En la epidemia las multinacionales de alimentos implementaron, a nivel mundial, estrategias de marketing para mejorar su imagen, ganar posicionamiento entre los consumidores y minar los intentos de regulación de alimentos procesados
Texto: Arturo Contreras Camero
Fotos: Duilio Rodríguez
Desde el inicio de la pandemia empresas como McDonalds, Coca-Cola, Nescafé y Danone emprendieron estrategias de mercadotecnia que apelan a sentimientos para promover el consumo de sus productos, mientras personas de todo el mundo permanecen en cuarentena en sus casas. Además de esas campañas publicitarias, estas empresas lanzaron acciones de «solidaridad», como donativos para el personal médico y para población vulnerable o situación de pobreza, señala un estudio.
«Es toda una estrategia para quitarse la responsabilidad de las comorbilidades asociadas a las muertes de covid-19», dice Alejandro Calvillo, director de El Poder del Consumidor, una organización dedicada a defender los derechos de los consumidores.
Calvillo también participa en Global Health Advocacy Incubator, la organización no gubernamental que promueve el estudio “Enfrentando dos pandemias: Cómo la gran Industria de Alimentos y Bebidas socavó la salud pública en la era del covid-19” .
La publicación recopila más de 280 acciones de las grandes empresas de comida en 18 países, en los que evidencia la publicidad engañosa de la industria y el poder para contrarrestar la implementación de políticas públicas enfocadas a regular alimentos chatarra.
Según la Secretaría de Salud unas 300 mil personas mueren al año a causa de la mala alimentación en México, pero con la llegada de la pandemia el número se disparó. La hipertensión, diabetes y padecimientos cardiacos provocaron que miles de personas contagiadas por la Covid-19 se enfrentaran a una enfermedad más dura y en muchos casos letal.
Sin embargo, las empresas que producen comida chatarra aprovecharon la coyuntura para lanzar estrategias de mercadotecnia que mejorarán su imagen a nivel internacional.
«Lo que se muestra en el estudio es el daño que hace el cambio en la dieta y cómo las grandes empresas generaron una narrativa en la que ellos dicen que son parte de la solución, pero en realidad son parte del problema», añade Calvillo.
Históricamente la industria de alimentos procesados ha interferido con el diseño y la implementación de políticas públicas que promueven una mejor alimentación, señala el estudio.
Esta es solo una de las tácticas que implementan estas multinacionales para influir las decisiones del gobierno, desacreditar hallazgos científicos y ganar aprobación social para mantener sus ganancias y expandir sus mercados en detrimento de la salud pública.
Por ejemplo, el cabildeo de estas empresas en México dificultó la aplicación de la Norma Oficial Mexicana 051, que establece el etiquetado de advertencia en alimentos con exceso en azúcares, grasas, sodio y calorías, que entró en vigor hace tan solo unos meses.
En Colombia esta misma industria evitó que se pasara una ley que aplicaba impuestos a las bebidas endulzadas como los refrescos. En Sudáfrica Coca-Cola colaboró con una organización no gubernamental, la Gauteng Young Vision, para donar miles de bebidas refrescantes a familias pobres y a organizaciones de cuidado de la salud como el Centro de Cuidados para la Obesidad. En Brasil compañías como Baducco, Nestlé y Danone regalaron más de 400 toneladas de comida ultraprocesada, insumos identificados por los lineamientos de alimentación del gobierno brasileño como comida poco saludable. En India, Kentucky Fried Chicken, la cadena multinacional de pollo frito, comprometió la donación de un millón de comidas para comunidades en necesidad.
En México, Grupo Bimbo destinó 200 millones de pesos para combatir la Covid-19, entre los apoyos incluyen almuerzos con productos de bajo valor nutrimental para los trabajadores de la salud. También Femsa y Grupo Modelo participaron en donaciones a instituciones de salud pública.
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