La madrugada del 6 de enero es una de las fechas más fuertes de ventas en el comercio informal de la Ciudad de México; es también un momento de ilusión compartida con los más pequeños de la familia. A pesar de la pandemia Benjamín Ramírez pedaleó todo el día para juntar el dinero para que los «reyes mayos» llegaran a su casa
Texto: María Ruiz
Fotos: María Ruiz e Isabel Briseño
Benjamin Ramírez vive en un hotel del centro de la Ciudad de México, conduce un bicitaxi desde hace ocho años. Tiene dos hijos: una bebé de un año cuatro meses y un niño que el próximo febrero cumplirá nueve.
La noche del 5 de enero, Benjamín llegó al tianguis de juguetes que año con año se instala en la calle Joaquín Herrera en el barrio de La Merced. Encargó su bicitaxi y se sumergió en el mar de gente que, de última hora, acudió a buscar juguetes con una carta de deseos en la mano.
A pesar de que la Ciudad de México se encuentra en semáforo rojo de riesgo epidemiológico, este tianguis recibió a miles de «reyes magos». Tantos, que durante el recorrido de puesto en puesto se podía sentir el cuerpo rozar de las personas que caminaban al lado. Aún así, los vendedores se lamentaban de que este año «estuvo muy vacío».
Benjamín y sus compañeros de bicitaxis se enfrentan a una doble batalla: la pandemia y la crisis económica. Porque el cierre de calles significa para ellos no tener ingresos.
“Está difícil el trabajo porque si no dejan vender, no vienen a comprar, no hay pasaje pero aquí estamos, echándole ganas, viendo que sale”, dice Damián Hernández, quien vive en Ecatepec y trabaja diariamente en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
Todo es una cadena, explica. Los días previos al Día de Reyes generalmente hay mucha movilidad por la zona en que trabaja. Pero esta vez ha sido complicado.
Este año los vendedores de juguetes tuvieron pérdidas de hasta el 50 por ciento, también se enfrentaron a la escasez de algunos juguetes por las restricciones en las fábricas debido a la pandemia.
“También son muchos gastos lo que conlleva estar aquí: Hay que pagar el lugar. Ya si logras cubrir eso y no se te queda la mercancía, estás del otro lado” explica un vendedor ambulante de muñecas de plástico y coches de juguete.
Este año, ante la escasez del producto, tuvo que comprar los juguetes a un precio más caro. En seis años que lleva vendiendo en este punto de la ciudad, dice que nunca les había pegado algo así.
“Es difícil, pero ve hasta qué hora andamos para complacerlos. Aunque sea algo chiquito pero les voy a llevar porque es la ilusión de ellos, tienen que llegar los Reyes Magos», dice Benjamín Ramírez, mientras recorre el tianguis.
«Yo por lo regular me meto a las seis, siete de la tarde y ahorita mira qué hora es, son las 10 y apenas acabo de completar para comprar lo que ellos quieren”.
Entre cumbias a todo volumen y ofertas de vendedores, Benjamín recorre de punta a punta la calle hasta encontrar la pista ideal para su hijo: una pieza armable en forma de loop. Es difícil, de puesto en puesto le dicen que están agotadas o le ofrecen pistas de otras marcas.
La que más llama su atención es una pista con un enorme dragón verde pero ésta sale de su presupuesto. Así que mejor le compra una pieza armable y un paquete con cinco coches a cien pesos.
Además de la pista, compra un Nenuco, dos botitas de dulces y una playera para su hija. La playera se la compró a Diego Domínguez, un vendedor habitual de esta zona quien cuenta que, en otros años, a las 11 de la noche de otros años ya habría terminado:
“Si hay gente pero no compra, solo pasa. Es porque la mayoría de la gente no está trabajando al cien. Para la hora que es ya habría terminado”, dice Domínguez.
Si no termina su venta, perderá dinero invertido que tenía guardado.
Los vendedores confían en que, con las medidas adecuadas, como gel antibacterial y lavado de manos, evitarán ser contagiados a pesar de toda la gente que acudió a comprarles.
Lo cierto es que el riesgo es latente y la emergencia es grande, tan solo esta fue la semana con más ingresos a hospitales en la Ciudad de México, al 3 de enero tres mil 600 personas ingresaron, según informó la Jefa de Gobierno, Claudia Shienbaum.
Al final, Benjamín consigue todos los juguetes que busca y se va contento a casa. El virus no le da miedo, dice. Le importa más la ilusión de sus hijos y la sonrisa que les darán los juguetes comprados con el esfuerzo de horas de trabajo.
Para evitar robos y aglomeraciones el gobierno de la Ciudad de México desplegó mil 500 policías en las dieciséis alcaldías. Sin embargo, parecen pocos frente a miles de personas recorriendo las calles a última hora en búsqueda de juguetes de los «reyes». Además de los operativos, el día 6 de enero un grupo de policías de la Secretaría de Seguridad Ciudadana repartió tres mil juguetes, rosca y chocolate a niños de bajos recursos económicos en distintos puntos de la ciudad, incluyendo el Hospital General.
Claudia Sheinbaum informó que unas 130 mil personas acudieron a los tianguis de juguetes en el centro y que a pesar de que en años anteriores la cifra de compradores llega a medio millón de personas, esta concurrencia fue un foco de contagio que puede alterar las proyecciones sobre las próximas cifras de covid-19 en la Ciudad de México.
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