A nueve años del fallecimiento de Samuel Ruiz, la teología india, su legado ideológico, ha echado una profunda raíz entre los pueblos originarios de Chiapas. Una teología que recupera y reivindica los pueblos mayas, que recuerda sus historias y afirma su visión del mundo
Texto: Isaín Mandujano / Chiapas Paralelo
Fotos: Chiapas Paralelo
TUXTLA GUTIÉRREZ.- Las procesiones a los templos o zonas arqueológicas de sus antepasados, los rituales en cuevas y manantiales, las danzas, la música de tambor y pito, el incienso, los cantos en lengua nativa, el altar maya y el curandero del pueblo. Estas son, entre otras más, manifestaciones de los pueblos originarios que la Iglesia católica satanizó durante siglos. Pero cobraron vida y reconocimiento en Chiapas con la teología india.
Han pasado nueve años desde del fallecimiento del obispo emérito Samuel Ruiz García. Estos días, sacerdotes, teólogos, catequistas, seminaristas, laicos, hombres y mujeres que conocieron la labor de “jTatik Samuel” ratificaron en Chiapas la continuidad de su legado. Samuel Ruiz fue uno de los precursores de la teología india. Esta rescató e incorporó en el evangelio todo aquello que a los pueblos originarios les fue arrebatado por “profano” o “pagano”.
Indígenas procedentes de diversas regiones de la Diócesis, así como de Guatemala, Perú, Bolivia y otros rincones llegaron a San Cristóbal de Las Casas. El objetivo: participar, del 26 al 29 de enero, en el “Encuentro Teológico: Diálogos con la Teología India”. jTatik Samuel siempre estuvo presente.
“Fortalecer el compromiso con la Teología India para continuar construyendo y para dar respuestas que puedan dar fruto, favoreciendo un diálogo entre los procesos de evangelización actuales con la sabiduría de los pueblos originarios”. Es lo que siempre buscó Ruiz García y lo que se propusieron los congregados en el encuentro.
El encuentro fue auspiciado por el Seminario Conciliar de la Inmaculada Concepción de la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas, el Museo jTatik Samuel, el Instituto de Estudios e Investigación Intercultural, AC, (Inesin) y el Catholic Theological Union.
De los 37 obispos que ha tenido esta Diócesis, fundada el 19 de marzo de 1539, Ruiz García fue el que más años duró (40). Cabe recordar que que fue reiteradamente acosado durante el papado de Juan Pablo II.
Tras la muerte de Samuel Ruiz, el 24 de enero de 2011, lo sucedieron en el obispado, como titulares: Felipe Arizmendi Esquivel (2000-2018) y Rodrigo Aguilar (2018). Como coadjutor de Ruiz García estuvo Raúl Vera López y Enrique Díaz Díaz como auxiliar de Arizmendi Esquivel.
Pero cuando jTatik Samuel se fue, la teología India ya era “un proceso irreversible”, no había vuelta atrás, coinciden los expertos que se dieron cita en el encuentro.
El propio obispo actual, Rodrigo Aguilar Martínez, dice que no fue fácil para él llegar a esta Diócesis, pues “no le caía el veinte” con la Teología India, no le “sentaba”. No se sentía favorable a ella, pese a haber estado ya entre indígenas purépechas.
“Aceptar estar en esta Diócesis es aceptar también la teología india. La teología india es un tesoro de la Diócesis y de la iglesia, no es una imposición. Debe estar en nuestro corazón, aprendiendo y compartiendo”.
Obispo Rodrigo Aguilar
Tampoco fue fácil para Samuel Ruiz García, un obispo conservador guanajuatense que en 1960 intentó ladinizar a los indígenas chiapanecos y al final terminó convertido por los pueblos originarios.
Aguilar Martínez, que ya cumplió dos años en esta Diócesis, explica que a su llegada no traía consigna alguna. Fue Arizmendi quien le explicó el caminar de este pueblo y que, como su antecesor, acompañará a los pueblos originarios sin pretender ser “un Samuel Ruiz Bis”. No tratará de imitarlo, pues trae sus propias cualidades y deficiencias.
Lo que aspira es caminar, porque de eso trata la teología india, donde ellos se asumen como sujetos de su propia espiritualidad y no objetos de ella.
Su participación en el Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín en 1968 fue suficiente para que Ruiz García contara con las bases teológicas e iniciara en Chiapas una teología polémica para muchos sectores de la Iglesia Católica. Fue así como empezó a reconocer los saberes, costumbres y tradiciones de los diferentes pueblos indígenas de su Diócesis.
Jorge Santiago Santiago es teólogo por la Universidad Gregoriana de Roma. Fue un cercano colaborador de jTatik durante casi todo su período de 40 años de trabajo pastoral. Él explicó que, por más de cuatro siglos, la Iglesia católica se impuso sobre los pueblos originarios, con un cristianismo que casi ha borrado todo a su paso de los saberes indígenas. Destruyó templos y libros sagrados, y prohibió muchas manifestaciones donde los pueblos expresaban su fe en Dios.
