Mucho se habla de la controvertida relación Octavio Paz-Elena Garro, pero nada se dice de su hija, la también escritora y poeta Helena Paz Garro (1939-2014), quien publicó tres poemarios y un libro de memorias. La rueda de la fortuna es un poemario en el que Paz Garro crea mundos de fantasía
Por Évolet Aceves / X: @EvoletAceves
Mucho se habla de la obra de Elena Garro, sobre todo en las dos últimas décadas, y pareciera que, como balanza, mientras el peso de Garro toma fuerza, el legado de Octavio Paz va esfumándose, quedando en el olvido. Siempre en una dicotomía, como si no existiera uno sin el otro.
Este olvido de Paz no es más que producto de quienes juzgan la obra de alguien a quien apenas han leído. Se juzga a Garro como la eterna víctima y a Paz como el eterno victimario. Ni modo, allá quienes los juzguen desde la polarización, ni siquiera literaria sino amorosa.
Dicho esto, reitero, mucho se habla de esa controvertida relación Garro-Paz o Paz-Garro, pero nada se dice de su hija, la también escritora y poeta Helena Paz Garro (1939-2014), quien publicó tres poemarios: Criaturas de la noche (Alberto de Madrid, 1991), Onyx (Arfuyen, 1992) y La rueda de la fortuna (Fondo de Cultura Económica, 2007); y un libro más de corte biográfico: Memorias (Océano, 2003).
Por ahora me avocaré en La rueda de la fortuna, un poemario en el que Paz Garro crea mundos de fantasía, en donde aparecen duendes, reinas, hadas; espadas y espejos, vírgenes y cielos, cabelleras y escenarios sangrientos. Menciona en el poema “Trozos”: “y de puertas de oro que se abren sobre el cielo. // De llantos ahogados en la noche”.
La poeta hace alusión en su poesía a elementos naturales, fantásticos, temporales, geológicos, climatológicos, y los condensa desde los ojos de una niña o de una adolescente. Es ella. De ahí que aparezca la sublime imagen, en repetidas ocasiones, de la mujer de la cabellera larga, las ciudades blancas, las reinas y los sapos. Helena Paz Garro revive su infancia mediante su poesía. En una buena parte del poemario se puede percibir la inocencia con que a propósito Paz Garro desentraña sus primeros años a partir de imágenes complejas, como en el poema “Jaula de vidrio”, uno de los poemas mejor logrados, por su brevedad, concisión e imaginación:
En mi jaula de vidrio
cercada por miradas alfileres
y cabezas desmedradas,
los dedos de otro cielo que el nuestro,
los misericordiosos dedos de la Santa Virgen,
rozan mis llagas
y de ellas surgen fuentes de agua clara,
[…]
Un aire llegado de los bosques de la infancia
sopla ahora en la jaula de vidrio.
París, 1986
Recreando mundos de fantasía que a menudo recuerdan a los escenarios de Alicia en el país de las maravillas de Carroll, incluso llega a mencionar a Alicia en el poema “A mi padre”, escrito el 16 de enero de 1998, durante los meses de agonía de Octavio Paz, quien moriría tres meses después:
Abolir el sufrimiento de tu enfermedad
en un estanque donde floten los nenúfares
y la barca perezosa bajo el sol de Alicia
En el presente libro hay otro poema en torno a su padre, titulado “Octavio Paz”. Si bien hay una esencia principesca constante a lo largo del poemario, a la vez también hay una presencia oscura, sangrienta, que recuerda a Alejandra Pizarnik.
En la poesía de Helena Paz Garro hay otra constante: el adorno femenino, los atuendos mágicos y las cabelleras sueltas de múltiples y variadas formas en sus escenarios fantásticos. Al leer su poesía pienso en las damas que habitan las pinturas de Leonora Carrington y de Remedios Varo, en quienes también había un interés peculiar en mostrar atuendos sofisticados, claro, desde la pintura. Leer La rueda de la fortuna esuna invitación a imaginar esos atuendos hechizantes creados por su autora.
