Estamos ante un cambio de época, dice Graciela Márquez Colin. La primera Secretaria de Economía que tiene México repasa los retos más duros que tiene su encargo: desde la austeridad y los juicios internacionales hasta las amenazas del crimen y el avance de China en la economía global. Los créditos emergentes y programas sociales han sido un elemento importante de contención, dice. Pero la crisis «es brutal»
Texto: Daniela Pastrana
Fotos: María Ruiz
CIUDAD DE MÉXICO.- Graciela Márquez Colín parece más una maestra alivianada que la Secretaria de Estado que todos los días lidia con los hombres más poderosos de este país. Es la primera mujer que dirige la economía en México. Estudió en Harvard un doctorado en Historia Económica, con una tesis premiada sobre el proteccionismo mexicano en la época porfirista. Luego se dedicó a la academia. Su último cubículo fue en el Colegio de México. Con esas cartas, le toca enfrentar la tormenta económica más grande en el último siglo. «Es una crisis brutal», advierte.
Pactamos la entrevista con Pie de Página al término de una de las conferencias vespertinas que hace cuatro meses conduce desde el Palacio Nacional. Es común verla llegar sola, sin asesores y un equipo de prensa reducido a una persona.
Economista e historiadora. O a veces historiadora y economista, está convencida de que estamos frente a un cambio de época y que pronto «los economistas no van a tener todas las respuestas«.
—Parece que México va con una manecilla al lado contrario en un reloj: Un presidente que decreta el fin del neoliberalismo, que no quiere que hablemos del PIB, que descalifica a las calificadoras. Y luego vemos el mundo de la economía y los negocios, con su lenguaje tan especializado. ¿Cómo lidia con esos dos mundos?
—Haber estudiado economía e historia me permite dimensionar este aparente sentido contrario de las manecillas del reloj. Porque en realidad, lo que dice el presidente López Obrador ya venía pasando. Uno de los grandes economistas de nuestro siglo, Joseph Stiglitz, es el primero que hace la crítica al neoliberalismo. Y nadie compararía al presidente López Obrador con Joseph Stiglits, porque él habla con toda la jerga económica y, sin embargo, hace una crítica muy profunda al llamado consenso de Washington.
A la crisis del 2009 no la hemos nombrado, dice la funcionaria. No le hemos puesto nombre, como cuando hablamos de la crisis del 29 o la Gran Depresión. Pero en 40 o 50 años, cuando los economistas se refieran a estos años, tendrá un nombre y «seguramente será el periodo de la gran ruptura del modelo globalizador neoliberal».
Yo estoy convencida de que estamos en un cambio de época. A muy pocas generaciones nos tocan estos cambios de época y a nosotros nos está tocando. Primero con la crisis del 9 (se refiere al 2009) y luego con ésta»
En la de 2009, que fue emparejada con otra pandemia, la del H1N1, se rompieron paradigmas e instituciones creadas desde la Gran Depresión, como las de préstamos hipotecarios, explica.
«Esto que se ha repetido mucho: de que no hay un despliegue fiscal para contener la crisis. Bueno, pues Estados Unidos le metió trillones de dólares, y no es exageración, trillones de dólares, y aún así, sigue con problemas. Es decir, pronto vamos a tener que dar explicaciones distintas; y eso creo que es la riqueza de estar en este gobierno, que nos obliga a tratar de llevar toda nuestra formación económica, lo que si subsiste, la oferta y la demanda, la producción, el comercio, a entender mejor».
El PIB ha sido criticado desde los años 90 por el economista Amartya Sen (Premio Nóbel de Economía). dice. De esos y otros cuestionamientos surge el Índice de Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), y que entre otras cosas mide la educación y la salud.
«No quiero quitarle originalidad al presidente López Obrador —bromea Márquez—, lo que quiero es ubicarlo en su tiempo histórico. El presidente es un hombre de su tiempo. Eso es algo que no muchos han querido entender. Pertenece a su tiempo histórico, a quienes han criticado el PIB, y que generaron una nueva medida que es el índice de desarrollo humano«.
