La mujer del puerto, una película de Ripstein no apta para mojigatos ni quejosos

2 septiembre, 2023

Éste es drama del bueno, del que no tiene desperdicio. No por nada el guion de esta obra que hoy se exhibe en salas de cine ante un público masivo, fue escrita por Paz Alicia Garciadiego y dirigida por Arturo Ripstein. Como dice Garciadiego: no apta para mojigatos ni quejosos

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La mujer del puerto es una película que originalmente fue filmada en 1991 por Arturo Ripstein y con guion de Paz Alicia Garciadiego, pero es hasta ahora que se exhibe en algunas cinetecas de México. Pese a que la película fue muy aclamada y hasta premiada en el extranjero, en México no tuvo los mismos resultados. No se exhibió más que una sola vez en la Cineteca Nacional. Se exhibió también una vez en Guadalajara, España, Francia, Grecia y Argentina en la década de los noventa.

Cuenta Paz Alicia Garciadiego que encontró la cinta en un mueble de su casa, mientras buscaba una almohada para su esposo, Arturo Ripstein.

Acudí el viernes pasado, puntualmente, a su primera proyección en la Cineteca Nacional, recinto en donde actualmente se puede ver, al igual que en Cinemex, Cinépolis y los cines independientes. Es una película impresionante, con las actuaciones de Damián Bichir (El Marro), Patricia Reyes-Spíndola (Tomasa) y Evangelina Sosa (Perla, hija de Tomasa).

Tomasa prostituye a Perla y uno de los clientes llega a ser el joven Marro, quien, con el transcurrir de la película, nos daremos cuenta es el hermano de Perla, es decir, también hijo de Tomasa, que intenta evitar a toda costa el enamoramiento irreversible de Perla y El Marro.

Si en algo se asemeja a El lugar sin límites (1978) es en que la historia se desarrolla en y alrededor de un prostíbulo, sólo que éste se ubica en la costa, en el puerto de Veracruz, y recibe a marineros, desde jovencitos hasta hombres mayores, quienes serán espectadores de una paupérrima puesta en escena interpretada por Evangelina Sosa disfrazada de sirena, quien porta un antifaz emplumado y su respectiva cola de pez, canta, baila y hace sexo oral detrás de una cortina blanca improvisada que más bien parece sábana, a algún hombre del público elegido al azar.

Algo les sucede a los hombres que son como succionados del miembro por la sirena, o los mata o los embriaga hasta hacerlos perder la conciencia durante el espectáculo, lo que es seguro es que es una especie de maldición o hechizo que la sirena trae consigo y se las contagia a los hombres que son succionados por la boca de la bella sirena sobre el escenario.

Filmada en diferentes locaciones de Veracruz, La mujer del puerto es un largometraje que aborda la historia central desde tres visiones distintas (la visión de cada uno de los tres protagonistas), por lo que hay variaciones de una versión a otra. Esta estructura permite ahondar en la singularidad de cada uno de los personajes, además de ser una estructura bastante original que no recuerdo haber visto en ninguna otra película de Ripstein.

Hay dos asuntos que me hacen pensar en posibles motivos por los cuales no se proyectó en México, tal vez me equivoque, son motivos morales que se abordan con desparpajo —como lo es natural en el cine de Ripstein con guiones de Paz Alicia—: el incesto y el aborto inducido con un gancho de ropa metálico.

Esta tragedia mexicana es realmente la adaptación de una novela de Guy de Maupassant, pero no hay que confundir las dos previas adaptaciones al cine, en 1933 y 1949.

Es una película que atrapa la atención del espectador. Se verá, como es costumbre, un sello propio de Ripstein: el plano secuencia al que tanto recurre; es una película a color y con diálogos dramáticos, que me recuerdan a diálogos como Profundo carmesí (1996), Las razones del corazón (2011) y varios otros largometrajes más, en los que la mujer se despoja de su dignidad para entregarse por completo, arrastrarse y desnudarse, desangrarse con los diálogos, con tal de obtener el amor del hombre al que ama.

En La mujer del puerto, no importa que ese hombre tenga la misma sangre que ella, y no importa porque fueron separados, “es el pinche destino”, dirá Reyes-Spíndola en la voz de Tomasa, tras atestiguar la escena del parricidio: el hijo, un niño, mata al padre por instrucciones de ella, “¡mátalo!, ¡mátalo!”, le ordena a gritos Tomasa mientras se pelea a golpes y jaloneos con el marido después de que ésta asume que su esposo borracho recién violó a su hija, una bebé.

Nada más que decir, éste es drama del bueno, del que no tiene desperdicio. No por nada el guion de esta obra que hoy se exhibe en salas de cine ante un público masivo, fue escrita por Paz Alicia Garciadiego y dirigida por Arturo Ripstein. Como dice Garciadiego: no apta para mojigatos ni quejosos.

(Próximamente se publicarán las entrevistas que hice a Arturo Ripstein y a Paz Alicia Garciadiego, respectivamente.)

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Évolet Aceves escribe poesía, cuento, novela, ensayo, crónica y entrevistas a personajes del mundo cultural. Además de escritora, es psicóloga, periodista cultural y fotógrafa. Estudió en México y Polonia. Autora de Tapizado corazón de orquídeas negras (Tusquets, 2023), forma parte de la antología Monstrua (UNAM, 2022). Desde 2022 escribe su columna Jardín de Espejos en Pie de Página. Ha colaborado en revistas, semanarios y suplementos culturales, como: Pie de Página, Nexos, Replicante, La Lengua de Sor Juana, Praxis, El Cultural (La Razón), Este País, entre otros. Fue galardonada en el Certamen de ensayo Jesús Reyes Heroles (Universidad Veracruzana y Revista Praxis, 2021). Ha realizado dos exposiciones fotográficas individuales. Trabajó en Capgemini, Amazon y Microsoft. Actualmente estudia un posgrado en la Universidad de Nuevo México (Albuquerque, Estados Unidos), donde radica. Esteta y transfeminista.