La expresión artística frente a la indiferencia política y social

8 mayo, 2021

Las expresiones artísticas de protesta surgen cuando no existen soluciones concretas a los problemas que enfrenta la sociedad. Por eso el arte en las calles incomoda frecuentemente a la autoridad.

Por Duilio Rodríguez

Cuando pienso en un performance pienso en en una puesta en escena con un fin artístico que intenta mostrar de forma subjetiva uno o varios conceptos e ideas.

Hace tres décadas cuando aún no decidía por completo dedicarme a la fotografía, tuve intenciones de realizar una instalación de arte publica, veía las puestas en escena como una posibilidad de expresarme, de contar y manifestar ideas a la gente.

Desde entonces la intención de llevar arte a las calles me parecía un acto poderoso y poco común para los estándares de aquellas épocas donde todo acto artístico público era en sí mismo un acto de sublevación al poder que tenía el control de casi todo.

En 1996, ya dedicándome a la fotografía profesionalmente, participé en un taller de edición que impartió la reconocida fotógrafa Susan Meiselas. Durante el taller realicé un trabajo fotográfico documental con niños que vivían en las coladeras afuera del museo Franz Mayer. Todos los días durante algunas semanas estuve con los niños fotografiando su día a día, presencié algunas cosas que los unía y otras que los separaba: música, amor, amistad, drogas y algunas peleas.

Con ellos de acuerdo, pensé muchas veces en instalar ahí mismo, en su casa (en las coladeras) las fotografías producto de aquel taller.

La idea era colocarlas en gran formato para que los niños pudieran verse a sí mismos en imágenes y que los transeúntes al menos vieran los retratos sin ignorar a los jóvenes como sucedía frecuentemente cuando pasaban frente a ellos.

Al museo Franz Mayer, asistía mucha gente a ver obras de arte reconocida y me parecía una buena oportunidad para que también vieran fotografía en un lugar público.

Confieso con tristeza que la instalación nunca se realizó. En principio la falta de recursos económicos me lo impidió, y cuando obtuve el dinero una serie de trámites burocráticos impidieron su realización. Finalmente las autoridades de la entonces delegación Cuauhtémoc decidieron quitar a los niños de ahí y clausurar con cadenas y candados las entradas de esas coladeras que servían como vivienda para aquellos jóvenes.

Los niños que vivían en las coladeras afuera del museo Franz Mayer. Fotos Duilio Rodríguez

A diferencia de hace 30 años, actualmente en algunos lugares del país las autoridades toleran más las instalaciones artísticas en espacios públicos. Basta ver ahora los anti monumentos del Paseo de la Reforma o las bicicletas blancas colocadas en distintos puntos de la Ciudad de México, para darse cuenta. 

Además la gente hoy está mucho más dispuesta a denunciar las cosas frente al poder y que mejor forma de hacerlo que utilizar cualquier medio artístico como la fotografía, la escultura, la danza, el graffiti o cualquier otro que se imponga sobre la violencia.

Recientemente hubo un par de actos de protesta que pudieron verse gracias al vídeo y la fotografía, uno de ellos sucedió la madrugada del 8 de marzo en el Zócalo capitalino cuando el gobierno colocó unas vallas metálicas para impedir el paso a las manifestantes que intentarían acercarse al Palacio Nacional a protestar por la violencia contra las mujeres. Al lugar llegó un grupo de personas que escribieron sobre las vallas los nombres de mujeres que han sido asesinadas durante décadas en México. Esos nombres sobre las vallas son en sí mismos un acto de protesta pacífica que bien puede entenderse como un acto de expresión artística; un performance.

En este caso el gobierno puso la instalación con las vallas y las mujeres las aprovecharon para recordarnos que vivimos en un país feminicida. Algo tan macabro cómo la violencia contra las mujeres y la incapacidad gubernamental para resolverlo estaban presentes en el epicentro del poder político a la vista de todos.

Una de las primeras fotografías que circularon en redes sociales la madrugada del 8 de Marzo de 2021. Foto: Santiago Arau.

El otro evento poderoso aunque no necesariamente artístico sucedió en un recinto religioso pero sin tanta difusión mediática, el obispo Raul Vera ofició su última misa para despedirse de la diócesis de Saltillo acompañado por desaparecidos  y mineros que quedaron atrapados en la mina Pasta de Conchos.

En su despedida en la catedral De Santiago con las bancas prácticamente vacías, el Obispo Vera colocó fotografías con los rostros de cientos de personas desaparecidas que ocupaban un espacio simbólico. La pandemia impidió al sacerdote oficiar una misa con la totalidad de asistentes permitidos en el recinto pero nada le impidió utilizar la fotografía y el espacio para despedirse con ellos y hacer visible la desgracia de la violencia que azota a México frente a la indiferencia de la sociedad. 

Las demandas de justicia en México están lejos de ser atendidas en su totalidad, por eso sigo pensando que el arte en las calles, en cualquiera de sus modalidades es y será una forma de incomodar a la autoridades y un reflejo de nuestra sociedad. 

Imágenes publicadas en la cuenta de Twitter de Jacobo García, periodista del periódico El País. 

Editor y fotógrafo documental, retrato, multimedia y vídeo. Dos veces ganador del Premio Nacional de Fotografía Rostros de la Discriminación.