La lucha perdida entre los pasillos del Metro

18 febrero, 2023

Por años distintos grupos de trabajadores del Metro de la Ciudad de México intentaron incidir en el sindicato sin éxito, hoy se enfrentan a una generación de trabajadores desinteresados en la lucha sindical, con quienes muere el sueño de la democratización del sindicalismo dentro del sistema de transporte colectivo metro

Texto: María Ruiz y Kau Sirenio

Fotos: Archivo Especial y Archivo Cuartoscuro 

CIUDAD DE MÉXICO.- Era septiembre, años noventa, y durante la celebración del trabajador del metro en el salón Rivera, los contras, la disidencia, o como les gusta nombrarse: la resistencia, sintieron que alcanzaron un sueño resumido en una frase de discurso: “ya no somos oposición, somos una opción”.

Finalmente se abría la posibilidad de fundar un sindicato alterno, deseo de trabajadores y trabajadoras en desacuerdo con las formas de trabajo del Sindicato de Trabajadores del Metro, hoy Sindicato Nacional de Trabajadores del Metro, que, desde hace 40 años, es liderado por Fernando Espino. 

Pero el sueño se esfumó en una realidad: la de miles de trabajadores que antepusieron su seguridad económica a la creación de un sindicato democrático. Ahora, las aspiraciones de democracia sólo viven en las nostalgias de jubilados que observan a una nueva generación de trabajadores desinteresados en la lucha sindical. 

Aunque el miedo es entendible; pues resistir al interior del Sindicato es pelear contra un monstruo que controla toda la red del Metro de la Ciudad de México. Los brazos políticos golpean, acosan, y hasta llegan a los abusos físicos, pero también, ante una estructura que ha servido para desviar recursos públicos y enriquecer a sus dirigentes sindicales.

En este texto recopilamos los testimonios de jubilados, que de manera anónima por la serie de acosos históricos que han vivido, nos cuentan cómo fueron sus años de lucha. También, hacen un balance de la situación actual del Metro, en la que pudo más la filosofía de la familia sobre la ideología de una clase obrera actualmente debilitada, no sólo en el metro, sino en la mayoría de los sindicatos del país. 

Cuando nació el metro, en los setenta del siglo XX, los trabajadores eran parte de la sección privilegiada, junto a los trabajadores de Petróleos Mexicanos y Telefonistas de México. Contaban con servicio médico particular, sueldos que “iban acorde al trabajo técnico operativo, áreas innovadoras, preparadas en Francia, reguladores, mecánicos, inspectores” a quienes mandaron a ese país a prepararse.

«En el metro se ganaba bien. Trabajabas dos, tres años y te comprabas una casa. El trabajador del metro era privilegiado pero se perdió con la crisis». La crisis de los ochentas, con la que los salarios comenzaron a bajar. Desde entonces los derechos se volvieron privilegios para unos cuantos, los allegados al sindicato.

«La lucha sindical del metro es una lucha inacabada. Desde sus inicios se vivieron tres importantes charrazos»

El charrazo es un concepto creado en México para hablar de la acción de traición de un líder sindical hacia los trabajadores. El charrismo es cuando dejan los intereses de estos y comienzan a trabajar junto a la empresa.

En la historia del sindicalismo en el metro se dieron tres charrazos. Desde el primer charrazo las oposiciones comenzaron a hacer volanteo, editar periódicos independientes, faltas colectivas, huelgas de hambre. Y es que el escalafón, los ascensos laborales, empezaron a ser medidos por los méritos que se tenían con el sindicato, quienes decidían quién sí y quién no lograba una promoción laboral.

  

Fernando Espino Arevalo tomando protesta como lider sindical

Es en ese amiguismo se fue perdiendo la profesionalización dentro de los trabajadores. Al grado que hoy, los hijos de jubilados tienen puestos de conductores, estén o no preparados con los conocimientos para esta labor. El trabajo se ha ido pasando por generaciones como parte de lo “ganado” por el sindicato.

«Nadie ha llegado sin la capacitación; si aprovechaste el curso de capacitación bien, si no aún así te van a pasar porque vienes con palanca y nada mas va de por medio la vida. Y si  te equivocas matas, te matas, te meten al bote o te despiden. Es un derecho solamente para los simpatizantes del Sindicato Nacional, para los que diga a Espino. No para los contras. Hay gente que se retiró del metro con 35 años de conductores y nunca se pudieron mover porque eran contras. Hay prestaciones que les son negadas a quienes no comulgan con el Sindicato Nacional».

En octubre de 1975, el primer terrible accidente en el metro se dio en un contexto de pelea entre los trabajadores y la empresa. Un día antes del choque en Viaducto,  donde murieron 26 personas, la empresa realizó una publicación pagada en Excélsior sobre un posible atentado por parte de los trabajadores. 