Ella sabe de qué habla. Durante tres años estudió la serie histórica del PIB desde 1895, así como los intentos de medirlo para el periodo colonial y para el periodo de la Revolución, donde no hay estimaciones.
Yo sé qué mide el PIB, pero también sé que es lo qué no mide. Y si todos supiéramos lo que mide el PIB a lo mejor creeríamos menos en esa cifra; pero es la que hay. Es un estándar internacional. Nos permite compararnos con otros países, saber si crecimos de un año a otro.
El PIB se va a seguir midiendo en México, «porque lo necesitamos», dice, pero hay que saber que «no es el fin último, ni del gobierno, ni de las empresas».
—¿Esto lo entienden los empresarios y los otros sectores con los que convive, dentro del mismo gabinete?
—Creo que no… porque no es fácil. Para mí misma es un ejercicio de tratar de ir más allá. Y he aprendido ahora que muchos empresarios también son adelantados de su época. Entienden antes. Para ser empresario uno tiene que ver el futuro, para ver dónde hay una oportunidad y dónde no. Entonces seguramente lo van a entender poco a poco.
Pone un ejemplo: En 1990 nadie hablaba de responsabilidad social y ahora prácticamente todo los hacen.
«Y puedes decir: ‘No, pero hablan de responsabilidad social porque ponen una enfermera y a eso le llaman una clínica’. Y es cierto. A mí me han dicho: ‘Secretaria, yo cuido a mis obreros’. Y les digo: ‘Mire, usted, dedíquese a invertir y nosotros nos encargamos de la seguridad social, ¿qué le parece? Vamos haciendo la división del trabajo. No me venda un espacio donde está la enfermera como clínica. Mejor nosotros ponemos la clínica, ustedes pagan impuestos, invierten y cada quien hace lo suyo”.
Márquez asegura que hay empresarios que ya han comenzado a entenderlo.
Sobre todo los jóvenes, porque, de nuevo, son los empresarios del futuro. Son los que hoy tienen un startup, que no despidieron trabajadores… Sí hay una capa empresarial distinta. Y también las mujeres empresarias, porque ellas han tenido que entender de manera muy distinta la actividad empresarial».
— En dos años hemos tenido crisis de aranceles, caída de precios del petróleo, la pandemia y negociación de TMEC. ¿Cuál ha sido el momento más difícil?
— Una de las cosas más importantes, solamente en el ámbito de comercio, es la 232 (una sección de acuerdo comercial en la que Estados Unidos pretendía imponer a México aranceles de 25 por ciento al acero y 10 por ciento al aluminio), cuando ganamos que no nos pusieran las cuotas.
Fue un momento duro, en el que México estuvo a punto de presentar una demanda en la Organización Mundial del Comercio, recuerda Márquez.
Yo decía: ‘Si acepto cuotas ahora voy a aceptar cuotas en tomate, en azúcar’. Era como abrir la puerta a una relación de cuotas y eso me iba a cambiar toda la relación con el gobierno de Estados Unidos. Pero las presiones eran espantosas porque era la única que decía ‘no, no, no’. Y fue muy difícil convencer a los empresarios y a muchos funcionarios del gobierno que no aceptáramos las cuotas».
La relación con el representante de Comercio de Estados Unidos, Robert Lighthizer, no fue mejor:
«El 16 de diciembre de 2018 por primera vez hablé con él y prácticamente me colgó el teléfono. Me dijo: ‘bueno, está el tema de las cuotas del acero’ y le dije: ‘no, no hay cuotas’. El decía: ‘secretaria, usted no entiende’, y yo: ‘sí, entiendo perfectamente y no va a haber cuotas’. Y efectivamente, llegó mayo y no hubo. A partir de entonces, cambió (la relación). Creo que respetó mi firmeza, algunos le llaman terquedad. Pero creo que sentó una base de decir: ‘aquí somos socios’. Entonces, más que difícil, fue algo de lo que me siento muy orgullosa, y en lo que siento que ha habido una mayor influencia de algo que yo me propuse y logré».
