La periodista rusa 

17 febrero, 2024

Cuando Ana de la Reguera entrevistó a modo a Felipe Calderón, la prensa «clásica» en México no lo criticó. ¿Por qué molesta tanto a los periodistas veteranos la entrevista de AMLO con Inna Afinogenova?

Por Lydiette Carrión / X: @lydicar

Andrés Manuel López Obrador anunció que lo entrevistó Inna Afinogenova, una periodista de nacionalidad rusa, y que la charla será transmitida en el Canal Red, de España. Esto, a pocos meses de que se realicen elecciones presidenciales en México, y con una guerra de campañas inéditamente sucias y ruidosas. Tanto la entrevista como la entrevistadora generan expectación no sólo por el contenido, sino porque todo el «acto» es también un guiño de matices en cuanto a política interior y exterior del partido Morena, totalmente encabezado por quien pronto dejará la silla presidencial.

Una periodista rusa con muchísimas tablas en geopolítica. Una periodista joven, en un medio que además está vinculada a Pablo Iglesias, marxista declarado que navega entre el periodismo y la política: fue vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030 del Gobierno de España entre 2020 y 2021, por el  partido Podemos.

AMLO ha construido su agenda informativa a partir de lo que en un inicio fue un modelo muy innovador: la “Mañanera”. Pero ha dado pocas entrevistas de tú a tú con periodistas, y menos internacionales. Esta la ha decidido dar y promover justo ahora: a pocos meses de las elecciones en las que Morena espera que Claudia Sheinbaum sea la primera presidenta mujer. Mientras la oposición está haciendo lo posible por colocar a otra mujer, Xóchitl  Gálvez. 

Es probablemente el peor ambiente electoral hasta ahora conocido. La oposición ha acusado a López Obrador de estar vinculado al narcotráfico. Acusación  que los seguidores duros de Morena han desechado inmediatamente. 

Al respecto no me quiero detener mucho, pero sí quiero hacer algunas anotaciones. Considero que el Peje, si tuviera  algún tipo de intercambio de información con algún grupo del crimen organizado, no debe ser más amplio ni más profundo que cualquier vínculo  que tuvieron o tienen otros grupos políticos. Seamos realistas: García Luna, la mano derecha de Calderón, o Cabeza de Vaca y los diversos gobernadores en Tamaulipas, los líderes más modestos en diversos municipios y territorios del país, dan cuenta de una simbiosis que quizá no sea generalizada, pero sí muy extendida. ¿Que el Peje tiene algún vínculo con algún criminal? Es probablemente el menos proclive a ello, por su origen y trayectoria, pero no puede ser completamente descartable. (Por cierto, me niego a llamarles narcotráfico porque creo que lo menos relevante que estos grupos hacen es el tráfico de drogas, sino todo lo que tiene que ver con el control territorial y económico, incluido el allanar caminos para que capitales internacionales establezcan megaproyectos  contaminantes, o privatizar, por ejemplo, los terrenos  cerca de las playas, como desde la cancillería se reformuló a inicios de este siglo, o entablar cláusulas poco favorables para los pueblos originarios, como se hallaba en la Ley Minera.)

Es probable que estas sean las elecciones con más propaganda política sucia que hayamos atestiguado en el país. Y eso que hubo otras elecciones espantosas. No lo digo de forma ligera: es la primera vez que en la silla presidencial está un individuo contrario a los intereses de los aparatos mediáticos más grandes en México: las televisoras. Esto en sí mismo es una anomia. Estas son empresas profundamente ligadas a capitales que sí fueron afectados estos seis años, en parte por el cambio de poder y también porque su modelo de negocio se ha agotado. El caso es que están en cierta crisis. Pero si bien el poder de Televisa y TV Azteca ha sido golpeado en las últimas décadas, todavía tienen con qué. 

Sí. Todavía tienen con qué. 

Pero volvamos a la periodista rusa. 

