La estrategia de seguridad del presidente Andrés Manuel López Obrador se resume en “abrazos y no balazos”. Pero en el caso del CJNG esto no parece aplicarse. Este año se lanzó una intensa ofensiva contra el cartel de drogas más violento de México. La estrategia parece efectiva
Texto: Alberto Nájar
Foto: Especial
Las imágenes inundaron las redes sociales: hombres embozados que entregan bolsas con comida en comunidades rurales. Un desfile de 40 camionetas blindadas y bajo la custodia de unas cien personas con fusiles de asalto.
A mitad de la pandemia, con el país en cuarentena, las escenas alarmaron a muchos.
Pero en realidad, coinciden especialistas, es parte de la estrategia que desde hace varios meses despliega el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) para defenderse ante la ofensiva en su contra de los gobiernos de México y Estados Unidos.
Una guerra silenciosa y bajo la mesa que ha resultado efectiva. De acuerdo con Eduardo Guerrero Gutiérrez, socio de Lantia Consultores, en el primer semestre de este año aumentó en 200% las detenciones de miembros del Cartel.
No se trata sólo de personas de bajo perfil, como sicarios o vendedores de droga, sino que las capturas de líderes de la organización, conocidos como “jefes de plaza”, también creció significativamente.
El año pasado, por ejemplo, se capturaba en promedio a 10 miembros del CJNG al mes. Este año la cifra es de 30 mensuales.
Es, pues, una abierta confrontación que obedece a la necesidad de desarticular las operaciones del que se considera la organización de narcotráfico más poderosa de México.
Desde el año pasado el gobierno estadounidense detectó un sensible aumento en la muerte por sobredosis al consumir drogas sintéticas, especialmente las fabricadas con fentanilo.
Muchas de las dosis mortales fueron exportadas por el CJNG. Por esa razón en marzo pasado la agencia antidrogas estadounidense, la DEA, emprendió una operación especial que derivó en la captura de más de 700 operadores del cartel en su territorio.
Al mismo tiempo el gobierno de Donald Trump pidió al presidente Andrés Manuel López Obrador que intensifique en suelo mexicano las acciones contra el grupo.
Eso explica el incremento de las capturas, y también que la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) congeló en junio más de dos mil cuentas bancarias a personas y empresas vinculadas al cartel.
“A pesar de que el presidente López Obrador se la pasa diciendo que no va a perseguir capos, que quiere abrazos y no balazos, la verdad es que bajo la mesa está pegándole fuerte a esa organización”, reconoce el especialista Guerrero Gutiérrez.
Hay algunas evidencias que muestran el impacto de las operaciones oficiales en el CJNG.
En los meses que lleva la pandemia de covid-19 las autoridades detectaron que la organización ha repartido despensas en decenas de comunidades, especialmente en los estados del occidente del país.
Algunas se difundieron en redes sociales, pero la mayoría quedaron con bajo perfil.
El Cartel, además, presta dinero con intereses bajos a campesinos, comerciantes y pequeños empresarios afectados por la cuarentena.
Lo mismo hace la banda conocida como Unión Tepito –aliada del CJNG- entre comerciantes del Centro Histórico de Ciudad de México, aunque en este caso el objetivo parece ser evitar que cierren los negocios para seguir extorsionándolos.
No es el caso de las comunidades rurales. Según Eduardo Guerrero el Cartel parece estar preparando una base social que le respalde ante la ofensiva militar.
Esto es más evidente en Jalisco. “Posiblemente piensen que van a necesitar mucho del apoyo de la gente cuando tengan que refugiarse en algunas zonas del estado, por la embestida de la Guardia Nacional y del Ejército”, señala el especialista.
Pero no todas las señales tienen la apariencia de buena voluntad. La organización fundada por Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho”, prácticamente declaró la guerra al gobierno de López Obrador.
Un ejemplo fue el asesinato del juez Uriel Villegas Ortíz y de su esposa, ocurridos el 16 de junio en Colima. La víctima había autorizado el cambio de prisión de Nemesio Oseguera González, “El Menchito”.
El traslado fue a una cárcel de Jalisco, y fue el paso previo para la extradición a Estados Unidos del hijo mayor de “El Mencho”.
Otro elemento fue el atentado contra el secretario de Seguridad de la capital del país, Omar García Harfuch, en junio pasado.
Semanas después del ataque se difundió en algunos medios que el CJNG tenía una lista de altos funcionarios a quienes considera sus enemigos.
Entre ellos se encuentran, de acuerdo con estas versiones, los secretarios de Seguridad, Alfonso Durazo, y de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard.
“El Cartel está muy agraviado y envalentonado contra el gobierno de México. No una autoridad estatal sino contra el gobierno federal”, dice el analista.
Al CJNG se le considera el más violento de México, así como también el de mayor crecimiento en los últimos años.
El Departamento de Justicia dice que es “una de las cinco organizaciones criminales más peligrosas del mundo”.
De hecho el gobierno estadounidense lo señala como “responsable del tráfico de toneladas de cocaína, metanfetamina y heroína con fentanilo” a su país, y el causante de “la violencia y pérdida significativa de vidas en México”.
Una etiqueta que tal vez corresponde con la historia del grupo. Antes de 2010 eran el cuerpo militar y operativo de la célula que controlaba Ignacio Coronel, “El Nacho”, para el Cartel de Sinaloa.
El capo fue abatido por la Marina ese año, y a partir de ese momento empezó una fuerte disputa con sus antiguos aliados para quedarse con el mercado de tráfico en Jalisco, Colima, Michoacán y Nayarit.
“El Mencho”, asociado con sus familiares políticos, los hermanos Valencia, ganó la batalla. Son los herederos de lo que fue el Cartel del Milenio, precursores en la exportación de drogas químicas a Estados Unidos.
El capo llamó a su grupo Cartel Jalisco Nueva Generación, que en diez años se convirtió en una eficiente empresa criminal, según especialistas.
Controla, por ejemplo, el mercado del robo de combustible en el país. Incursionó en el tráfico y esclavitud de personas, sexual y laboral –de allí obtiene sus sicarios- así como creó una sofisticada red de lavado de dinero que le permitió, durante casi una década, mantener virtualmente intocado su patrimonio.
La situación empezó a cambiar este año. “El Mencho” reaccionó con violencia a las operaciones oficiales.
Lo que ahora existe, dicen especialistas como Guillermo Valdés Castellanos, exdirector del desaparecido Centro de Información y Seguridad Nacional (Cisen), es una virtual declaración de guerra contra el gobierno del presidente López Obrador.
“Es una afrenta gravísima al gobierno federal”, explica. “Es una forma de decir que pueden hacer lo que quieran y sin ningún límite”.
Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service.
Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.
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