El movimiento indígena en Estados Unidos se vigoriza de diferentes maneras cuando se trata de defender las reservas o territorios ancestrales. Esta vez mostraron su potencia en la conmemoración del 4 de julio, ya en campaña presidencial de Trump, en el Monte Rushmore
Mientras Trump celebra la independencia de Estados Unidos, a lo lejos, Caballo Loco lo observa. El presidente fanfarronea en el Monte Rushmore, debajo de rostros de 18 metros de altura de los presidentes estadounidenses George Washington, Thomas Jefferson, Theodore Roosevelt y Abraham Lincoln. Ni si quiera menciona que es territorio Lakota Siux. Desafiante, sin cubrebocas, sin sana distancia, demuestra con su equipo que son machos y poderosos.
El monigote blanco habla de los monumentos y la historia que una “mafia enojada” y “despiadada” quieren borrar. Llamó a “proteger nuestros monumentos, arrestar a los alborotadores y enjuiciar a los delincuentes con el máximo alcance de la ley”. Llegó en Helicóptero pues sabía que por tierra no podría llegar.
Las naciones indígenas pidieron a Trump cancelar la “celebración del Día de la Independencia” en el Monte Rushmore. Por décadas han pedido la eliminación del monumento tallado y diseñado por un escultor vinculado al Ku Klux Klan. Consideran que primero fue un robo y luego un atropello tallar los rostros de personas blancas, colonizadoras, genocidas les han llamado.
Por eso realizaron una protesta que detuvo el tránsito por más de 3 horas e impidió el paso de varios autos de la caravana de republicanos que viajaban al dichoso memorial con cuatro cabezas gigantes en el Monte Rushmore. Luego llegaron policías a reprimir. Por esta protesta detuvieron a varias personas documentalistas, entre ellas del colectivo de documentalistas NDN.
“Encontramos ese poder de nuestros antepasados”, dijeron los lakotas ese día.
El presidente de Estados Unidos olvida que el coronel Cluster, enviado para combatir en las “guerras Indias” en 1867, murió en ese mismo territorio en la batalla de Little Bighorn: el ejército contra la unión de tres naciones indias que comparten territorio encabezadas por Caballo Loco y Toro Sentado. Se unieron la nación Lakota, Cheyenne y Arapaho en el norte de EU.
Trump también olvida que en 2016, la unión de más de 300 naciones nativas americanas reconocidas federalmente frenó un gasoducto. Hablo del Dakota Access Pipeline, que cruzaría los ríos Missouri y Mississippi en la zona de la reserva de Standing Rock. Como hace mucho no sucedía, esta unión avivó del Movimiento Indígena Estadounidense (o Movimiento Indio Americano como es su traducción literal) de los años 70.
No creo que Trump quiera proteger el monumento que lo observa desde las Colinas Negras. Más allá de las gigantes narices talladas sobre la monumental montaña Rushmore, hay una estatua que vigila y observa sus movimientos. Es el monumento en memoria de Caballo Loco, con más de 26 metros de altura, a menos de 30 kilómetros de distancia de donde celebra el 4 de julio. Sabe que Trump reitera lo que, en historia de este país, han llamado Setteler Colonialism: sacar, obligar a migrar, desplazar poblaciones enteras para quedarse con las tierras a perpetuidad.
El Setteler Colonialism busca reemplazar a toda la población originaria de un territorio colonizado, con nuevos asentamientos de colonos a perpetuidad. Para ello, se debe erradicar a la población original. Puede estar apoyado de una autoridad externa o imperial. Por eso su traducción literal es Colonialismo de colonos. Quitarles la tierra y controlarla (aunque su objetivo —antes o ahora—no sea necesariamente explotar los recursos). Implica grandes migraciones y desplazamientos.
De ahí, que las reservas indígenas de Estados Unidos son una forma específica de tenencia de la tierra, equivalente (por usar un símil) a lo que en México llamamos propiedad comunal. Surgieron de la violenta expansión del Colonialismo de colonos y el control territorial de blancos europeos sobre los territorios indígenas, con ello la reordenación «negociada» del espacio entre colonizadores e indios posterior a ella. Son el territorio que conservan los pueblos originarios que sobrevivieron al despojo.
En 1868 el gobierno de EU prometió a la nación Lakota Siux perpetuidad de su territorio, incluidas las Black Hills o Colinas Negras. Esa perpetuidad se acabó cuando encontraron oro. Luego de que se establecieron los exploradores de minerales, el gobierno federal obligó a los sioux a renunciar a la parte de Colinas Negras de su reserva. Pero ahí está Caballo loco, con su rostro monumental también tallado en la montaña. Una escultura inacabada, controvertida, que juega un papel fundamental hoy.
Las reservas nacieron por la firma de tratados y las Órdenes Ejecutivas. Con los indígenas desarmados, las reservas pasaron a ser iniciativas gubernamentales que daban tierra a los indios como un acto de caridad. Aunque esta tierra que les “otorgaban” siempre fue parte de su territorio indígena.
Desde el punto de vista político, las reservas están sobrepuestas a los estados de la unión americana, creados, en la mayoría de los casos, después de las reservas. Están bajo el régimen de los poderes federales y estatales, aunque las naciones pueden tomar decisiones sobre ellas. Por eso fue importante que los habitantes lakotas bloquearan el paso a los republicanos, en señal de que es su propio territorio a donde quieren entrar.
Por eso lakota sioux consideran que es un insulto que hayan hecho un memorial en el monte Rushmore, donde ahora Trump celebra “independencia”, pues fue construido y tallado en tierras que el gobierno les quitó. Las Colinas Negras son tierra sagrada donde los lakota siux hacen ceremonias y continúan asistiendo para su realización. Además consideran que es un monumento que celebra a los colonos europeos que mataron a los indígenas y se apropiaron de sus tierras.
El fin de semana fue de protesta, de ceremonia en Colinas Negras y en el Monte Rushmore para las naciones Lakota y Siux. Los ojos —el espíritu— de Caballo Loco están presentes. Mientras Trump y su comitiva se imponen en el “día de la independencia”, los indígenas y su movimiento muestran la potencia de su espiritualidad y organización como defensa del territorio. Mientras, siguen cayendo estatuas de colonizadores en EU, ahora en Baltimore cayó Colón.
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