27 octubre, 2022
¿Qué daño puede hacer la migración cuando ha logrado multiplicar los sabores y colores en la cocina internacional?
Twitter: @kausirenio
A la cocina mexicana le salieron pies y alas para recorrer todo el mundo. El sabor de México llegó a los Estados Unidos con los primeros migrantes mexicanos que se instalaron en las urbes con la creatividad que los caracteriza. Las canastas de condimentos que los paisanos llevaron para cocinar y no morir en la soledad.
Mientras los nuestros modificaban la cocina en el país vecino, en México llegaban otros sabores y olores que trajeron los salvadoreños, hondureños, haitianos, guatemaltecos y venezolanos. Si antes no comíamos arepas, pupusas, tamales hondureños era porque la relación que teníamos con los centroamericanos era muy limitada.
En la caravana de migrantes hondureños de 2018, los centroamericanos montaron una cocina provisional para cocinar tamales con el fin de intercambiar la comida como agradecimiento al apoyo que recibieron de los migrantes de Valencia, España y Estados Unidos, que les cocinaron paella.
Mientras servía paella a los comensales, el chef español Armando Rodiel dijo: “En la cazuela no hay raza ni frontera. Sólo hay ingredientes del mundo que viajaron de todas partes, para darle sabor a la vida de los migrantes”.
Y es que, en cada paellera hay historias diferentes de los cocineros que hicieron cinco mil raciones de paella, pero, no solo de ellos, también los migrantes cuentan sus pedazos de anécdotas, desde los que nunca habían visto una cocina gigante para cocinar arroz.
Así las cosas, en cada plato de paella hay algo nuevo que contar, mientras que en cada tamal hay recuerdos que no se olvidan, y menos el espacio físico donde se cocinan. “Nunca había visto una cocina de paella y menos comerla” confesó Manuel de San Pedro Sula, mientras saboreaba paella en Tijuana.
Lo cierto es que en las cocinas siempre hay de qué hablar. Mientras Armando Rodeil, valenciano, llega con chefs egresados de la alta cocina de Los Ángeles y 30 voluntarios, además de estufas sofisticadas, ollas, cacerolas y cucharas; los hondureños cocinan en un terreno de cuatro paredes y un charco de agua por la fuga que no se ha arreglado.
Entre el paleo de la olla, Elia agrega a la plática cómo se preparan los tamales hondureños: “El ajo, cebolla, chile y cilantro se muelen con el maíz, además se le agrega manteca, después se bate y se pone a hervir hasta que se ponga espeso para poder envolverlo en hojas. Hay tamales de pollo, puerco, papa o lo que uno quiera comer”.
“Desde los tacos de lengua mexicana, las pupusas salvadoreñas y tamales hondureños caben en una cazuela”, dice Joel Rodiel Lucero “el valencianito”, mientras le mueve a la paellera para que no se les queme el arroz. Él llegó con su papá y su hermana Noa a cocinar paella para los 2 mil 300 centroamericanos.
“En nuestra cocina de paella solidaria no hay fronteras porque nuestro objetivo es alimentar a los integrantes de la caravana centroamericana, con el fin de darle sabor distinto a la comida diaria en el albergue. Para esto, empezamos a cocinar desde las nueve de la mañana”, comparte jubiloso el chef fundador de paella Wine & Beer Fest Armando Rodiel.
Cómo decir que las comidas mexicanas no unen almas de los vivos y muertos si los mexicanos comen de todo en Los Ángeles y Nueva York, el envío de insumos es costoso pero los ñuu savi de Guerrero se llevan sus chicatanas, chilate, chocolate, frijol molido y pipián para cocinar un rico mole verde en Lamont, California.
Mientras que los oaxaqueños cargan con sus tlayudas, y todos los ingredientes para cocinar un rico mole negro para un bautizo o boda. En Arkansas no pueden faltar las birrias de jaliscienses o carne en su jugo para compartir con los mexicanos que no pueden regresar a México por cuestiones migratorias.
Entonces: ¿qué daño puede hacer la migración?, cuando lo único que ha logrado es multiplicar los sabores y colores en la cocina internacional. Hay guisados que no son mexicanos, sino que son bautizados en México con nombre mexicanos.
Todos hemos comido alguna vez comida que llegó a México gracias a la migración. ¿Quién no ha comido mole poblano o un delicioso ceviche de camarones y pescados cuya influencia es peruana y japonesa?.
Disfrute usted su comida migrante…
Periodista ñuu savi originario de la Costa Chica de Guerrero. Fue reportero del periódico El Sur de Acapulco y La Jornada Guerrero, locutor de programa bilingüe Tatyi Savi (voz de la lluvia) en Radio y Televisión de Guerrero y Radio Universidad Autónoma de Guerrero XEUAG en lengua tu’un savi. Actualmente es reportero del semanario Trinchera.
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