El presunto plagio de la tesis de la ministra Yasmín Esquivel esconde el objetivo real de la oposición: controlar a la SCJN y la posibilidad de recuperar, por esta vía, el estatus quo del que gozaron por décadas
Twitter: @anajarnajar
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) asegura que la ministra Yasmín Esquivel Mossa “copió parte sustancial” de la tesis con que presentó su examen de licenciatura en Derecho.
El destino de la ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación es incierto.
La UNAM reconoció que carece de mecanismos legales para aplicar una sanción, y derivó el caso a la Secretaría de Educación Pública (SEP).
Si existe alguna sanción Yasmín Esquivel debe acatarla sin lugar a duda, inclusive si ello implica abandonar la SCJN.
En todo caso, es importante revisar algunos detalles del escándalo.
La noticia del presunto plagio fue celebrada por la mayoría de los medios de comunicación convencionales, y se convirtió en uno de los temas más vistos en redes sociales como Twitter.
En algunos espacios de televisión y radio se escuchó a expertos analizar con detalles la información.
En casi todos los casos los especialistas se refirieron al tema con una extraña mezcla de rabia y alegría, la voz descompuesta por la ira al obligarse a contener adjetivos.
Las publicaciones pasaron, en un par de horas, de la difusión de la nota a una extraña coincidencia para exigir la renuncia de la ministra Esquivel Mossa.
En política no existen coincidencias. El desborde eufórico de estos días, protagonizado por personajes opositores al presidente Andrés Manuel López Obrador, mueve a la sospecha.
¿Se trata de un súbito arranque justiciero, la necesidad de sancionar una conducta presuntamente irregular? Si fuera el caso, representaría una contradicción.
La ausencia de ética, la corrupción, conductas abusivas e inclusive ilícitas son comunes entre algunos de quienes ahora se rasgan las vestiduras con la decisión de la UNAM.
¿Es la celebración de una victoria política sobre López Obrador? Puede ser.
Desde hace un par de meses, cuando se acercaba la sucesión de Arturo Zaldívar como presidente de la SCJN, una versión no desmentida fue que Esquivel Mossa era la favorita del presidente para ocupar el cargo.
¿Nació en 2022 una cruzada para erradicar la tan denunciada costumbre del plagio en universidades de toda índole?
Ojalá que sí, aunque para ello es fundamental un ejercicio de congruencia. Porque entre los nuevos defensores de la ética en la UNAM se encuentran varios simpatizantes o colaboradores del gobierno de Enrique Peña Nieto.
El expresidente fue acusado de plagiar la tesis para titularse como abogado, una profesión que, por cierto, nunca ha ejercido.
De hecho, la Universidad Panamericana, el alma máter de Peña Nieto, reconoció que su alumno más distinguido plagió parte de su tesis… Pero no lo suficiente como para retirarle el título.
Es decir, violó sus normas internas. Pero un poco. Y como diría Armando Ramírez: “¿Qué tanto es tantito?”
En tal escenario no parece descabellado pensar que la razón de la rabiosa alegría de los opositores nunca fue la titulación de la ministra Esquivel Mossa.
El verdadero objetivo es controlar a la Suprema Corte de Justicia. No es cualquier cosa.
Entre otras facultades la SCJN puede revertir las reformas legales que prohíben la condonación de impuestos, una de las primeras medidas del presidente López Obrador.
También puede reinstalar la inmunidad del fuero para legisladores y funcionarios; cancelar las consultas populares o desechar la obligación de someter a referéndum el desempeño de algunos gobernadores.
Y algo más: la Corte tiene posibilidades de influir en el resultado de las elecciones de 2024, a partir de declarar inconstitucionales los eventuales cambios a las leyes electorales del país.
Por eso la rabiosa alegría ante el caso de la tesis supuestamente plagiada.
La idea es enviar el mensaje de que López Obrador puede ser derrotado, que la SCJN es terreno expropiado hace mucho por quienes ahora son opositores y, sobre todo, que quien se atreva a disputar la propiedad enfrentaría el mismo destino de la ministra Yasmín Esquivel:
Una campaña rabiosa de desprestigio. El uso desmedido de todos los sicarios intelectuales que militan en las huestes de adversarios a la 4T.
Y la obligación a preguntarse si vale la pena empeñar una carrera de vida por un espacio en el poder judicial.
Amenazar. Aterrorizar. Ejercer violencia. Los usos y costumbres de los nostálgicos del privilegio, de los contratos jugosos con el gobierno.
De los partidarios de la política de mano dura, la sangre, las ejecuciones de jóvenes y la represión de mexicanos pobres.
Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service.
Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.
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