La graduación de los ausentes

14 julio, 2018

Texto: Kau Sirenio Pioquinto. Fotos: Fernando Santillán

Sin la presencia de los padres de los 43 normalistas rurales desaparecidos por la policía en septiembre de 2014, este viernes egresó la generación 2014-2018 de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa

AYOTZINAPA, GUERRERO.- En los pasillos de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos no escapan los recuerdos, unos bastantes jubilosos, otros más dolorosos, porque a cada paso hay rabia e impotencia ante tanta injusticia; porque aquí los normalistas aprendieron a cargar el desprecio del Estado mexicano. Este viernes, 73 estudiantes de los 140 estudiantes que ingresaron a esta escuela en 2014, se graduaron sin saber qué pasó con 43 de sus compañeros.

Ese dolor de años revivió más profundo en el corazón de los egresados al escuchar el canto que ha acompañado la lucha por la presentación con vida de los estudiantes desaparecidos por la policía municipal de Iguala, en septiembre de 2014.

«26 de septiembre, 3 semillas, 43 esperanzas». Trece días antes de que se cumplan 46 meses de la desaparición forzada que marcó a una generación de maestros rurales, los sobrevivientes del ataque concluyeron sus estudios para ser maestros en una de las zonas más pobres del país, con la única certeza de que tres compañeros fueron asesinados, uno quedó en estado vegetativo y 43 más fueron secuestrados y desaparecidos.

Después de ese ataque, otros 20 compañeros desertaron, de uno por uno fue abandonando su vocación de ser maestro, por el temor de ser asesinados o desaparecidos.

A un lado del memorial de Gabriel Echeverría, de Jesús y Jorge Alexis Herrera Pino, se dejó escuchar el trío venido de San Luis Acatlán con “Canto a Ayotzinapa”, mientras la voz entrecortada de Miguel Ángel Carrillo Figueroa repetía: “Todo comienza en un sueño por querer superar”. Un manto de silencio cobijó al público hasta convertirlo en lágrimas de algunos asistentes.

Así transcurrió la clausura de una generación que llegó a su semana de prueba a la Normal de Ayotzinapa el 20 de julio de 2014. En esa bienvenida, el comité estudiantil les habló de las represiones que les ha tocado en su estancia; sin imaginar lo que vendría después, los de nuevo ingreso gritaron: “Vamos a defender la normal con nuestra vida”.

“Paisa, ustedes leyeron nuestra consigna en la puerta principal que nuestra normal es la Cuna de la conciencia social, así que deben de saber que siempre lucharemos por las mejores causas, porque le debemos al pueblo”, soltó un integrante del comité.


El día podría ser un día de sol radiante y lleno de alegrías, pero 46 familias, no pudieron ver esa sonrisa de sus hijos graduarse. Así que optaron por no estar ahí, si no están sus hijos para abrazarlos con sus diplomas en manos era mejor no vivirlo.

Horas antes de la ceremonia, don Celso Gaspar Tecuapa, bajó sigiloso a la cancha de basquetbol. Ahí caminó entre las 43 butacas vacías hasta llegar a la butaca de su hijo Emiliano Alen Gaspar de la Cruz, tomó la foto y lo acarició en su pecho. Se retiró de ahí sin decir palabras.

En la explanada de la Normal, los familiares de los muchachos esperaban el inicio de la ceremonia de clausura. La espera no tardó mucho. El maestro de ceremonia anunció el inicio del programa. Vinieron los honores a la bandera y cambio de escolta con el acompañamiento de la banda de guerra Los Halcones de la Normal de Ayotzinapa. Vinieron después la música y la entrega de la documentación a los egresados.

El director de la escuela, Víctor Gerardo Día habló de todo, presumió la alberca, de una panadería, de una lavandería industrial, pero nunca citó a los 43 normalistas desaparecidos, ni los tres asesinados, ni de Aldo Gutiérrez Solano y menos de la lucha que libran los padres de familia que libran una lucha por encontrar a sus hijos y acceso a la justicia.

También habló Cuitlahuac Mondragón, tío de Julio César Mondragón Fóntes en nombre de los padres de los normalistas asesinado y desaparecidos. Al cerrar su intervención gritó muy fuerte “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”.

Casi al final de la ceremonia hablaron tres normalistas, dos en tu’un savi (mixteco): “El 26 de septiembre (traducción), fuimos atacados por la policía en Iguala, ahí 43 compañeros fueron desaparecidos y tres murieron, han pasado casi cuatros años y no sabemos de ellos. Les pedimos que nos ayuden a no olvidarlos”.

Para muchos estudiantes indígenas, Ayotzinapa es un lugar ideal para continuar con sus estudios, aquí encuentran de todo. Aunque uno dicen que les hubiera gustado que desde un principio contar con una licenciatura bilingüe indígena para que de esta forma no tan solo estudiar la pedagogía sino también la lectoescritura de su lengua materna.

En español lo hizo Octavio Castillo Carillo quien dijo “Estoy alegre y triste, siento un vacío porque pensábamos que íbamos a salir juntos, pero no se pudo. Trato de ocultar que me siento deprimido, no puedo sacar el dolor que siento por dentro. Pero los vamos a encontrar… Tenemos un cúmulo de sentimientos encontrados… si nos miran tristes y mirando al suelo no malinterpreten, el peso nos hace doblarnos, por suerte nuestros pies y dignidad están bien firmes”.

El toque final fue la Rondalla Romance con el himno a la normal: “Ayotzinapa eres la luz de un sol radiante/ nunca hacen falta aves que no duermen / unas llegan y otras van/ Ayotzinapa siempre tan colorido de belleza y tradición / Ayotzinapa siempre tan sonriente, pero sabes del dolor”

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