En la carrera por el peor momento, el actual gana fácilmente. La Secretaria de Economía ni siquiera se esfuerza en matizar su diagnóstico: «Va a ser una recuperación muy larga«.
Podemos a lo mejor tener una recuperación en V, en W o en L, pero sí va a haber un deterioro de los ingresos y el empleo de muchas familias. Y eso es algo que… digamos, yo dormía muy bien hasta por finales de abril. A partir de entonces sí he tenido pesadillas y no he dormido bien, porque sí me preocupa mucho»
—La decisión del presidente de mantener su proyecto de “primero a los pobres” y no condonar impuestos ni aceptar deuda ha sido muy cuestionada. Incluso aquí, en las conferencias, pensábamos que iba a hablar de la macroeconomía y terminamos escuchando de las mypimes. ¿Realmente es posible reactivar así la economía?
—Creo que ha sido un excelente mecanismo de contención de la crisis en el sector más vulnerable. No hemos tenido saqueos. Y no sólo son los créditos, sino todo el despliegue de la política social, que está llegando, junto con las remesas.
Márquez pone en perspectiva lo que ocurrió después de la crisis de 1995: «Coneval midió que con la crisis del 95 disminuyó la estatura de los mexicanos. Para que eso pase se necesita que la gente pase hambre. Que las madres, las mujeres embarazadas, pasen hambre. Entonces, pensemos en cuál es la alternativa. Una disminución de tallas es una tragedia. Y lo que estamos haciendo ahora es contener ese efecto».
—En mayo, Cepal estimaba que México sería el país de toda la región donde la pobreza extrema aumentaría más. Hablaba de más de 7 millones e incluso, de riesgos de padecer hambre.
—Eso no está ocurriendo en México, porque México es productor de alimentos. Esa es una condición estructural importantísima. Y de nuevo, no es porque queramos producir todo internamente y regresar a un modelo como el desarrollo estabilizador; es porque hay seguridad alimentaria y en una pandemia como ésta, tener alimento significa que vamos a tener posibilidad de resistir mejor la crisis Ahora, ¿eso va a implicar que, efectivamente, no haya rescate a muchas empresas? ¡Hombre, yo soy la secretaria de Economía! A mí me encantaría tener una bolsa y hacerles así (hace el ademán de repartir). Pero la bolsa que tengo son 30 mil millones de pesos para repartir microcréditos. Es lo que tengo; pues a hacerlo bien.
Sin embargo, asegura que hay «otro tipo de asistencia», como las plataformas que se han diseñado, las ruedas de negocios, y la mejora regulatoria. O las ventanillas municipales que permiten facilitar los trámites. Eso tiene un valor monetario, insiste.
¿No es el rescate tradicional? No, no lo es. Pero no nos hubiera alcanzado, de todos modos. Esta crisis es brutal. Brutal. No le alcanzaron a Estados Unidos los trillones. A Europa no le alcanzó. En las crisis siempre es insuficiente».
La entrevista ocurre pocos días después de que entrara en vigor el nuevo acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá. La economista ha dedicado varias conferencias de prensa a explicarlo. Ahora hablamos de China, un país que está teniendo una política económica muy agresiva, durante la pandemia.
— ¿Cuál es la expectativa que podemos tener con el TMEC?
Márques le pone la dimensión histórica:
«Cuando nació la idea del tratado, a finales de los años 80, el mundo estaba dividido en bloques. Todavía no existía la Unión Europea; estaba la Comunidad Europea, pero no existía el euro ni esta integración que tiene; y se hablaba de los bloques comerciales: Europa, Asia con Japón a la cabeza, porque China no pintaba todavía y era Japón el líder de las economías del sudeste asiático. Ya había un tratado de Estados Unidos y Canadá, que firmaron en el 89, y entonces de lo que se trataba era de formar bloques para negociar en bloque».
