La falta de una política hídrica del Estado mexicano para las comunidades indígenas y rurales cada vez se acentúa más, mientras que los talamontes siguen haciendo de la suya y los incendios forestales arrasan con los cerros. y también: propuestas que replanteen el uso de agroquímicos en las comunidades
Por Kau Sirenio / X: @kausirenio
Eran las 3 de la mañana, los perros ladraban, los gallos cantaban, todo parecía transcurrir tranquilo, pero en la casa de María los guajolotes caían de uno por uno, de la rama del nanche, muertos, como si alguien les hubiera disparado, o envenenado, pero no es así, las aves se veían deshidratadas; nadie supo qué pasó, la mujer sólo dijo que es por el calor que azota la región.
Durante el día, el calor es demasiado fuerte, todo el tiempo es así, dice María. «Este año el calor aumentó, los arroyos se secaron, lo que antes era un río ahora está convertido en barranca, así vivimos aquí en Cuanacaxtitlán”.
El aleteo de los guajolotes alertó a la desvelada mujer, pero no pudo hacer nada por sus animales. Se les murieron seis guajolotes y una gallina. La pérdida económica ascendió alrededor de 8 mil 500 pesos.
En esta comunidad ñuu savi, las mujeres crían gallinas, guajolotes y puercos como medio de subsistencia, porque no tienen otras fuentes de ingreso. Como en todas las comunidades rurales es difícil que una mujer pueda trabajar, además no hay empleo.
Este relato lo escribí hace 14 años, pero ahora la escasez de agua es más pronunciada.
La falta de agua en la comunidad de Cuanacaxtitlán es un problema que los vecinos padecen desde hace más de 40 años; el estiaje empieza en enero y termina en verano.
En 2015 se gestionó la toma de agua desde el río Quetzal, pero funcionó muy poco debido a la falta de experiencia para el manejo del sistema de bombeo; inversión fue en vano, porque no dio el servicio que se esperaba.
Es por eso que el guajolote o pavo de plumaje “bronceado” se muere en la madrugada porque no soportan el calor y no tienen agua para beber, eso sí, nadie sabe cuál es la causa del calor, porque todos creen que el dios del día “sol” está castigando a los pueblos, porque desde hace muchos años dejaron de ofrendarlo.
Los hijos de familias ñuu savi que salieron de su comunidad para ir a estudiar a alguna ciudad creen que es por el calentamiento global, aseguran que esto se debe por el uso indiscriminado de agroquímicos, mientras que los campesinos han talado la mayor parte del bosque.
Ahora, igual que en la casa de María, han muerto pollos, guajolotes y gallinas en otras casas de la misma comunidad. Lo mismo ocurre en otros poblados del mismo municipio de la región Costa Chica.
La falta de agua en las comunidades indígenas de la Costa Chica y Montaña de Guerrero es un problema que no se ha resuelto. Algunas comunidades tienen agua entubada pero inservible para consumo humano. Mientras que los arroyos, ríos y veneros se van secando.
La falta de una política hídrica del Estado mexicano para las comunidades indígenas y rurales cada vez se acentúa más, mientras que los talamontes siguen haciendo de la suya y los incendios forestales arrasan con los cerros. Es un presagio que pronto nos quedaremos sin muchas la fauna ni la fauna.
De ahí que las candidaturas presidenciales deben de llevar en su agenda el tema de agua y políticas ambientales para que los pueblos y comunidades indígenas replanteen el uso de agroquímicos en sus cultivos. Si esto no ocurre pronto, nos quedaremos sin agua y sin alimento.
Periodista ñuu savi originario de la Costa Chica de Guerrero. Fue reportero del periódico El Sur de Acapulco y La Jornada Guerrero, locutor de programa bilingüe Tatyi Savi (voz de la lluvia) en Radio y Televisión de Guerrero y Radio Universidad Autónoma de Guerrero XEUAG en lengua tu’un savi. Actualmente es reportero del semanario Trinchera.
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