La partería rural, el oficio de salvar vidas en los pueblos de Guerrero

6 septiembre, 2022

En las zonas apartadas de Guerrero, las parteras asumen el papel de un ginecólogo. Muchas veces su trabajo no se valora, pero en esta región del país, han salvado vidas de muchas mujeres y niños, en las comunidades en las que el servicio de salud pública es inexistente

Texto y fotos: Kau Sirenio 

GUERRERO.- No cursaron la carrera de medicina en ninguna universidad; tampoco hicieron internado en el Hospital Infantil de la Ciudad de México, pero han salvado vidas de niños, mujeres y hombres en las comunidades indígenas o afro, donde no llegan los médicos. Son mujeres que aprendieron la medicina tradicional a través de sus ancestros.

Sus aptitudes para curar a los enfermos de espanto, levantar la sombra, el antojo, muchas veces no se valoran. Pero estas parteras parteras tradicionales conocen su entorno comunitario y la medicina tradicional. La mayoría trabaja en comunidades de los municipios de Tlapa, Metlatónoc, Acatepec, Olinalá, San Luis Acatlán, Tlacoachistlahuaca, Cuajinicuilapa y Cruz Grande; vienen de los pueblos nahua, na savi (mixteco), me’phaa (tlapaneco), ñomdaá (amuzgo) y afromexicano. Coinciden en que lo fundamental en una comunidad son los conocimientos y saberes de los pueblos originarios.

“Nos sentimos orgullosas porque ayudamos a traer a los bebés a llegar este mundo; le ponemos cita y le decimos que vayan al Centro de Salud para las vacunas del bebé. Cuidamos a las mujeres durante su parto hasta la cuarentena”, dice Hermelinda Roque, partera de Cuanacaxtitlán. 

Ella piensa que los pueblos indígenas están muy divididos y hace falta una organización sólida, para tener una infraestructura de salud adecuada.

“Contamos con salud deficiente por falta de orientaciones culturales. No hay atención médica en los Centros de Salud. El personal de salud es inadecuado, y les falta ética a los médicos. Ante esto tenemos que exigir la aplicación de las leyes, usos y costumbres sin violaciones a los derechos humanos”.

Criterios excluyentes

Para el etnólogo José Antonio Tascón Mendoza, las zonas apartadas de Guerrero, las parteras asumen el papel de un ginecólogo.

El estado de salud de una población es el indicador sustantivo para medir su grado de desarrollo. En este sentido, la salud de los pueblos indígenas de Guerrero es un reflejo fehaciente de sus condiciones y calidad de vida. El análisis de la situación de los pueblos indígenas enfrenta dificultades igual que otros estudios que han abordado el tema: la falta de estadísticas vitales desagregadas que den cuenta de las condiciones reales de vida y la cobertura de servicios de salud en regiones indígenas”.

Tascón Mendoza fue director de Investigación y Evaluación de la Secretaría de Asuntos Indígenas del gobierno de Guerrero. En entrevista telefónica con Pie de Página habla de la necesidad de reflexionar sobre los conocimientos, valores, actitudes y prácticas relacionadas con las parteras comunitarias de las comunidades indígenas y afro.

Hay pocos estudios sobre los problemas de salud indígena, dice el investigador. Y los que existen se enfocan en el análisis de la morbi-mortalidad, desde una perspectiva aislada de sus propios conocimientos.

La crítica situación de salud de los pueblos indígenas está condicionada por las deficiencias de infraestructura y carencia de recursos materiales y humanos de las instituciones públicas de salud; sin embargo, no pasamos por alto que los criterios excluyentes, homogéneos y biotecnológicos occidentales del sistema de salud también influyen en la delicada situación indígena, ya que no se toma en cuenta su percepción en la prestación de servicios, y mucho menos se contempla el aprovechamiento de los recursos comunitarios de atención a la salud, como son las parteras” cuestiona.

Tascón Mendoza agrega: “Las parteras no tienen dinero, pues no reciben un salario. No cuentan con reconocimiento de las instituciones. Dejan todas sus actividades y se olvidan del ‘yo’. Hay que respetar su cultura, sus costumbres; aunque vivan en un mismo lugar, sus culturas pueden ser diferentes. Se deben respetar otras prácticas médicas y de parteras”.

Los derechos de los pueblos

El exfuncionario explica que las características demográficas de la población indígena son factores que impiden el acceso a salud de primer nivel. Cita los instrumentos legales a favor de los pueblos indígenas, como el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes y la Declaración Universal sobre los derechos de los Pueblos Indígenas. “El primero es muy importante, ya que en él aparece lo que debe entenderse por pueblo indígena y territorio indígena. Establece que los pueblos indígenas tienen derecho a tomar sus propias decisiones para alcanzar su desarrollo en lo cultural, educativo, producción, trabajo, condiciones de vida y salud”.

Luego hace un esbozo de Ley General de Salud: “Un avance importante en la atención a la salud de los Pueblos Indígenas de México es la reforma a la Ley General de Salud, ya que por medio de ella se busca promover la participación comunitaria e impulsar la medicina indígena tradicional. Esta reforma contempla el impulso y desarrollo de la medicina indígena tradicional y una mayor participación de la población indígena en la planeación y prestación de los servicios de atención a la salud”.