Este dato lo publicaron en “La Democracia Sindical en el Metro, Memoria de una lucha desigual” escrito por los trabajadores Gustavo López Laredo, Eduardo Osorio Ochoa, José Maldonado Pérez y Jorge Fuentes Valdés, donde cuentan la historia de 30 décadas de intento de democratización de la lucha sindical del metro. 

Al conductor de uno de los trenes se le responsabilizó de la tragedia y lo condenaron a varios años de prisión. 

Las causas fueron las siguientes: Error en el diseño de las señales luminosas en su instalación; exceso de trenes en la línea; falla en la comunicación radiotelefónica entre el regulador de trenes y el conductor; falla de señalización o falla de sistema de paro automático y falla en el frenado. Dentro de este peritaje dejaron muy claro que para que el choque sucediera tenían que suceder todas estas causas porque una sola o varias de ellas no podría ocasionarse, solo la coincidencia de todas/ Imagen de archivo dentro de La Democracia Sindical en el Metro, memoria de una lucha desigual

Sobre los accidentes uno de los jubilados nos compartió: 

«Si vas a ser conductor, te va a fallar, es como el carro. Un conductor que va a conducir un tren tiene que saber qué hacer cuando un tren falla, pensar que nunca va a fallar, eso no existe, desde su inicio, eso de las fallas es cierto. Hay fallas de mantenimiento, hay negligencia, hay desdén, hay coraje hacia las autoridades en la mayoría de los trabajadores del metro, sí. Sí lo hay. Porque éramos una clase privilegiada y lo perdimos»

En los setenta, bastaba con contar con la primaria para entrar a trabajar al metro. Durante los primeros años se promovía el trabajo invitando a la gente en la calle, con volantes. Actualmente se debe tener mínimo la educación media superior pero el sindicato es el que propone casi al cien por ciento del personal de base.

La historia de la oposición dentro del metro es la historia de trabajadores que tuvieron que esforzarse al doble, incluso al triple, para mantener su trabajo. 

“No era cuestión de ponerte en peores líneas, era una cuestión del domicilio donde vivías. Para fastidiarte, te mandaban lo más lejos y en el turno que menos te convenía. Si sabían que trabajabas como maestro y trabajabas en la mañana, te mandaban en la mañana y hasta la línea los Reyes-la Paz, para que renunciaras o fueras dócil a la empresa y al sindicato”.

Los «contras»  soportaron décadas trabajando y a la par militando. Generaron periódicos independientes dónde informaban lo que sucedía en las estaciones, hacían mítines, protestas e incluso, una huelga de hambre con la que lograron reinstalar a los despedidos políticos.

Pero al final nunca lograron cumplir sus sueños porque siempre hubo quien antepuso su comodidad a la democracia.

“Mucha gente abandonó la lucha sin más nada. Otra gente cayó pero siempre sin rodilla en tierra, defendiendo su postura, su ideal, su clase. La defensa del derecho, de la igualdad, de la libre sindicalización. Fueron dados de baja. Los movimientos se van desgastando, las compañeras tienen otras dinámicas. La gente que luchaba se empezó a jubilar y Espino se empezó a empoderar, supo cómo chantajear, donde apretar para mantenerse. Hubo mucho desgaste, la gente se fue y quien ocupó las plazas, el sindicato metió a toda su gente. Mucha gente no sabe lo que significó haber luchado por ir al baño, por los uniformes o porque estuviéramos. Pero ahora, nada de eso existe. Los trabajadores cumplen con sus horarios y nada más”.

Sobre las nuevas generaciones, los extrabajadores ven una desconexión con la cuestión sindical y con la filosofía del trabajo:

“En este país hay una crisis muy fuerte de identidad de la clase trabajadora y de sus diligencias, los sindicatos están en crisis, el movimiento obrero está en crisis. En todas las áreas del metro hay deficiencias con respecto a la actitud y a la capacitación.  Se ha perdido la conciencia de lo que es un servidor público, que se debe al público usuario; pero también el público usuario ha abusado y no sabe usarlo. No hay apego, no hay respeto. No hay conocimiento, hay una indolencia total para la vivencia laboral. La única herencia que hubo con respecto a la lucha por parte nuestra solo se quedó en el sueño, en nuestro sueño de alcanzar la democracia, no se pudo. Fue triste”

Protesta de Trabajadores del Metro en el Zócalo

Foránea siempre, lo suyo es lo audiovisual y el periodismo es la vía por donde conoce y cuestiona al mundo.

Periodista ñuu savi originario de la Costa Chica de Guerrero. Fue reportero del periódico El Sur de Acapulco y La Jornada Guerrero, locutor de programa bilingüe Tatyi Savi (voz de la lluvia) en Radio y Televisión de Guerrero y Radio Universidad Autónoma de Guerrero XEUAG en lengua tu’un savi. Actualmente es reportero del semanario Trinchera.

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