Un experimento con jóvenes espejea la realidad de los regímenes autoritarios, y nos pone en evidencia que el fascismo no es cosa del pasado
Texto: Andi Sarmiento
Foto: Tomada del tráiler oficial
CIUDAD DE MÉXICO. – Die Welle (La ola) es una película alemana dirigida por Dennis Gansel que nos cuenta una historia basada en hechos reales sobre un experimento social en el cual un profesor introdujo a los jóvenes de una clase en un régimen autoritario. Sin que los estudiantes se dieran cuenta, comenzaron a formar parte de un pequeño sistema dictatorial.
La película está inspirada en La tercera ola, un experimento realizado durante la década de los sesenta, en el que el profesor estadounidense Ron Jones trató de explicar a sus alumnos cómo los regímenes fascistas han ganado seguidores a lo largo de la historia, haciendo énfasis en la participación de las juventudes.
Todo comenzó cuando Jones empezó a establecer una serie de normas en su clase, tales como levantarse para hablar o limitar la participación a no más de tres palabras. Al principio, nadie cuestionó las indicaciones, pues a simple vista no eran gran cosa y, además, el profesor era querido por la comunidad. Casi inmediatamente, las reglas fueron aumentando hasta llegar a controlar la mentalidad de los estudiantes, así como sus movimientos y expresiones.
Pero en lugar de cuestionar estas actitudes, los jóvenes estaban cada vez más convencidos de seguir las palabras de su profesor, quien ya había asumido el papel de líder. Bajo un discurso de comunidad, fuerza y disciplina, se formó dentro de la clase un colectivo con una unión muy poderosa. Ahí, todos se apoyaban mutuamente y recurrían a Ron como un guía. Se notó un incremento en su desempeño académico, así como un aumento en su ánimo y autoestima. El vínculo entre estudiantes y maestro se volvió tan fuerte que comenzó a excluir a aquellos que no estaban de acuerdo. Además, ya empezaba a extenderse fuera del salón.
Así, lo que se había planeado como una actividad para un día se extendió a toda una semana. Ese tiempo fue suficiente para que se desarrollara una dinámica de totalitarismo en la institución.
Se implementaron medidas de espionaje para identificar a quienes no actuaran conforme a lo establecido por el movimiento, que se había convertido en algo natural para los alumnos dentro y fuera del colegio. Jones no necesitaba pedir a los estudiantes que defendieran sus ideas, ya que ellos lo hacían por voluntad propia.
Comentó que este liderazgo le resultaba gratificante y aspiraba a llevar al grupo de La tercera ola aún más lejos. Fue entonces cuando se dio cuenta de lo que estaba sucediendo y entendió que era momento de ponerle un alto antes de que la situación se saliera de control. Al final de la semana, convocó a todos los participantes, convencidos de que ese día La tercera ola se convertiría en algo más fuerte. Ahí organizó una escena para aclarar que todo había sido un experimento, invitando también a reflexionar sobre la velocidad con la que se había desarrollado ese tipo de patriotismo y separatismo, exponiendo que se habían estado replicando las mismas estrategias del régimen nazi.
Este fenómeno se retrata en la película, que presenta varios puntos de análisis que nos invitan a reflexionar sobre el porqué de ese resultado, a la vez que subraya el papel crucial que juegan las juventudes en la política.
Para empezar, están las formas en que se enseñan estos temas en las escuelas. Lo que vemos es que, a pesar de que todos conocen la historia del Holocausto, son pocas las personas que realmente analizan lo que sucedió. Para la mayoría, es un asunto distante, un tema más de la materia de historia. Esto se debe, en parte, a que durante la enseñanza no se genera un espacio para la crítica y la sensibilización, lo cual es un problema no solo para este tema, sino para todas las asignaturas. Por ello, cuando un profesor plantea alguna nueva propuesta pedagógica, suele llamar más la atención. Si logra simpatizar con los estudiantes, puede conseguir un aprendizaje más profundo; tener la atención y el cariño de los jóvenes es un arma muy poderosa.