Casa de Inés López Lázaro en San Quintín Baja California. En este lugar nacieron alrededor de 260 niños hijos de jornaleras migrantes. Foto: Kau Sirenio

La necesidad

Gloria Zamora López, de Cruz Grande, municipio de Florencio Villarreal. Se auto adscribe afromexicana. En 48 años de servicio comunitario tiene en su haber 860 partos. Cruz Grande se ubica en la Costa Chica de Guerrero, en esta litoral están las principales comunidades afros. Gloria, como otras mujeres de la costa, conoce muy bien los problemas que enfrentan las mujeres costeñas ante la falta de médicos en las comunidades.

“En las comunidades afromexicanas hay gente muy pobre. En general, los políticos entran más a las comunidades indígenas porque son más fáciles de engañar que las comunidades afromexicanas. Dicen que nosotros los negros somos flojos, porque hay hombres que durante el día están dormidos en su casa. Y por ese hecho piensan que no trabajan; en realidad trabajan en la pesca durante la noche, y en el día tienen que descansar”.

Martina Martínez Laura, de Xochistlahuaca, ha atendido 150 partos en 25 años sin recibir un salario por su trabajo como partera. Dice que su mayor logro es ver a los bebés sanos cuando nacen y que no haya complicaciones posparto. Martina habla ñomdaá, lo que le permite tener mejor acercamiento con sus pacientes.

“Nos meten en la cabeza que somos pobres, sobre todo la gente que vienen de la ciudad a nuestra comunidad. Pero en realidad no lo somos, porque recolectamos nuestras semillas y tenemos comida. Si no tenemos hospitales y médicos es porque el gobierno no tienen compromisos con las comunidades indígenas”.

—¿Usted cómo aprendió atender un parto? .

—Por necesidad. La necesidad de mi comunidad es mucha. Con esto ayudo a las mujeres, porque en las comunidades no hay doctores. Y para no dejar morir a más mujeres. Así ayudo  a disminuir la muerte materna.

La historia se enlaza con la vida comunitaria de las parteras afros, ñomndaa y me’phaa, cada una es poseedora de saberes ancestrales que han guardado de generación en generación. Así lo cuenta la partera me’phaa, Epifanía Villegas Maximiliano, de Tlacoapa. A 20 años de comadrona atendió a 65 partos.

Cuenta empezó como partera por una necesidad familia. “En Tlacoapa, a las parteras se le llama en me’phaa “meso” (persona que cura). Son las que cuidan a mujeres embarazadas, le dan orientación. Son hueseras, dan masajes y conocen la medicina tradicional. Sabemos utilizar el té de heno para que las mujeres expulsen la placenta, cuando hay complicaciones”. Además me ayudó a entender el dolor que sufre una madre al dar la vida”.

La familia, la escuela

Para la mayoría de las parteras indígenas tradicionales, la escuela es el seno familia. Ahí adquirieron conocimientos  que algún familiar cercano les enseñan. Las principales fuentes de aprendizajes son las abuelas, madres y suegras; Mientras que otras parteras no tienen ese privilegio, así que aprenden por necesidad por no tener quién atienda sus partos.

—¿Usted cómo le hace para saber qué enfermedad tiene su paciente?

Epifanía cambia su semblante, pero después de un respiro, agrega otra parte de su conocimiento: “Espanto, se revisa al paciente y se le pregunta qué molestias tiene. Cuando hay susto, la persona presenta calentura, mucho sueño y tristeza; al tomarle el pulso al paciente descubrimos, sí brinca, es una señal clara que es espanto. Se le pregunta el lugar donde se espantó, para ir a rezar allí, para que regrese su sombra. Si con este tratamiento la persona no se mejora, entonces sacamos pregunta con la baraja para conocer qué otra curación se debe realizar”.

—¿Cómo sabe usted cuando es caída de la mollera?

—Se revisa la cabecita del niño o niña, para ver si tiene hundida el paladar superior. Si es así, es seguro que se le cayó la mollera; además, si no puede comer en el pecho de la mamá o se les va la respiración entonces hay que curarlo. La mollera se levanta con varios tratamientos: al enfermo le doy té de epazote y le empujó el paladar con el dedo gordo lubricado con aceite de oliva. Al bebé se le pone de cabeza y le doy unos golpecitos en las plantas de los pies para que suba la mollera a su lugar.

—¿Cómo vigila a una embarazada antes y después del parto?

Las parteras somos parte importante en el cuidado de las embarazadas y atención de su parto. Por lo general cuidamos la nutrición de la embarazada sea buena. Le doy masaje y baño caliente cada ocho días, vigilo que no presente molestia. Cuando hay dilatación me preparo para recibir el bebé.

—¿Éstos serían los principales cuidados que usted le brindan a una parturienta?

—No. Antes de los esos meses de embarazo la reviso cada 15 días. A los ocho meses la revisión es cada ocho días. Además, le doy masaje en la panza para acomodar al bebé, esto es antes de los seis meses de embarazo. El día del parto, voy a la casa embarazada para ayudarla a dar a luz. Después la baño con hierbas medicinales, cada semana reviso que a la mamá y el bebé estén bien, hago visita cada ochos días hasta los 42 días después del parto.

Periodista ñuu savi originario de la Costa Chica de Guerrero. Fue reportero del periódico El Sur de Acapulco y La Jornada Guerrero, locutor de programa bilingüe Tatyi Savi (voz de la lluvia) en Radio y Televisión de Guerrero y Radio Universidad Autónoma de Guerrero XEUAG en lengua tu’un savi. Actualmente es reportero del semanario Trinchera.