Los tratados comerciales, la globalización del mercado y la entrada de China cambiaron la dinámica, dice. Pero ahora estamos regresando a una economía de bloques, por cuestiones estratégicas: los países necesitamos garantizar nuestro abasto de materia prima y de mano de obra.
«Eso lo va a hacer Europa, lo va a hacer América del Norte y lo va a hacer China con algunas economías asiáticas y con África. China tiene inversiones mayúsculas en África (en infraestructura, puertos y ferrocarriles). Entonces ¿Qué tenemos que garantizar con el TMEC? Que nuestro bloque no solamente sea sólido, sino que sea competitivo. Que lo que produzcamos lo podamos vender a terceros. Con Europa la tenemos más o menos fácil, en el caso de autos, por ejemplo, o de algunos productos agropecuarios.
Y tenemos que ser capaces de competir con China. Pero no es un bloque para cerrar. Esa es la diferencia de un modelo proteccionista que sería: ‘vamos a juntarnos y que el mundo ruede’. No, aquí es: ‘vamos a juntarnos para ser más fuertes en la economía global’.
—¿En qué podríamos competir?
—Tecnología, por ejemplo. México tiene que recuperar un track, un camino que estaba recorriendo, para tener cada vez manufactura más tecnológica, pero llegó China y nos desplazó. En el caso de las pantallas de televisión es muy claro. México exporta pantallas, pero no las fabrica. ¿Y por qué México no produce celulares? ¡Si produce tractocamiones! Porque se fueron a China. Entonces, ¿qué queremos? Hablar con Apple y decirle: ‘vente para acá’. Porque nosotros podemos, tenemos la mano de obra y la cercanía.
—Pero lo más visible de la 4T está basado en la mano de obra (Sembrando Vida, para no ir más lejos); mientras el mundo parece que se está dirigiendo a esta industria 4.0 que cada vez requiere menos mano de obra. ¿Cómo conviven estas dos realidades?
—Pues yo digo que lo estamos haciendo mejor que otras economías, porque están muy enfocadas a la robotización y la digitalización de los procesos, pero hay que seguir produciendo alimentos. A nosotros nos ayuda mucho nuestra orografía, digo, esto es sólo una hipótesis (sonríe): Sierra Madre Oriental, Sierra Madre Occidental, Sierra del sur… a ver, metan tractores ahí. No se puede. Se necesita subir a la montaña y bajar el producto. Entonces, necesitamos valorizar eso, para que el campesino reciba mejor pago por su siembra y le generemos bienestar. Porque ya no vamos a poder absorber a esos trabajadores del campo.
— ¿Cómo evitar que esta parte económica no pase por encima de la social? En el caso de la minería eso ha sido una constante…
—Planteándolo desde el día uno. Nosotros no estamos dando concesiones y no las vamos dar; pero estamos hablando con las empresas para pedirles su plan de remediación. La minería nunca va a poder ser algo bonito: es hacer un hoyo en el suelo y arrancar lo que está ahí. Destruir el subsuelo. Pero eso ha sido desde la Era del Cobre. Entonces, ¿qué es lo que les decimos?: ‘Tienes que dejar, cuando termine el ciclo minero, mejor que cuando llegaste. ¿Encontraste un cerro pelón? Tienes que dejarlo reforestado’. Ese es el contrato que tenemos que hacer. Y no lo que se ha hecho: la cliniquita o pavimentar la calle. No, lo que les decimos es: ‘La calle la usas tú para sacar tu material. ¿Cómo vas a remediar, cómo vas a dejar más agua de la que usas?’ Eso es lo que hemos estado trabajando con las empresas. Pero la minería de México siempre ha sido compleja. Entre los que más contaminan son los pequeños mineros…
— La megaminería, Secretaria.
—Sí, bueno, la megaminería, claro. Pero los que usan mercurio y lavan en los ríos son pequeños mineros, por eso el Fifomi (Fideicomiso del Fomento Minero, que apoya a la pequeña y mediana minería) se tiene que enfocar en capacitarlos.