La poesía es el lenguaje sin ataduras, es la materia bruta de la piedra preciosa, y eso es lo que Helena Paz Garro deja ver entre sus versos.
A la vez que poemario, también encuentro una especie de cartografía interpersonal y geográfica en este pequeño libro que contiene un total de 72 poemas de diversa extensión, pues en la gran mayoría aparece, al final de cada poema, el lugar y año donde fueron escritos, y, al inicio, en muchos de ellos, hay también dedicatorias.
Cabe mencionar que los primeros poemas datan de la década de los cincuenta, específicamente fueron escritos en 1954 los poemas “El cohete”, “El fuego” y “La lámpara”, siendo los tres escritos en menos de siete versos entre los 14 y los 15 años de edad, lo que da a entender la profunda inmersión que ya tenía desde joven en la poesía. Por otro lado, conforme fueron avanzando las décadas, sobre todo desde los noventa, los títulos fueron desapareciendo. Los dos poemas con fecha más reciente están fechados en 2005, no obstante, Paz Garro nunca dejó de escribir, ni siquiera en sus últimos años, cuando vivía en el asilo de ancianos en Cuernavaca, en el que no le permitían fumar, pese a que era tan aficionada al tabaco.
Entre los sitios recurrentes anotados al final de los poemas, se encuentran: Cuernavaca, París, Madrid, México; entre las dedicatorias, María Luisa Mendoza, Emmanuel Carballo, Ramón Xirau, Gonzalo Valdés Medellín, René Avilés Fabila, E. T. A. Hoffman, María Luisa Elio y dos veces Guillermo Sheridan, entre otros.
El prólogo estuvo a cargo del escritor Ernst Jünger, quien fue íntimo amigo de la autora. Todos los poemas están escritos en verso libre y, como en todo poemario, hay algunos que gustan más que otros. Dos de los más memorables me parecen “Mandala” y “La reina”, reproduzco a continuación un fragmento de este último:
La reina ha cortado sus cabellos;
yacen en el suelo,
charcos de otoño.
La reina ha abdicado su sonrisa.
Ninguna cinta de oro
ciñe sus sienes,
ningún león hermano suyo
lame sus manos.
La han vencido.
Solitaria habitante de la ciudad blanca
abandonada
en mitad de la selva,
reina de un reino desaparecido,
camina sola, los pies descalzos,
entre los árboles.
[…]
México 1958
En este mismo mes se cumplen 10 años de la muerte de Helena Paz Garro, quien murió rodeada de recuerdos en el asilo de Cuernavaca, donde pasó sus últimos años. Murió el 30 de marzo. Celebrémosla leyéndola.
X: @EvoletAceves
Instagram: @evolet.aceves
everaceves5@gmail.com
Évolet Aceves escribe poesía, cuento, novela, ensayo, crónica y entrevistas a personajes del mundo cultural. Además de escritora, es psicóloga, periodista cultural y fotógrafa. Estudió en México y Polonia. Autora de Tapizado corazón de orquídeas negras (Tusquets, 2023), forma parte de la antología Monstrua (UNAM, 2022). Desde 2022 escribe su columna Jardín de Espejos en Pie de Página. Ha colaborado en revistas, semanarios y suplementos culturales, como: Pie de Página, Nexos, Replicante, La Lengua de Sor Juana, Praxis, El Cultural (La Razón), Este País, entre otros. Fue galardonada en el Certamen de ensayo Jesús Reyes Heroles (Universidad Veracruzana y Revista Praxis, 2021). Ha realizado dos exposiciones fotográficas individuales. Trabajó en Capgemini, Amazon y Microsoft. Actualmente estudia un posgrado en la Universidad de Nuevo México (Albuquerque, Estados Unidos), donde radica. Esteta y transfeminista.
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