La iniciativa de López Obrador para reformar la Ley Minera era bastante completa, pero al final, le quedó grande a la Cámara Diputados, quienes le quitaron los dientes que permitían a los pueblos y comunidades defender su territorio del extractivismo
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Lo que definirá el futuro y la viabilidad de los pueblos en las siguientes décadas se concentra en dos aspectos: la disponibilidad de agua y el impacto del cambio climático. México es un país con una más bien baja disponibilidad de agua dulce, y una de las industrias que más acaba con este recurso es la minería.
Además, la mayor parte de la actividad minera en México paga poco o casi ningún impuesto, a pesar de que obtiene enormes ganancias que suelen ser para trasnacionales y deja hoyos negros en materia ambiental y social.
El pasado 24 de marzo, el presidente López Obrador envió a la Cámara de Diputados una iniciativa de reformas a la Ley Minera, la Ley de Aguas Nacionales, la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, así como a la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos. El paquete fue publicado el pasado 28 de marzo de 2023 en la Gaceta legislativa.
Este paquete de leyes parecía esperanzador. El texto fue signado personalmente por Andrés Manuel López Obrador; y entre otras cosas contextualizaba el impacto social que ha tenido la minería en las últimas décadas en nuestro país. Lo acotaba explícitamente al periodo neoliberal.
Enseguida, entre las y los activistas que han luchado tanto contra la minería en los últimos años, el Decreto presidencial generó mucha emoción y esperanza. Se habló sobre todo del tema de reducir las concesiones de 50 a 15 años, con la opción de renovar por una sola vez.
Sin embargo, creo que el aspecto fundamental de la propuesta es eliminar el carácter preferente de la actividad minera. En diversas ocasiones los pueblos que se oponen a los efectos devastadores de la minería en sus territorios no pueden oponerse, debido a este carácter fijado en el artículo 6. A menos que lo hagan en ocasiones por medio de una consulta indígena. Pero muchos pueblos no cuentan con el rango de pueblo indígena y son dejados a su suerte, sin posibilidad de defenderse.
Este aspecto, cabe reconocer, continúa en la iniciativa aprobada por los diputados de Morena la madrugada de ayer. También en lo que respecta a proteger áreas naturales protegidas o aquellos lugares en los que se ponga en riesgo la disponibilidad de agua.
La iniciativa presidencial además establecía procedimientos más rigurosos en cuanto a la contaminación que secretan las minas, y daba más herramientas a los pueblos para poder oponerse a la contaminación y al despojo de tierras, el cual ha sido documentado a lo largo y ancho del país.
Sin embargo, del plato a la boca se cae la sopa.
La iniciativa presidencial fue sustituida por otra que presentó la bancada de Morena y Movimiento Ciudadano en la Cámara de diputados. Ayer, la facción de Morena en la Cámara de Diputados presentó y aprobó esa misma madrugada una iniciativa de reforma diferente a la presidencial.
En este caso por ejemplo, las concesiones, disminuyeron de 50 (con renovación a cien años) a 35 años (con renovaciones hasta 80 años).
También se “flexibilizaron” las causales para detener la actividad minera. En mi experiencia personal, detener una mina es casi literalmente imposible, por más que se prueben sus abusos, la contaminación, el desgarre del tejido social… Me pregunto si con estas “flexibilidades” se podrá hacer efectivo algo.
Los reporteros Enrique Méndez y Alma E. Muñoz de La Jornada, entrevistaron al coordinador de Morena, Ignacio Mier, quien firmó la nueva propuesta. Copio aquí de la nota de los colegas:
“–¿Se consultaron con el Presidente estos cambios a su iniciativa? –se le preguntó al coordinador de Morena, Ignacio Mier, quien firmó la nueva propuesta.
“–Sí –respondió.”
Aquí comparto algunos de los trabajos que hemos hecho, documentando el grado de impunidad y violencia que ha desatado la llamada minería de muerte en el país.
Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).
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