El caso de la gran minería, dice, es un tema de la fuerza del Estado: el Estado debe tener la fuerza suficiente para regular los excesos de las empresas y también para exigirles «cero accidentes».
En minería –explica la secretaria– «nos enfrentamos a un problema gravísimo, que es el crimen organizado».
Lo ilustra con una anécdota:
El otro día les robaron una avioneta. La empresa contrató una avioneta para que transportara un cargamento de oro y ya no tuvieran que transportarlo por carretera, porque el anterior se lo habían robado en la carretera. Llegaron, pero los que venían en la avioneta eran malos. Entonces cargaron el oro y se lo llevaron con todo y avioneta. Desde que la contrataron se filtró la información».
El problema ha llegado al punto en que ha sido necesario formar una fuerza federal pagada por las empresas. También ha habido amenazas directas al subsecretario de minería, Francisco Quiroga, por lo que, a pesar de las medidas de austeridad, él usa una camioneta blindada.
«Estamos hablando de cargamentos, de plata, de oro. Entonces, ya tenemos el protocolo, ya acercamos a la cámara minera y están trabajando. No todas tienen la capacidad de pagar, pero estamos viendo que se haga una aportación desde la cámara para que sea una cobertura más amplia. Nos está funcionando, hemos bajado los robos, sobre todo en carretera. Son avances pequeñitos. Y también hemos frenado la salida ilegal de hierro…»
—¿De Michoacán?
—Sí. Salía mucho hierro hacia China. Puro contrabando. Estamos hablando de buques. Es decir, no es que se lo llevaran en un costal. ¡Se llenaba un buque entero de hierro! Entonces, pusimos permisos de exportación, hablamos con las autoridades de las aduanas y hemos, según nosotros, frenado eso y limpiado un poco de quiénes son las concesiones.
—¿Tiene calculado cuánto puede ser eso en pérdidas económicas?
—Es que impacta en el robo mismo y en lo que se tiene que invertir en la seguridad y en lo que no se puede hacer. No me atrevería a dar una cifra. Hay algunas estimaciones por ahí, pero es muy difícil hacerlo. Ciertamente ya no son bandas de narcotraficantes que buscan otro negocio. Ya es una segunda o tercera generación especializada del crimen.
Ese, dice, es el gran problema: la criminalidad «se diversificó, se especializó y ya no están conectados con el narcotráfico. Tiene su propia lógica: seguir robando gas, gasolina, oro».
Volvemos al tema del TMEC. México enfrenta varias demandas de empresas internacionales que piden ser indemnizadas amparándose en la cláusula de inversión de los acuerdos comerciales. En total, aclara la secretaria, son 17 juicios, «entre los activos y los de intención, que son los que están explorando demandarnos, pero les tenemos que empezar a dar seguimiento desde que anuncian».
El problema es qué vamos a hacer nosotros (Economía) para llevar todas las demandas. ¡Son muchísimas! Este año hemos ganado dos: Vento y Bimex. Son chiquitas, pero ganar siempre es bueno. Acabamos de recibir un laudo negativo en Canadá, pero de un pedazo del proceso apenas, falta el proceso largo. Y luego tenemos Odissey, Oro negro. En total son casi 12 mil millones de dólares de todas las que tenemos vigentes«.
—¿Todas son demandas por apegarse a la ley ambiental, como la de Odissey?
—Es variopinto. Son ambientales, pero también son de corrupción, de expropiación. Lo que nosotros estamos viendo es que si esto crece, rebasa nuestra capacidad, la de la Secretaría. Y estoy buscando un mecanismo para que me acompañen Hacienda, Procuraduría Fiscal y la propia Consejería Jurídica, de Presidencia, porque nosotros tenemos que contratar despachos en Estados Unidos. Ahorita estoy pagando uno por 400 mil dólares y yo tengo que separar un dinero para eso, porque es la defensa del Estado, pero no podemos.
— ¿Es cierto que México viola el acuerdo ACA del TMEC por poner obstáculos a las energías limpias, concretamente a las eólicas?
