Ésta es una de las masacres más cruentas de la historia de México: 300 personas fueron asesinadas por el simple hecho de ser chinos. Actualmente no hay una sola placa en Torreón que recuerde el evento, pocos conocen este capítulo negro de la Revolución Mexicana
Twitter: @ignaciodealba
La xenofobia contra los chinos creció en todo el mundo al punto de que se emitieron leyes para expulsarlos, en Estados Unidos se hizo la Ley de Exclusión en 1892, donde se restringió la entrada de ciudadanos chinos.
Se les acusó de robarse los trabajos a los estadounidenses, también de ser portadores de vicios y enfermedades. Además era extendido el mito de que eran cobardes y un peligro para la salud pública. Las campañas de persecución en su contra fueron muy duras, varias comunidades de asiáticos tuvieron que huir y vivir en estado de persecución.
Por eso miles de chinos, muchos que trabajaron en la construcción de vías férreas en Estados Unidos, huyeron a México, pero incluso aquí ya existían señales de racismo, por ejemplo el estado de Sonora tenía una ley en la que prohibía a los ciudadanos chinos casarse con mexicanos. Aún así prosperó la migración de asiáticos en los estados del norte del país.
También hubo migración de Asia a México. Existen relatos de poblaciones chinas que trabajaban en la construcción del tren de Salina Cruz-Coatzacoalcos (proyecto revivido por la 4T), también hubo otros que trabajaron en las minas de Sonora y otros que trabajaron en las plantaciones henequén de Yucatán. Todos ellos en condiciones de esclavitud.
La sociedad yucateca exploró en diversos artículos los peligros de que dos razas inferiores, la maya y la china, se combinaran. La xenofobia aparecía compartida por todo el país. A pesar de eso la comunidad china era laboriosa y solidaria –al menos con ellos mismos- en varios sitios del país lograron instalar fábricas, restaurantes y comercios; en los que prácticamente sólo empleaban a sus compatriotas.
Bastaba cualquier fiesta nacional para poner a temblar a los residentes extranjeros en México, a los españoles, franceses y estadounideses, por agravios de antaño. O los chinos por ser chinos. Bastaba llegar a cualquier 5 de mayo para apedrear comercios de extranjeros o dar palizas mortales.
Con la llegada de la Revolución Mexicana las facciones enfrentadas se inflaron el pecho de nacionalismo, los pobladores extranjeros en nuestro país fueron perseguidos, pero ninguna población sufrió más los derroches de patriotismo que los chinos.
El 13 de mayo de 1911 entraron las fuerzas maderistas tomaron Torreón, pero el día 15 en pleno saqueo y de la ciudad, poco se pudo hacer para que los pobladores enardecidos no aprovecharan la ocasión para arremeter contra la comunidad china.
Uno de los rumores era que los chinos se habían apostado con armas en los techos del Hotel San Carlos y otros edificios para dispararle a las fuerzas maderistas. Hay versiones que señalan a los revolucionarios Rodolfo Fierro y Benjamín Argumedo como instigadores del genocidio, al grito de “a matar chinos”.
Muchos chinos corrieron a refugiarse al Banco Chino durante las matanzas, pero fueron apresados y arrojados desde el techo del edificio, ubicado en el centro histórico. Sus casas fueron saqueadas y las familias, asesinadas. Muchos fueron descuartizados y sus cuerpos quedaron a la intemperie durante varios días.
El Banco Chino sobrevive, se encuentra entre las calles Juárez y Valdés Carrillo, la parte baja de la construcción se conserva como una sucursal bancaria, pero ahora de un Scotiabank. Por fuera el edificio luce descuidado, los vidrios rayados y las ventanas cagadas por las palomas. En años recientes se colocó una placa para conmemorar la masacre, pero el letrero fue robado y hasta la fecha no ha sido sustituido.
Otro monumento se instaló en el 2007, intentó reconciliar el agravio con la instalación de una estatua llamada El Hortelero Chino, que fue instalada en el parque Venustiano Carranza. Pero alguien le instaló una soga al cuello para arrancarla de sus cimientos y robársela. Al final la figura que representaba a un campesino chino fue resguardada por la comunidad china que aún vive en Torreón.
Recientemente el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que para el 2021 hará un acto público para pedir disculpas a los chinos.
La cifra de asesinados, reconocida por el gobierno chino, es de 303 personas. La mayoría de ellas, dedicadas a trabajar en el campo. Francisco I. Madero, que visitó la ciudad algunos días después de la masacre no dijo nada sobre lo sucedido, aunque después prometió indemnizaciones a las familias, pero fue asesinado antes de cumplir su promesa.
Más de 100 años después no existe un memorial o monumento que recuerde la masacre. La gente en la calle no sabe nada, ni siquiera dónde está el Banco Chino. Pareciera que existe un encubrimiento histórico sobre la responsabilidad que tuvieron algunos líderes revolucionarios en el evento, varios de representados en diversos monumentos en la ciudad, partícipes en la “heroica toma de Torreón”.
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Cronista interesado en la historia y autor de la columna Cartohistoria que se publica en Pie de Página, medio del que es reportero fundador. Desde 2014 ha recorrido el país para contar historias de desigualdad, despojo y sobre víctimas de la violencia derivada del conflicto armado interno. Integrante de los equipos ganadores del Premio Nacional Rostros de la Discriminación (2016); Premio Gabriel García Márquez (2017); y el Premio Nacional de Periodismo (2019).
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