Carla sufrió violencia por parte de su pareja. Denunció ante las autoridades, pero no ha obtenido justicia, y en cambio, le quitaron a sus hijos. Su caso es otro más de un tipo de violencia que no registran las autoridades: la violencia vicaria
Texto y fotos: Laura Buconi y Sofia Pontiroli
CIUDAD DE MÉXICO. – Carla Martínez nunca imaginó que, en su relación con Israel, experimentaría lo que más tarde llamarían violencia vicaria. Los agresores ejercen esta forma de violencia cuando utilizan a los hijos o hijas de mujeres víctimas como instrumentos para infligir daño indirecto a la madre. Se trata de un mecanismo de control en el que el agresor, al ver que la mujer se separa o se aleja, manipula a los niños para seguir dañándola emocionalmente.
Esta es su historia
Carla conoció a Israel en diciembre de 2009, y en febrero de 2010 se casaron. Ella tenía solo 18 años y él, 26. Israel era líder estudiantil del Instituto Politécnico Nacional y activista en apoyo al Ejército Zapatista de Liberación Nacional, un hombre que aparentaba conciencia social sobre derechos humanos e igualdad de género. Sin embargo, su comportamiento en el hogar contradecía estos ideales.
Desde el inicio del matrimonio, Israel, quien era alcohólico, mostró signos de agresividad y control. Tres meses después de la boda, en mayo de 2010, Carla denunció ante la alcaldía Venustiano Carranza, en la Ciudad de México, que Israel la había amenazado y expulsado de su casa. A pesar de estas señales tempranas, ella no anticipó que enfrentaría violencia física, emocional y control sobre su vida.
Las autoridades tampoco actuaron.
El alcoholismo de Israel empeoró con los años, y su control sobre Carla se volvió más extremo, aislando a ella de amigos y familiares. En 2019, Carla huyó con su hijo menor por las agresiones físicas, pero regresó al no poder rescatar a su hijo mayor. En 2021, las agresiones se intensificaron: Carla denunció nuevamente a su esposo por violencia física. La situación escaló hasta que, en mayo de 2022, Israel intentó asfixiarla.
El 31 de mayo de 2022, Carla denunció a Israel ante el Centro de Justicia de la Mujer de Morelos y solicitó custodia de sus hijos. Sin embargo, las autoridades la culparon por “abandonar” a sus hijos al huir para sobrevivir, un ejemplo de revictimización institucional.
La violencia vicaria suele ser la última táctica de control que emplea el agresor cuando la víctima intenta escapar. Este tipo de violencia se vincula estrechamente con otras formas de abuso (físico, psicológico, sexual o patrimonial) y suele implicar maltrato infantil, alienación parental o, en casos extremos, homicidios por parentesco.
La psicóloga Sonia Vaccaro acuñó el término en 2010 tras estudiar casos de violencia en contextos de separación. La palabra “vicario” alude a situaciones donde alguien daña a una persona para afectar a otra. En México, aunque no existen datos oficiales sobre violencia vicaria, el SIESVIM del INEGI (2021) reporta que el 39.9% de las mujeres mayores de 15 años han sufrido violencia de pareja. Además, más de 20 mil menores recibieron atención hospitalaria por violencia familiar en 2023, según REDIM.
Este contexto facilita casos como el de Carla, donde el agresor no solo la golpeaba, sino que usó a sus hijos para manipularla. En marzo de 2023, cuando la Cámara de Diputados integró la violencia vicaria en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, Carla presentó otra denuncia. No obstante, la sustracción de sus hijos —tras una década de violencia ignorada por las autoridades— refleja impunidad sistémica.
Pese a las denuncias de Carla, el sistema de justicia mexicano no actuó. En abril de 2024, tras un atentado contra Israel, la familia de él sustrajo a sus hijos, perpetuando la violencia vicaria. Al momento de los hechos Carla inició una investigación por la retención ilegal de sus hijos, pero su suegra y su cuñada la acusaron sin pruebas de ser responsable del intento de homicidio de su esposo, paralizando el caso.
El 9 de diciembre de 2024, una pericia psicológica ordenada por el juez Juan Dirzo Aceves reveló que la familia paterna ejerce violencia contra los menores (como jalar “de las greñas” al hijo de 4 años) y manipula su deseo de ver a Carla. Aunque en abril de 2024 la jueza Patricia Frías Rodríguez aprobó visitas mensuales, estas siguen limitadas y bajo un entorno familiar abusivo.
Hoy, Carla Martínez difunde su historia para exigir justicia y custodia exclusiva. Denuncia la complicidad de mujeres cercanas a Israel (su madre, hermana y pareja), un patrón que el Frente Nacional Contra Violencia Vicaria asocia con personalidades narcisistas. Mientras, las autoridades de la Ciudad de México y Morelos guardan silencio, evidenciando la urgencia de un protocolo nacional para proteger a menores usados como “moneda de cambio” en conflictos familiares.
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