En la cinta, los jóvenes podían decidir entre inscribirse en la clase de anarquía o en la de autocracia. La primera era impartida por un profesor ortodoxo, muy teórico y aburrido, mientras que la segunda la daba Rainer, un maestro carismático, práctico y querido por los estudiantes. Así, quienes se sintieron impulsados a esforzarse al máximo y a explotar su potencial fueron los que estudiaban las dictaduras. De haber sido lo contrario, la situación se hubiera tornado completamente diferente, pues el ímpetu estaría del lado de las ideas revolucionarias.
Por otro lado, la comunidad se fortaleció a tal punto que ese espacio se volvió un refugio seguro para los estudiantes. La ola era un lugar donde se sentían escuchados y validados, algo que a muchos les faltaba. Rainer también se convirtió en una guía emocional para los chicos que se sentían impotentes e invisibles ante el resto. Así, apelando a su carisma y a las emociones de los jóvenes, logró ganar cada vez más poder.
Este separatismo que se estaba desarrollando en la escuela parecía no importarle a la directora ni a los padres de familia, quienes no se detuvieron a analizar las dinámicas, ya que su atención se centraba únicamente en el incremento del desempeño académico y anímico de los estudiantes, otorgando completa libertad al grupo.
Con todo esto, se logró establecer en el aula un régimen totalitario, donde la mayoría de los seguidores no estaban ahí por imposición, sino por convicción.
Conforme avanza la historia, la situación se vuelve cada vez más extremista. Rainer comienza a tomar conciencia de sus actos, pero ya es tarde, pues las cosas se le han escapado de las manos.
El primer día de esa semana comenzó con discusiones sobre lo que implica una dictadura. La clase llegó a la conclusión de que hoy en día ya no sería posible implementar un totalitarismo como el de Hitler, pues existe mayor conciencia al respecto. Sin embargo, olvidaron lo que habían comentado al principio y no percibieron que era exactamente lo que estaban poniendo en práctica. Se corrompieron sus relaciones con todo aquel que no pensara igual y también, los valores humanos que creían inquebrantables. Todos se perdieron a sí mismos.
Este fenómeno no se limita al experimento estadounidense de 1967 ni a la película alemana de 2008, sino que puede observarse también en la situación política actual a nivel global.
Hoy en día, nos encontramos ante una ola de conservadurismo que avanza con fuerza. Uno quiere pensar que el espionaje, el autoritarismo y los discursos de odio por parte de los líderes son cosas del siglo pasado. Sin embargo, lo que observamos tanto en la película como en la realidad es que el fascismo no es cosa del pasado. Por ello, la memoria histórica es esencial. No obstante, también es necesario atender otros factores en la cotidianidad para evitar que estas mentalidades retomen el poder.
Creo que, si Hitler viviera, se aliaría con Netanyahu. Se unificaría con los partidos europeos que promueven discursos de odio. Sería feliz con toda la tecnología de espionaje y las armas de la actualidad. Si Hitler viviera, tendría cosas en común con Trump, aunque probablemente sus nacionalismos les impedirían unirse. Estos son solo algunos de los personajes peligrosos que existen hoy, pero lo alarmante no es solo su ideología, sino que hay gente que los sigue: desde quienes les rodean en el poder hasta las mismas personas del pueblo. ¿Y dónde queda la conciencia histórica? ¿De qué sirve conocer los hechos del pasado si vamos a seguir replicándolos en el presente? Recordar no es suficiente si no existe sensibilización y una profunda concientización al respecto. La crítica es necesaria para evitar recaer en las ideologías que tantas vidas se han llevado.
Como vimos, es sencillo para la ultraderecha resurgir e infiltrarse en el imaginario colectivo, sobre todo entre los jóvenes cuando estos se encuentran tan desesperanzados.
La ola está disponible en YouTube. Es necesario activar los subtítulos:
Igualmente, existe un documental sobre el experimento de La tercera ola, donde, después de varios años, Ron Jones y algunos de sus estudiantes nos cuentan su experiencia:
Me gusta escribir lo que pienso y siempre busco formas de cambiar el mundo; siempre analizo y observo mi entorno y no puedo estar en un lugar por mucho tiempo
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