El mejor homenaje a un músico es escuchar su música. Por eso los invitamos a bailar y llorar al grande de la cumbia con cinco de sus mejores canciones.
Por: Redacción Pie de Página
Foto: Cuartoscuro/ Rodolfo Angulo
Este miércoles, en redes, se dio a conocer la muerte de Celso Piña, acordeonista, compositor y cantante. Tenía 66 años, murió de un infarto. Proveniente de la popular colonia Independencia, en las afueras de Monterrey, Celso Piña era conocido como el músico de las periferias, nació un 6 de abril de 1953.
Fue pionero en la fusión de ritmos y géneros populares, dando pie a una de las más importantes aportaciones de la música regiomontana: la fusión del norteño con cumbia, ska, rock, rap, tomando como base, por supuesto, los sonidos del acordeón.
Después de 20 años de carrera, fue su disco Barrio Bravo (2001) el que lo impulsó hacia la fama. En el album colaboraron músicos de otros géneros, principalmente de rock, ska y hip hop, como Rubén Albarrán, de Café Tacuba, Pato Machete, de Control Machete.
Quizá una de sus piezas imprescindibles y con las que ganó notoriedad en la escena del rock paradójicamente, a partir de los años 2000, es Cumbia sobre el río.
¿Cuántas veces no hemos escuchado esta canción del rey del acordeón del vallenato? Reina de Cumbias nos ha hecho dejar la silla y ponernos a bailar inumerables veces en las fiestas.
Otra de las piezas más emblemáticas es la de Cumbia Poder, la cual le dio proyección internacional. Esta la hizo junto a si paisano Patricio Elizalde, de Control Machete, una de las bandas más representativas del rap mexicano y originarias también de Nuevo León.
Una de las favoritas es «Aunque no sea conmigo». una interpretación de la original de Chago Díaz, que realizó junto con el grupo Café Tacvba. Ésta siempre nos acompaña cuando tenemos el corazón roto.
También su reintepretación de la clásica «Macondo», original del peruano Daniel Camino Díaz y popularizada en México por Óscar Chavez. Con esta canción Celso le declaró su amor a la obra «Cien años de soledad» de Gabriel García Márquez.
Celso Piña reinterpreta un clásico vallenato, cuyo nombre obedece a la región donde la compuso su autor José Joaquín Bettín, en Sampués, Colombia. La fama de esta canción se volvió mundial al ser interpretada en vivo durante la entrega del Nobel de Literatura a Gabriel García Márquez, en 1982., en la Academia Sueca.
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