Esta es la historia de Rita, una mujer rarámuri internada en un hospital psiquiátrico por hablar su lengua, y también, un retrato de la discriminación que padecen los migrantes indígenas en los Estados Unidos
Texto: Andi Sarmiento
Foto: Tomada del trailer oficial
CIUDAD DE MÉXICO. – La película documental de Santiago Esteinou, La mujer de las estrellas y la montaña, nos cuenta una historia ocurrida entre Estados Unidos y la Sierra Tarahumara. Nos habla sobre Rita, una mujer rarámuri que entre los años de 1980 y 1990 llegó caminando al estado de Kansas y fue internada en un hospital psiquiátrico por hablar su lengua, pues se pensó que padecía alguna enfermedad mental. Sin oportunidad de objetar, sin identificación y sin hablar inglés estuvo ahí durante 12 años; fue liberada luego de mucha medicación innecesaria y del trabajo de organizaciones no gubernamentales, pero la indemnización que recibió por estar prisionera nunca llegó a su familia ni a su comunidad.
Rita es mujer, mayor de edad y, sobre todo, pertenece a un pueblo indígena. Triple víctima de un sistema social en el cual hay personas que creen que son superiores a otras y que pueden imponerse y hacer lo que sea sobre otros grupos sociales.
Cuando Rita llegó a los Estados Unidos, fue trasladada al Larned State Hospital, donde la diagnosticaron con principios de esquizofrenia y brotes psicóticos, no por estudios neuronales que le hayan hecho sino por sus conductas, tales como no hablar inglés ni castellano, o bailar sola.
Argumentaron que era una persona peligrosa para la sociedad, dado que mostró oposición cuando un grupo de oficiales que hablaba un idioma desconocido la subió a la fuerza a un vehículo oficial.
En el hospital psiquiátrico fue contenida durante años sin darle alguna explicación, lo que demuestra también la deshumanización de los pacientes en las instituciones de salud del país más poderoso del planeta.
El hecho de que durante más de una década a nadie se le haya ocurrido conseguir un traductor o tan siquiera se haya hecho el intento de enseñarle a Rita a hablar inglés para lograr una comunicación, refleja que realmente nunca hubo un interés por ayudarla; simplemente se buscó alejarla del ojo público, pues una mujer indígena comiendo en la calle no es la imagen que le agrada a gran parte de la población, sobre todo, en uno de los países más racistas del mundo.
Los médicos sabían desde un inicio que la mujer era proveniente de Chihuahua y, aún así, nadie se comprometió a hacer las investigaciones básicas para encontrar a su familia. En su lugar optaron por la medicación inmediata, para mantenerla tranquila y dopar su conducta; se les hizo muy fácil porque para ellos Rita no era una persona con todo un contexto detrás sino que la veían como un número de registro más del montón.
Esto es algo que ocurre hasta la fecha en muchos países, y si bien se han hecho esfuerzos para regular el trato interno de los hospitales, aún queda mucho por trabajar en las instituciones de salud mental a nivel global.
Tras la intervención jurídica, Rita fue liberada y reintegrada en su comunidad. Quedó al cuidado de su sobrina, Juana Osorio, quien se hizo cargo de Rita hasta su muerte, en 2018. Pero el dinero que recibió como indemnización por la demanda que se presentó en los tribunales de Estados Unidos por su encierro quedó en un fideicomiso y con la tutela de una monja que se quedó con la mayor parte del dinero.
La producción del documental tuvo que enfrentar la muerte de rita durante la filmación. La cinta filma su vida en la Sierra Tarahumara, con sus cotidianidades y complicaciones.
Muestra la vida de Rita antes y después de ser internada. Vemos el efecto que tuvo la medicación sobre ella, así como sus dificultades para vivir en entornos sociales adversos.
¿Hasta qué punto se pierde realmente la esencia? Nuestra historia, nuestras costumbres y nuestro entorno son lo que nos permiten formar una personalidad. Y si bien lo que nos identifica se puede ver alterado por distintas adversidades, cuando tenemos bien entendidos nuestros ideales y contamos con la seguridad para defender lo que nos conforma, entonces podremos ser lo que somos con dignidad. Por eso Rita siempre es Rita.
Pero Rita vivió muchas violencias. Por una parte, la ejercida por un sistema que invisibiliza y atenta contra la existencia de múltiples grupos, entre ellos los pueblos indígenas que siguen enfrentando a una sociedad racista y clasista. Por otro lado, la de una sociedad llena de prejuicios y carente de empatía, donde el abuso viene desde la familia y el rechazo llega de la gente cercana.
Porque Rita también fue víctima de la violencia machista dentro de su comunidad. Esto es lo que, se presume, la pudo haber orillado a dejarlo todo – incluido su hijo- y caminar hasta Kansas.
La mujer de las estrellas y la montaña es un filme que plantea varios puntos para analizar sobre discriminación, negligencia e invisibilización. Asimismo, sobre la desvalorización hacia los ancianos y a su vez, sobre la defensa y formación de una identidad en un mundo que trata de olvidarla y negarla.
La película se encuentra en cartelera en la Cineteca Nacional de las Artes.
Me gusta escribir lo que pienso y siempre busco formas de cambiar el mundo; siempre analizo y observo mi entorno y no puedo estar en un lugar por mucho tiempo
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