Escribe Dolia Estévez, periodista mexicana que ha sido corresponsal en Estados Unidos y ha cubierto durante muchos años historias internacionales. Es una periodista veterana, con larga trayectoria en la fuente internacional:  “La rusa Inna Finogenova, con cero credibilidad en España tras su paso por RT [Rusia Today] donde se ungió como zarina de la desinformación”.

Este tuit básicamente da a entender que Afinogenova era afín al régimen de Putin, por haber trabajado para RT (el medio de comunicación estatal ruso para América Latina) en el momento en el que Rusia invadió Ucrania. Además descalifica el trabajo de la periodista porque el canal Red «tiene poca audiencia».

Pero esto sería una “fake news” (por usar el lenguaje de moda, ja). Por ejemplo, Afinogenova en la red social X (antes twitter) tiene más de 300 mil seguidores. Estévez no llega a los 150 mil. ¿Qué periodista es más influyente al menos en términos de rating?

Además Estévez cae en lo que quiero creer es un error por ignorancia: desde el inicio de la invasión, Afinogenova anunció su renuncia a RT por estar en contra de la guerra de Rusia en Ucrania. Ha declarado públicamente en diversas ocasiones su oposición a la invasión de Rusia, ha condenado las violaciones de derechos humanos en su país. Nada de esto lo reconoce Estévez.

Por el contrario, Estévez no para. 

En diversos tuits la acusa de haber callado durante el inicio de la invasión de Rusia a Ucrania, de haber sido reciclada por un medio pequeño como Canal Red, y toda una serie de descalificativos contra Afinogenova. Esta andanada de violencia contra la periodista rusa sabe mal, porque en términos generales Estévez solía ser menos estridente, más centrada, con una perspectiva más bien antigua del periodismo:  sobriedad, sin emoción, apelando a aquello que hace muchas décadas recitaban en las escuelas de periodismo: debemos ser objetivos.

Ahora sabemos que no existe la objetividad, pero todavía en las redacciones se busca al menos que la subjetividad o la emocionalidad no se note. Y aquí vaya que se notó.

¿Por qué Estévez, una periodista con innegable experiencia y veterana en asuntos internacionales, comete estos «errores»? ¿Por qué cambia el tono de sus manifestaciones? ¿Por qué le gana la emoción, si ella proviene de una tradición que exalta la “objetividad”?

¿Por qué no vociferó de esta forma, por ejemplo, cuando la actriz y estrella de Hollywood, Ana de la Reguera, jugó el papel de entrevistadora del entonces presidente Calderón en 2011?

Si uno le rasca un poco más, Estévez calca casi palabra por palabra el malestar que manifiesta Arturo Sarukhán, exembajador de México en Estados Unidos: este desde su cuenta de X también emite las mismas falsedades. Los mismos bulos sin comprobación.

Me parece que Estévez estalla por un factor similar al de Sarukhán, y que también puede explicar también la interrogante que más nos interesa: por qué AMLO elige a Inna Afinogenova como su entrevistadora.

¿Qué mensaje lanza AMLO con esto al mundo? Porque AMLO no está dialogando ni con Estévez, ni siquiera con Sarukhán. Esta entrevista tampoco está dirigida a sus fieles seguidores. Esta entrevista es para el mundo, a las embajadas, a los consulados: quizá el mensaje que lanza es qué papel ocupa AMLO y el poder que representa en un mundo en el que Estados Unidos está perdiendo hegemonía mundial.

Hasta hace realmente poco tiempo, unos 10 años quizá, el control que la política exterior de Estados Unidos tenía sobre los medios establecidos en México era completamente sólido. Y no era para menos: las economías de Estados Unidos y México tienen ya al menos un siglo completamente entreveradas y son codependientes (pero con la voz cantante de Estados Unidos). Y nuestro vecino del norte era el indiscutible líder mundial, o al menos así se le percibía en Occidente. Era “The eye in the sky” de la canción de The Alan Parson’s Project: omniscientes, omnipresentes y todopoderosos. Siempre mirando.

