La realidad del tráfico de fentanilo

23 marzo, 2023

En Estados Unidos -y también en México- muchos creen que el tráfico y muertes por fentanilo se originan sobre todo en suelo mexicano. Falso. La realidad es que los mejores y más eficientes contrabandistas de la droga son estadounidenses.

Por: Alberto Nájar

El escándalo de la semana se llama fentanilo.

Hace unos días, con el falso argumento de que su vecino fracasó en su estrategia de seguridad, congresistas y exfuncionarios de Estados Unidos exigieron a la Casa Blanca una intervención militar en México para exterminar a carteles de narcotráfico.

Es una vieja propuesta que se repite cada período electoral. Esta vez el pretexto es la epidemia de sobredosis por opioides mezclados con fentanilo, que causa un promedio de cien mil muertes al año.

Los políticos del Partido Republicano culpan a migrantes y carteles mexicanos del problema. A ello contribuyen agencias de seguridad como la DEA, experta en la creación de mitos y leyendas.

La narrativa es la siguiente: el fentanilo se produce en México. Son personas y bandas de ese país las responsables de enviarlo a las calles estadounidenses.

Y el gobierno mexicano hace muy poco, o nada -según los estadounidenses- para contener el tráfico.

Una hipótesis muy útil para ganar votos, y de paso presionar al partido en el gobierno, en este caso el Demócrata.

La idea se ha repetido muchas veces en la historia reciente, con algunas variantes:

Hace algunas décadas Estados Unidos fue invadido por marihuana de México. Luego fue víctima de la cocaína exportada por organizaciones mexicanas. Ahora es el fentanilo.

Para muchos estadounidenses el problema viene de afuera, desde tierras ajenas a las suyas. Son víctimas de un terrible enemigo que, para ellos, es de piel morena.

Curiosamente, a pesar de que es una vieja y conocida historia, ahora el tema ha cobrado una inusual relevancia en la opinocracia mexicana.

No son pocos los medios, académicos, intelectuales, comunicadores y activistas que celebran la ocurrencia de políticos estadounidenses.

La euforia de estos personajes, adversarios del proyecto político del presidente Andrés Manuel López Obrador, aumentó con el nuevo informe del Departamento de Estado sobre la situación mundial de derechos humanos.

En el capítulo dedicado a México la cancillería estadounidense repite, en términos generales, los mismos datos y críticas de informes anteriores.

Quizá una de las diferencias es que ahora señala al fentanilo como la droga de mayor riesgo. Pero el enfoque es el mismo: Estados Unidos es víctima de criminales allende sus fronteras.

Falso. Un artículo publicado en el portal web del Instituto Cato revela que el fármaco es contrabandeado por y para ciudadanos estadounidenses.

El 99 por ciento del costo de producir, transportar y distribuir el fentanilo es pagado por los consumidores de Estados Unidos.

De esa nacionalidad son la mayoría de los traficantes de la droga. El artículo, escrito por el director del Instituto, David J. Bier, cita datos de la Comisión de Sentencias de ese país.

Según las estadísticas oficiales, ocho de cada 10 sentenciados por traficar con el opioide son ciudadanos estadounidenses.

Hay más. En 2021 nueve de cada 10 incautaciones de fentanilo ocurrieron en sitios legales de cruce fronterizo o en los puntos de revisión dentro de suelo estadounidense.

Es decir, señala el artículo, los ciudadanos de Estados Unidos, que están sujetos a menos revisiones que los extranjeros, son los mejores y más eficientes contrabandistas de fentanilo.

A esto se suma un dato contundente: las drogas duras como este opioide tienen 97 por ciento menos probabilidades de ser detectadas en las aduanas y garitas migratorias, que las personas que cruzan la frontera sin documentos.

Ésta es una cara real de la epidemia de consumo de fentanilo. Pero muchos estadounidenses no lo saben, o deciden ignorarlo.

Una encuesta de la consultora NPR-Ipsos reveló que el 39 por ciento de la población de ese país, y el 60 por ciento de los militantes del Partido Republicano creen que el opioide “es introducido de contrabando por migrantes no autorizados que cruzan la frontera ilegalmente”.

Se equivocan. Estadísticas de la Patrulla Fronteriza indican que sólo el 0.02 por ciento de las personas migrantes arrestadas por la corporación llevaban fentanilo.

No es todo. Entre 2020 y 2021 el gobierno de Estados Unidos restringió casi por completo el cruce legal de personas a su territorio debido a la pandemia de covid-19.

Pero eso no frenó el tráfico de fentanilo. Las incautaciones de la droga en puertos legales fronterizos se cuadruplicaron entre 2019 y 2021.

Además del cierre de fronteras el entonces presidente Donald Trump estableció el decreto Título 42, para deportar de forma exprés a todas las personas que cruzaran al país de forma irregular.

También redujo al mínimo las opciones de asilo humanitario. La estrategia se mantuvo por Joe Biden.

Llegaron menos migrantes a Estados Unidos. Pero los fallecimientos por sobredosis de drogas con fentanilo se duplicaron.

El documento del Instituto Cato desmiente la versión de que la epidemia del opioide es obra de carteles o migrantes mexicanos.

Pero a pesar de las evidencias, los promotores de una invasión militar o de presionar al gobierno de López Obrador mantienen su narrativa.

Algo que podría entenderse por los tiempos electorales que se avecinan, o el tradicional analfabetismo funcional de muchos estadounidenses.

Pero es inaceptable entre personajes de México que presumen una mayor capacidad intelectual. Al menos es una las banderas de la oposición, decir que concentra a las élites intelectuales y académicas del país.

Cada quién con sus complicidades. Al final del día la realidad va a seguir su ruta.

El desacuerdo en el discurso del presidente López Obrador y funcionarios estadounidenses, se diluirá con el próximo escándalo o debate político.

Las ansias de enviar marines o drones para atacar a carteles mexicanos de la droga volverán a guardarse tras las elecciones en Estados Unidos.

Lo que seguramente prevalecerá es el odio que alimenta a muchos opositores.

En su realidad paralela, en la República del Twitter donde se declaran victoriosos hay poco espacio para la razón y el entendimiento.

Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service.
Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.