registraba en la mayor parte de la entidad.
“Han llovido más de 350 milímetros en las últimas 14 horas. Hay problemas en colonias de Villahermosa, en prácticamente todo el municipio de Centro, en Jalpa y Cunduacán”, comentó el gobernador Adán Augusto López, el viernes 30, con la advertencia de que ese volumen fue superior al del 27 de octubre de 2007, cuando se desató la inundación considerada la peor de la historia.
Pero, a Tabasco le llovió sobre mojado y de un temporal pasó a otro, con el ingreso del frente frío número 11, que desde el domingo 1 de noviembre no deja de azotar al norte de Chiapas y zonas centro y serrana de esta entidad, de tal suerte que la lluvia de 350 milímetros se repitió una y otra vez en esta semana.
Pero no es fácil entender la complejidad de Tabasco. Comprender cómo se desatan las inundaciones en un estado del trópico húmedo en el que no ingresan los huracanes y son los frentes fríos los que azotan con lluvias de hasta cinco días y con cada vez nuevos récords. No es fácil, sobre todo cuando no se trata sólo de registros históricos.
El jueves pasado, el propio presidente Andrés López Obrador reconoció, por su trayectoria social y política en Tabasco, que las inundaciones en Tabasco no son sólo por la naturaleza y eventual mal manejo de las presas; también se deben a la corrupción en administraciones pasadas que otorgaron permisos para construir en asentamientos irregulares en zonas bajas.
Y el viernes, en su gira por Nayarit, ante la posibilidad de que las inundaciones empeoren, López Obrador llamó a los tabasqueños en riesgo a no quedarse en sus viviendas, sino a resguardarse en partes altas y albergues, para evitar poner en riesgo su vida.
“No queremos pérdidas de vidas humanas”, encomendó López Obrador, con la advertencia de que los tabasqueños que más corren peligro por el desfogue de la presa son los de las zonas rurales de los municipios de Nacajuca, Cunduacán, Jalpa de Méndez y Centro, entre otros.
Periodista ex corresponsal del Grupo Reforma en Tabasco y doctorante en Ciencias Humanas para el Desarrollo Interdisciplinario enfocado a temas de gestión del agua, desastres naturales, de resistencias, explotación petrolera, megaproyectos, pobreza y desigualdad de desarrollo en la región sur.
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