Las llamadas economías emergentes (BRIC: Brasil, Rusia, India, China) eran algo de lo que se hablaba pero nadie se tomaba demasiado en serio que pudieran competir. Pero esto cambió. Y cambió sin que el grueso de la población nos diéramos cuenta. Cambió de forma casi imperceptible.

Los primeros datos vinieron durante la pandemia, con las increíbles piruetas y demostraciones de control que hizo China. China, decían, había despertado del catarrito de poder que sufrió los últimos tres siglos. 

Y ese cambio en el poder de China hizo una suerte de cambios profundos en todo el mundo: Rusia y la invasión a Ucrania (enfrentamiento Proxy contra Occidente), China muy  calladita, pero observando, mientras extiende lazos de amistad y cultura por todo el tercer mundo. Rusia y su cercanía con China, con países en Medio Oriente. Y Estados Unidos está padeciendo una crisis de mercado interno profunda, que lo mantiene ocupado al interior, con un dólar que ya no es tan fuerte, que ha dejado de imponer el tipo de cambio a nivel global, con crisis de violencia al interior de fronteras. Y también en medio de una elecciones ruidosas estridentes y violentas.

Entonces, entiendo el descontrol que ocasiona la entrevista de AMLO con Afinogenova. Pero no se debe a que la joven periodista sea afín a Putin –como pobremente y equivocadamente leen desde el periodismo veterano– sino porque ella encarna un cambio en la correlación de fuerzas que atenta contra el poder de Occidente, específicamente Estados Unidos. Ella no respalda a Putin más de lo que puede respaldar a EEUU, pero sí simboliza un momento de debilidad de Estados Unidos. Y simboliza además, otros ejes de poder. Y esto pone nerviosos a muchos en México.

Es entendible. Estamos de frente a un mundo que no conocemos.

Toda proporción guardada, la movida de AMLO es similar a aquellas raras y oscuras negociaciones que el general Lázaro Cárdenas hizo con Alemania (sí, señores, nuestro héroe de la patria aunque siempre condenó públicamente el nazismo, continuó con relaciones comerciales con la Alemania nazi e incluso le vendió petróleo, para así consolidar la expropiación petrolera y poder negociar con EEUU). Así logró el “Milagro Mexicano”, un breve momento de bonanza en nuestro país que nos dio para vivir muchas décadas. Y AMLO conoce bien esas historias: un poquito de poder para negociar.

Lo que Estévez y otros no alcanzan a ver es que estas pequeñas maniobras no ponen necesariamente en riesgo las relaciones de México y EEUU. Estas, nos gusten o no, nos caiga bien EEUU o no, son tan complejas que ninguno de los dos países podría vivir sin el otro, al menos no con las condiciones actuales. Y AMLO no es tonto: cuida esa banda. Pero el discurso mainstream en México no sabe muy bien dónde situarse. Hace mucho que dejó de plantearse escenarios diversos. Nunca logró reinventarse.

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Dos velas encendidas en mi escritorio mientras escribo esto. Pequeñas luces que pretenden recordar a las niñas y niños que sufren en Gaza. Esta semana la historia de la pequeña Sidra, una niña de siete años cuyo cuerpo mutilado fue videado tras el bombardeo de Israel sobre Raffah (esto es un crimen de guerra, porque hasta las guerras tienen reglas). Periodistas gazatíes rescataron algunos videos y fotos de Sidra cuando vivía: una niña de cabello corto que corre feliz en un camino de tierra, una sonrisa plena, la de una pequeña de siete años,  imágenes con su familia. Sidra no está viva hoy. Su cuerpo fue despedazado por misiles israelíes. Alto a la guerra contra la niñez en Gaza.

 #CeaseFireNow  

Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).