La medida de proteger 30 por ciento del planeta para hacer frente al calentamiento global es una maniobra de distracción para engañar al mundo y constituye la gran mentira verde. Juan Pablo Gutiérrez, fotógrafo indígena yukpa en Colombia y embajador de la Organización Nacional Indígena de Colombia, nos dice por qué
Juan Pablo Gutiérrez / IPS*
BOGOTÁ, COLOMBIA – La comunidad científica no cesa de alertarnos sobre la urgencia planetaria que estamos viviendo a causa del calentamiento global y lo que representaría para el mundo entero si no se toman soluciones estructurales para ponerle fin.
Activistas, medios de comunicación, lideres políticos y ciudadanos de todo el mundo se han movilizado para alertar sobre la gravedad de este momento, que de no hacerse nada encarnaría inevitablemente la última pagina de nuestra historia como especie humana.
La única casa que tenemos, nuestro planeta tierra, se está calentando a causa del modelo de sociedad industrial impuesto al mundo por Europa con la llegada del mundo moderno.
Conscientes del problema, la mayoría de personas sienten impotencia frente a la magnitud de la amenaza y no se sabe si los pocos esfuerzos a su alcance serán suficientes para poder contrarrestarla. Hoy el mundo entero es protagonista y espectador de su propia hecatombe.
Para combatir el calentamiento global y acelerar la protección del medio ambiente, más de 50 representantes de países congregados en la ONU lanzaron la Coalición de Alta Ambición por la Naturaleza a través de la cual se comprometieron a catalogar como zona de protección 30 por ciento de nuestro planeta tierra.
Según el Presidente francés Emmanuel Macron “la presión sobre la naturaleza ejercida por las actividades humanas aumenta las desigualdades y amenaza nuestra salud y nuestra seguridad”. Para ellos, la solución al problema del calentamiento global consiste en convertir en zona protegida 30 por ciento de nuestro planeta.
La medida de proteger 30% del planeta para hacer frente al calentamiento global es en realidad una maniobra de distracción.
Si nos dejáramos portar por nuestras emociones, podríamos afirmar que estamos frente al cambio que tanto esperamos y que finalmente nuestros gobernantes tomaron consciencia sobre la gravedad del problema.
No obstante, si dejamos la emoción de un lado y nos apoyamos en nuestra razón, es fácil darnos cuenta que se trata de una artimaña más de los países representados en la ONU para librarse de sus verdaderas responsabilidades y para vendernos un remedio que no tiene nada que ver con la enfermedad.
Como denuncia Survival International, la medida de proteger 30 por ciento del planeta para hacer frente al calentamiento global es en realidad una maniobra de distracción para engañar al mundo entero y constituye en la actualidad la GRAN MENTIRA VERDE.
Sin darle muchas vueltas al asunto, es más que evidente que para frenar el calentamiento global, la solución debería enfocarse exclusivamente en combatir las causas y las razones que lo están provocando.
No olvidemos que más allá de la crisis climática, todo lo que vivimos actualmente es el reflejo de la crisis de nuestro sistema político fundado sobre un sistema económico que para sobrevivir depende del consumo desenfrenado de cosas inútiles, de la acumulación desmedida y de la depredación y maltrato de nuestra madre tierra.
Por lo tanto, si se tuviera realmente la voluntad de combatir el cambio climático, lo mínimo que deberían haber hecho nuestros gobernantes en el marco de la Coalición de Alta Ambición por la Naturaleza debería haber sido el reconsiderar nuevas alternativas a ese sistema político y económico, que hoy más que nunca amenazan nuestra subsistencia y se revelan al mismo tiempo como uno de los más grandes fracasos de la historia de la humanidad.
Asimismo, no podemos olvidar que las tierras que nuestros gobernantes aspiran “proteger” con la medida del 30 por ciento, extremadamente ricas en biodiversidad, son en realidad territorios que ya están protegidos desde hace mucho tiempo gracias a la presencia de Pueblos Indígenas que viven en ellos desde hace miles de años.
De hecho, si esos Pueblos no vivieran en esas tierras muy seguramente ya hubieran sido pilladas, explotadas y saqueadas por el mundo “moderno y civilizado”.
En consecuencia, si hoy tuviéramos que darle el mérito a alguien por la protección y conservación del planeta, sin lugar a duda sería a los pueblos indígenas quienes con sus maneras de relacionarse al medio ambiente han hecho que esas zonas del mundo se mantengan preservadas en las condiciones actuales.
Para entender la importancia de los pueblos indígenas en la protección del mundo y de nuestra subsistencia, es indispensable saber que el 80 por ciento de la biodiversidad que le queda hoy al planeta se encuentra en sus territorios, no porque hayan tenido la suerte de tener las tierras mas ricas, sino porque al contrario de la sociedad “moderna y civilizada” han sabido protegerlas y conservarlas.
Sobre esa base, en un mundo sumido en una crisis climática sin precedentes, la humanidad puede vivir aún hoy en este planeta gracias a la existencia de esos pueblos indígenas, legítimos protectores de la biodiversidad.
Así pues, si los gobiernos del mundo quisieran realmente tener el protagonismo en la protección del planeta y no en su destrucción como lo han hecho hasta hoy, tenemos que exigirles con firmeza que concentren sus esfuerzos en atacar las verdaderas razones que lo están provocando.
De otra manera, medidas como las de proteger 30 por ciento del planeta serán solo pañitos de agua tibia que no servirán para nada y quedarán como una estrategia más de los causantes del problema para desviar nuestra atención y poder seguir contaminando en toda impunidad.
En su famoso libro Propaganda de 1928, el sobrino de Sigmund Freud y padre de la propaganda moderna Edward Bernays explicó cómo vinculando las emociones de las personas a cualquier teoría se puede lograr que acepten cosas inútiles o que adhieran a ideas totalmente innecesarias.
Sus teorías alrededor del “arte de manipular” lograron en su momento desviar la atención del mundo sobre la problemática del cáncer de pulmón ligado al cigarrillo, orientándolo a la contaminación atmosférica. Incluso, logró desviar la atención mundial sobre la muerte de millones de abejas en el mundo ligada al uso de pesticidas, orientándola supuestamente a un parásito que ellas siempre han transportado.
Lo que vivimos actualmente con la medida de 30 por ciento es exactamente lo mismo; estamos frente a un escenario de propaganda y de manipulación de la opinión pública orquestado por los gobiernos alrededor de la ONU, quienes aprovechando el desasosiego y la preocupación mundial frente al calentamiento de nuestro planeta, quieren de nuevo engañarnos con soluciones que no tienen nada que ver con el problema en cuestión.
* Este artículo se publicó originalmente en democraciaAbierta. Lo reproducimos a través de un convenio de publicación de IPS con la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar la publicación
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