—Yo le pregunté a la Secretaria de Energía (Rocío Nahle) y su argumento es: Laguna Verde es considerada energía limpia, y el comparativo de lo que produce Laguna Verde sobre las eólicas sigue siendo más grande, así que México cumple con su cuota. Esa es la explicación de Sener. No es propiamente un tema de Economía. Pero si se hubiera violado ya tendría yo la carta en mi escritorio. Eso de seguro: No nos van a dar nada. Cualquier cosa en la que estemos en falta nos va a llegar al minuto.
— Hace unos días hubo una denuncia porque le pidieron a los funcionarios comprar sus computadoras y compartirlas…
—Eso fue un error. Nosotros arrendamos todo el equipo de cómputo. Y es común, cuando uno termina un contrato, que la compañía te diga: ‘yo estas computadoras que te renté por cinco años ya nos las puedo mover en el mercado, te las vendo baratas’. Así compré las computadoras de mi casa, que me daban en el Colegio (de México) muy baratas. Y por otro lado, con la pandemia vamos a tener horarios escalonados. Entonces pensamos que podíamos poner un pull y que se registraran. Yo a esos sistemas estaba acostumbrada en el Colegio. A mí eso no me suena mal en lo absoluto. No era una medida obligatoria y lo que queríamos era bajar el número de computadoras que íbamos a rentar. Y bueno, fue una buena idea mal comunicada, la echamos para atrás y fin de la historia. Eso son como 6 millones de pesos.
—¿Por qué arrendan las computadoras?
—Pues llegamos y no tenemos ni una sola computadora. No hay.
—¿Todas las computadoras de la Secretaría de Economía son rentadas?
—Todas. No hay. Ni unita. Si yo no firmo ese contrato no trabajamos. Pero el problema no lo tenemos ahí, sino en el Centro de Datos, ahí traigo un déficit de 41 millones, que ya estamos arreglando. Y no es la Secretaría de Economía, el 75 por ciento (de reducción presupuestal) fue para todos. Nosotros estamos tratando de cumplir sin lastimar las funciones esenciales a las que estamos obligados. Y hay muchas cosas que hemos resuelto por la vía digital, como las rondas de negocios. La última había sido la de Arequipa, y fue carísima, porque viajábamos. Ahora la hicimos digital. Cero pesos, cero centavos, punto. No nos costó nada. Entonces, sí hay maneras. ¿Sería mejor tener dinero? Sí. sin duda. ¿Puedo seguir haciendo mi trabajo con menos dinero? También.
—¿Diría que la austeridad sí está sirviendo para que la economía funcione?
—Pues para que podamos financiar los programas sociales, sí. Pero a ver, esto es lo que nos tocó, y me parece que hay una responsabilidad de cerrar brechas de desigualdad y de ingreso. Hay quien dice que es muy poquitito. No. Eso hace que la gente coma. O sea, si hace la diferencia. Eso es lo que no entienden los que no han ido en giras con el presidente.
—¿Cuándo podremos evaluar esto que Zoé Robledo ha dicho que es la receta mexicana para enfrentar la crisis?
—No, no hay receta mexicana. Es un tiempo histórico. Lo que estamos haciendo parece distinto pero no es tan distinto. Sobre los resultados medibles yo diría que probablemente a finales de esta década. Aunque va a estar revuelto con lo de covid así que vamos a tener que hacer análisis muy sesudos para quitarle esa capa y ver qué evaluar. Pero no va a salir tan mal, porque sí está llegando el dinero a la gente más vulnerable. Y es cierto que eso no les resuelve la vida, son empleos de muy baja productividad, y siguen siendo vulnerables. Pero definitivamente es mejor eso a que no hubiera.
Quería ser exploradora y conocer el mundo, pero conoció el periodismo y prefirió tratar de entender a las sociedades humanas. Dirigió seis años la Red de Periodistas de a Pie, y fundó Pie de Página, un medio digital que busca cambiar la narrativa del terror instalada en la prensa mexicana. Siempre tiene más dudas que respuestas.
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