Tuvieron que pasar casi cinco siglos para que todas aquellas manifestaciones espirituales, como sus ritos y tradiciones sagradas, que les fueron negadas, empezaran a integrarse en el evangelio.
“La teología india ha sido un encuentro permanente, tocar la raíz profunda de los pueblos, encontrar que vamos caminando con el pueblo. Es tocar lo más profundo de los pueblos. La teología india es la presencia de los pueblos. La teología india hace resistencia, es camino, hace oración que es aclamación, es siembra: me siembro en la tierra, en el agua, en el cerro, en la montaña… la oración es profundamente transformadora. La idea del trabajo de la Diócesis ha sido sumarse a esta Teología. Hay una intención de búsqueda, de asumir, acompañar y ser parte de los pueblos. Esta teología transforma todas las relaciones”.
Jorge Santiago Santiago
Autor de varios libros sobre el obispo Ruiz García, Jorge Santiago agrega que “en la Diócesis parecía que había un divorcio entre la teología de la liberación y la teología india, cuando ha quedado claro ya que no puede haber teología india sin liberación y no puede haber liberación sin teología india”.
Tras el Tercer Sínodo Diocesano, Ruiz García dejó una Diócesis con una estructura fortalecida, de tal manera que perfiló su vocación por la Teología India al sustentarla en esos “seis horcones”, como le llamaron los indígenas.
La definieron permanente como una “Iglesia Autóctona, Liberadora, Evangelizadora, Servidora, en Comunión con Dios y bajo la guía del Espíritu Santo».
“Estos seis horcones establecen caminos concretos. La diócesis de San Cristóbal es una diócesis para ser libres”, abunda Santiago Santiago, comprometido con las comunidades indígenas, y quien por un “error” del gobierno federal fue detenido y encarcelado en febrero de 1995, acusado de ser uno de los líderes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
Juan Manuel Hurtado, uno de los teólogos más importantes, miembro del Foro Mundial de Teología y Liberación, presbítero en Pantelhó y cercano colaborador de don Samuel Ruiz García, narra el punto sin retorno en el quehacer de Samuel Ruiz.
Justo después de participar en el Concilio Vaticano II y en la Conferencia de Medellín. En esos eventos, Ruiz entró en contacto con muchos obispos africanos y latinoamericanos, que ejercían una labor entre pueblos originarios.
De ahí, Samuel Ruiz se inspiró y fundamentó su conversión. Después, entregó su vida y obra por 40 años a los pueblos originarios mayenses de Chiapas.
Antes de que se le nombrara Teología India, fue la praxis lo que hizo posible su existencia. Así lo advierte Juan Manuel Hurtado.
“Cuando él trabaja acá en la Diócesis, abre esta perspectiva a las culturas y a la experiencia de Dios en las culturas, lo que después llamamos teología india. De cómo dar razón de la vivencia de Dios desde el mundo maya, expresado a su manera, no discursiva, sino simbólica, mítica. Ese es el legado de Samuel Ruiz”.
Juan Manuel Hurtado
La oportunidad que tuvo durante sus 40 años de obispado acá fue lo que le dio tiempo para enraizar esta Teología entre los pueblos originarios. Y esto ahora “es irreversible”, como alguna vez le expresó a Hurtado el propio jTatik Samuel.
Tras la partida de jTatik Samuel –apunta Juan Manuel Hurtado– llegaron Felipe Arizmendi y ahora Rodrigo Aguilar. Ellos, si bien no se han entregado de lleno y apasionamiento como lo hizo Ruiz, sí han acompañado en su andar a los pueblos originarios chiapanecos.
La experiencia de Dios entre estos pueblos la expresa con sus símbolos, con sus ritos, con sus gestos, con sus cantos y sus oraciones en lengua nativa, dice Hurtado. Y recuerda que no era extraño ver en Chiapas a Samuel Ruiz danzando con sus propios feligreses indígenas. Entre cantos y música de tambor y pito, peregrinando a sus cuevas sagradas o manantiales sagrados. Orando en las milpas para que llegara la lluvia.
El experto en teología señala que el papado de ahora es el ideal que hubiera querido disfrutar Samuel Ruiz García para ejercer su misión pastoral en Chiapas. Pues el Papa Francisco ha dado luz verde a la teología india, porque entiende que para nada choca con la fe católica cristiana. Por el contrario, se arraiga más la fe entre los pueblos originarios, respetando y reconociendo su espiritualidad.
En el Altar Maya, ejemplifica, se toca la armonía, lo integral. Es un Altar total, integral, armónico. No falta nada: está el tiempo y el espacio, Dios y la humanidad, el hombre y la mujer, el cielo y la tierra.
“Los pueblos originarios nos ofrecen la posibilidad de vivir en armonía con todo lo creado. Respetando todos los seres, y no esa actitud agresiva de dominio y destrucción que ha mostrado la así llamada civilización occidental”.
Juan Manuel Hurtado
En esta sociedad de consumo desbordado, utilitarista, mercantilista, en la que todo se compra y se vende –hasta la dignidad y el honor–, los pueblos indígenas ofrecen su desapego natural a la acumulación, al derroche, a idolatrar el dinero. Saben vivir en la austeridad y desapego.
“Nos ofrecen también un espíritu contemplativo, sagrado de la creación. Es la convicción de que nosotros somos una partecita de la inmensa creación y de que todos los seres están vivos: los astros y las piedras, los animales y las plantas, los mares y los ríos, el cielo y la tierra. Todo está habitado”.
Juan Manuel Hurtado
Los montes, los ríos, las cuevas, los animales, la milpa, el sol, la luna. No son cosas, no son objetos, mercancía que se puede canjear por dinero o por poder.
Una montaña sagrada, una cueva, un río, el lugar donde están enterrados los ancestros, no se pueden vender para ahí hacer una fábrica, un comercio, un centro recreativo. Ahí habitan los guardianes de los cerros, de las cuevas y de los ríos; ahí habita la memoria de los antepasados, su fuerza, su sabiduría.
Y es ahí, insiste, donde se recrea y se renueva la vida y el espíritu cada vez que estos pueblos, estas comunidades se acercan a ofrecer sus dones: sus flores, su incienso, su candela, su música. Estos lugares son parte de su ser y de su historia, de su espíritu y de su identidad, de su esperanza y de su lucha.
Por eso no es de extrañar que grupos como el Pueblo Creyente, el Movimiento en Defensa de la Vida y el Territorio, el Movimiento Zoque en Defensa de la Vida y el Territorio, sean grupos que se aferran a luchar y resistir contra los megaproyectos.
José Elías Hernández, joven seminarista originario del pueblo tzotzil de San Juan Chamula, refiere que la Teología India es eje principal en su formación como sacerdote.
Esta herencia del obispo Samuel Ruiz García está muy arraigada en la formación de todos los jóvenes que aspiran al sacerdocio, dice. Y la Teología India es algo con lo que José Elías nació y creció. Recuerda los rituales, las procesiones, la forma singular de manifestar su fe en el cristianismo de sus padres, sus hermanos indígenas.
Además de tzotzil, su lengua materna, el seminarista habla castellano, pero también aprende el tzeltal y su deseo es hablar todas las lenguas mayenses posibles, porque no sabe a qué parroquia o misión podría ser asignado el día que se ordenado sacerdote.
La Teología India, agrega, es una teología integral que armoniza todo, que armoniza la relación que cada uno de los creyentes tienen con Dios, pero también armoniza su relación entre ellos, su relación con los otros, con sus semejantes, pero lo más importante es que esta Teología armoniza la relación que ellos tienen con la Madre Tierra.
Y esta misma espiritualidad que se manifiesta de forma integral es la que anima a las luchas y las resistencias para la defensa de la tierra ante los megaproyectos. Y en ese acompañamiento no deben estar ausentes los líderes religiosos.
José Elías dice que mucha gente estigmatiza la Teología India, la rechaza, pero es por desconocimiento de sus postulados. Lo mismo pasó con la Teología de Liberación, pues se le satanizó y vio como algo subversivo, cuando en realidad no es así, sostiene.
La Teología India –recalca– es liberadora, pues las diversas manifestaciones espirituales de los pueblos indígenas son y tienen que ser liberadoras. Liberarse de los pecados o de cualquier otro tipo de atadura que le permita llegar al Lekil Cuxlejal, es decir, el bien vivir.
En el Seminario Conciliar de la Inmaculada Concepción, la Teología India se plasma en un gran mural colorido, en cuyo centro se erige una pirámide y sobre ella una Cruz Maya. A un costado está la serpiente emplumada, del otro lado un sacerdote maya parecido al de la tumba de Pakal, en Palenque.
La Diócesis de San Cristóbal de Las Casas tiene 36 mil 821 kilómetros cuadrados y en ella ofician 108 sacerdotes, más de 400 diáconos, ocho mil catequistas y 200 agentes de animación y coordinación pastoral, que atienden a más de dos millones 300 mil feligreses en dos mil 500 comunidades dispersas.
La mayoría son comunidades rurales, donde 62 % de sus habitantes son indígenas de diferentes grupos étnicos, chol, tojolabal, tzeltal, tzotzil, mam, zoque, maya-lacandón y otras lenguas migrantes de Guatemala.
*Este trabajo se publica en PdP por medio de la Alianza de Medios. Puedes leer aquí la publicación original.
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